VIOLENCIA

Cambio, conflicto, ruptura y violencia se confunden a menudo. La violencia no es un asunto privativo de las situaciones de cambio (ruptura, crisis y conflicto), sino que es un ingrediente consustancial de la dinámica cotidiana de la sociedad. Con la violencia por medio, la vida cotidiana pierde ya su natural atribución de proceso ordinario, de tranquila rutina o de repetición de formatos establecidos. Pero, además, la vida cotidiana es también creadora de insatisfacciones o conflictos, manifiestos o soterrados.

Este volumen colectivo es un excelente ejemplo de esta tesis que venimos defendiendo numerosos historiadores de lo cotidiano. En Realidades conflictivas se analiza el Barroco andaluz y americano como un tiempo de agudos conflictos sociales, políticos y religiosos. Pongamos algunos ejemplos expuestos en este libro, de los muchos posibles: “El ejercicio de una violencia tumultuaria contra su adversario constituyó una forma de actuación normalizada de los oficiales del arzobispo” (Ollero Pina, p. 105). “Las usurpaciones de tierras de aprovechamiento común son una constante durante el siglo XVII” (Gamero Rojas, p. 138). Y una referencia más extensa pero que resume muy bien la tesis que recorre todo el libro: La violencia “¿La entendieron como algo extraordinario o como algo permanentemente asentado en sus vidas? La respuesta a esta pregunta, en opinión de Juan Luis Castellano, era bien clara: la violencia se habría configurado, parafraseando a Braudel, nada menos que como una estructura de la vida cotidiana durante el Antiguo Régimen”

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