“VIAJES AL PAÍS DEL SILENCIO”

PABLO D’ORS Y MÓNICA NEPOTE EN CONVERSACIÓN CON JOSÉ MANUEL VELASCO

“VIAJES AL PAÍS DEL SILENCIO”

INTRODUCCIÓN

En medio de una sociedad ruidosa y constantemente ensordecedora, doce voces entretejen caminos hacia un país imaginario, un país del silencio. Filosofías, tradiciones milenarias, espacios naturales, prácticas del cuerpo y de la mente se juntan para conversar sobre una experiencia que, a veces, es tan palpable que se escucha.

Detenerse a pensar en el silencio es, por sí solo, un acto disidente. En el presente trabajo se abordará de manera clara y concisa la conversación que tuvieron estos tres grandes autores sobre la antología “Viajes al país del silencio”, esta nos abre la puerta de la sensibilidad hacia el silencio desde la experiencia, nos ofrece narraciones donde se pueda sentir. Y más que leer, nos brinda un silencio vivencial.

DESARROLLO

Caminar es una práctica silenciosa, que, aunque vas en solitario, percibes cómo suenan tus pasos, tu respiración; es una manera de entrar en el cuerpo que, a su vez, genera la gran pregunta del cuerpo, ¿cómo siente el cuerpo?, ¿qué puede el cuerpo?

Repitir la última pregunta es una forma de oración, de meditación, donde dentro de esta, se puede encontrar algo de fuerza, en ese ciclo que se va cumpliendo, que se va potenciando, y no hay una respuesta, es simplemente una experiencia. El cuerpo siempre es distinto, nuestro cuerpo está puesto de una manera diferente y la montaña nunca es la misma.

A partir de esta reflexión, recordamos la tradición peripatética de caminar, clásica en la filosofía, que efectivamente el movimiento ayuda al pensamiento, hasta el punto que hay gente que dice que no es capaz de pensar si no es en movimiento. Entonces, ¿habrá la posibilidad de establecer está analogía movimiento-pensamiento y quietud-contemplación? El pensamiento tiene que ver con las palabras y la contemplación tiene que ver con el silencio.

En occidente se ha hecho un mito del pensamiento y de la acción, lo cual es correcto, las cosas hay que pensarlas, y hay que actuar a partir de lo que pensemos; pero nos hemos olvidado de la contemplación y de la pasión,  es decir, que antes de pensar y antes de actuar hay que mirar, hay que dejarse tocar por las cosas, que lo que vemos nos estigmatice, nos afecte corporalmente.

Lo primero, y mas tremendo, que se descubre cuando se hace quietud o cuando se va a la montaña a caminar, es el cuerpo y descubrir el cuerpo es tanto como decir que la puerta es la percepción, así que nuestro problema es que estamos tan aturdidos, que no percibimos.

Tenemos dos paisajes espirituales por excelencia, el desierto y la montaña, el desierto nos habla de purificación, de limpiar de lo esencial;  la montaña en todas las tradiciones religiosos habla de la experiencia, de la luz en la cima, pues distingues en el horizonte. La experiencia de este contacto con la naturaleza es una forma de oración, en ella se descubre que te sientes bien, ¿por qué?, porque tú eres naturaleza. Entonces, llega un momento en que si tú eres un contemplativo, un meditador, no vas a la montaña o al campo simplemente para para ver la montaña o para ver el campo, sino para descubrir que la montaña eres tú, el campor eres tú. Esta experiencia es para todos, no solamente para los grandes míticos, sino que está al acceso de cualquiera.

Para que nuestra vida no esté regida única y exclusivamente por lo urgente se propone la búsueda de siete momentos, establecer una conexión silenciosa como lo es con el contacto del cuerpo, el ejercicio físico, la conexión mental, el corazón, la conexión manual, el rito, el agradecimiento nocturno, es decir, siete propuestas en las que conectemos con nuestro corazón, en la que hagamos pequeñas pausas. La diferencia entre lo esencial y urgente es que lo urgente es lo que nos piden los demás y lo esencial lo que nos pide nuestro corazón, lo que nos pide nuestra alma.

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