VENGO, VIVO Y VEO
Enviado por PEDRO PABLO MONTOYA CALDERÓN • 14 de Octubre de 2022 • Apuntes • 1.366 Palabras (6 Páginas) • 66 Visitas
Ver para creer pero no creer para ver, esa es la cuestión
Montado en una onda de luz pude ver el mundo y me interné en el más recóndito paraíso
Vi las profundidades del mar y no me conmoví, vi el lado oculto de la luna y tampoco me conmovió
Vi las manchas solares pero éstas solo fueron un destello, entonces vi todo este planeta llamado tierra y me pareció solo un puntito azul en el vasto océano cósmico. También vi la vastedad de las profundidades del ser humano y hubo un momento en el que me adentré en mí mismo para contemplar los misterios de la madre humana naturaleza…
Vengo, vivo y veo, esa es la cuestión.
Me subo en un rayo de luz ultravioleta y el viaje comienza…
¡Todo a mi alrededor se ve ahora tan diferente! A tan elevada velocidad (c = 300000Km/s) me sumerjo en las profundidades del océano y en un minúsculo instante recorro todos los mares de la tierra, subo raudo hasta la superficie y en un segundo me elevo hasta ver ante mí, la cara oculta de la luna. Diviso allí un paisaje repleto de cráteres como resultado de milenarias colisiones de asteroides y meteoritos y también observo vestigios de construcciones extrañas fruto tal vez de alguna antigua civilización extraterrestre que habitó la luna. Por simple capricho, bajo nuevamente a la tierra (quizá no me atrevo a abandonar mi hogar) y mientras acelero y doy un par de vueltas más al globo alcanzo a ver simultáneamente la aurora boreal en el polo norte y la aurora austral en el polo sur. Semejante espectáculo magnético-luminoso no puede más que nublar mis sentidos y embelesarme como a un niño.
Yo puedo ir más rápido que la luz y acercarme a la velocidad con que corre el pensamiento sentado al lado de la imaginación… ¿soy una onda?, tal vez, ¿pero hecha de qué? ¿materia, energía o de qué? No sé… Ahora acudo al amado Sócrates cuando le dijo a su posteridad: “Sólo sé que nada sé” Me río de Sócrates… ¡como si no saber nada fuese algún signo de sabiduría!
Ahora me encuentro aquí y allá y voy y vengo al mismo tiempo y no me detengo; estoy por todas partes pero en ninguna a la vez, pues, voy en un vehículo súper veloz impulsado por neutrinos y noto que lo único que no ha cambiado desde que empecé mi viaje, es mi identidad, pues ella es como mi sombra (¿o seré yo la sombra de ella?) que no me abandona. A estas alturas y en tan corto tiempo ya he podido reconocer cada recodo del sistema solar y mi mirada se halla puesta más allá, hacia lo nuevo, hacia lo desconocido. Como Newton quiero conocer el pensamiento de Dios y como Salomón, quiero tener toda su sabiduría plasmada en su templo…
Voy más veloz que cualquier cosa imaginada por humano alguno, he atravesado miles de puentes de Einstein-Rosen; y en algún agujero de gusano dejé atrás a la luz y pude constatar que élla, la luz, es la “sombra de Dios”. Mis pensamientos también van y vienen conmigo mientras diviso un quásar al que me aproximo. Es como un faro en el vasto universo que con sus giros intermitentes me dan la sensación de estar llegando a un puerto seguro. Miro mi reloj de astronauta cosmológico y con asombro y regocijo me doy cuenta que las manecillas parecen nunca llegar a la raya que marca el segundo siguiente del holograma espacio-temporal. Ya me lo había advertido Einstein que esto sucedería al filo de la constante de la velocidad de la luz; pero mi deseo rebelde de ir más de prisa, puede más que mi sensatez y todavía no quiero parar…
En uno de los recuerdos que me acompañan me veo cuando apenas era la conjunción de dos células, luego por mitosis celular me fui convirtiendo en un embrión, posteriormente en un feto y en transformaciones sucesivas extraordinarias, gobernadas por leyes físico-químicas inaplazables e incomprensibles acciones y reglas estrictas con todas las combinaciones y permutaciones posibles bajo el dominio del “invisible” se estaba dando forma, estructura y ser completo a esto que se llamó Yo. ¿quien soy yo? Según el filósofo Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”, pero… ¿cuál circunstancia? y ¿Por qué mía y no de otro? Ahora descubro que mientras hago preguntas existo, sé, soy!!! “No son las respuestas las que generan conocimiento; sino la existencia de las preguntas las que son el conocimiento mismo” ¡Qué falacia dicen por ahí los que afirman que tener las respuestas correctas es lo más importante del conocimiento! ¡Nada más falso y dañino!
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