Ética cristiana
Enviado por MDVRD • 27 de Noviembre de 2013 • 6.094 Palabras (25 Páginas) • 400 Visitas
ética cristiana
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Ética cristiana
La ética cristiana presupone la existencia de un ser divino que a dictado normas para el comportamiento moral, considerando que la conducta humana es buena si se sujeta a esas normas y malas si las viola. Las características fundamentales de la ética cristiana son:
a) La concepción cristiana de Dios: La ética cristiana descansa sobre la revelación Bíblica acerca de la naturaleza, la justicia y el amor de Dios. Su grandeza se debe a la inmensidad de Dios. Ésta afirma que fundamentar normas de conducta prescindiendo de Dios sólo conduce al desenfreno.
b) La concepción cristiana del mundo: Al hablar de una idea cristiana del mundo implica que el cristianismo tiene su propio punto de vista y su idea relacionada con él, y que esta idea, cuando se desarrolla, constituye un conjunto ordenado. El postulado básico del cristianismo es que un Dios personal, Santo y eterno creó el universo en el cual vivimos, lo sustenta y dirige. Esto se deduce de la propia revelación de Dios manifiesta en las Escrituras.
c) La concepción cristiana del hombre: en cuanto a la naturaleza del hombre la Biblia la relaciona estrechamente con la doctrina de Dios. Lo primero que nos dice la Palabra acerca del hombre es que fue creado a imagen y semejanza del “Salvador”. Así como Dios es personal y ético también lo es el hombre. Pero la Biblia señala asimismo la malévola intervención de Satanás quien es el creador y promotor del mal. Entre las teorías éticas cristianas tenemos tres grandes representantes:
-San Agustín (354-430): se le considera padre de la iglesia y quien hace la alianza de la filosofía griega y la cultura clásica con la inspiración divina.
-Santo Tomás de Aquino (1225-1274): aclamado padre principal de las universidades, academias y escuelas católicas y quien concilia la teología católica con la síntesis filosófica de Aristóteles.
-Martín Lutero (1483-1546): para quien las equivocaciones morales importaban poco ya que solo importaba la fe y la confianza en la misericordia divina.
La ética de Jesús es ante todo una ética personalista, el problema que podemos encontrar es que no se utiliza la libertad y la voluntad de acuerdo a la ley natural, también existe en ésta la dificultad para distinguir entre los bienes verdaderos y los que parecen serlo.
Las teorías éticas cristianas usaron la doctrina cristiana y las teorías éticas griegas para explicar la determinación de la bondad o maldad de los actos. Para ésta ética la perfección de la vida esta en el amor a dios, la cual se logra cumpliendo fielmente la ley divina, donde el bien solamente es vivo en dios, la norma es la voluntad de dios y el modelo de la vida moral es la perfección trazada por dios.
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ÉTICA CRISTIANA Y MEDIEVAL.
Dice José Ramón Ayllón en su Introducción a la Ética que: «El cristianismo no es una ética, pero la revolución religiosa que origina tiene, como gran efecto secundario una extraordinaria revolución ética»[5]. La ética cristiana supone, en efecto, mucho más que unos principios o reglas sobre la conducta humana. El cristiano debe saber que la ética que debe practicar consiste en imitar a una persona, a Jesucristo, que dio la vida por amor de los hombres. Ese Amor no tiene medida, es un amor desmedido hacia cada uno de los hombres. Pero ante la dificultad o más bien imposibilidad de lograrlo se alza la promesa del mismo Redentor que asegura que lo que es imposible a los hombres es posible para Dios[6]. En otras palabras, que el cristiano ha de contar con la gracia, con el favor de Dios sin el cual no podemos hacer nada[7]. La ética cristiana puede resumirse en el Sermón de la Montaña, lo cual hace ver que no se trata de una ética de mínimos sino de máximos. La propuesta que Jesucristo hace a sus discípulos en el Sermón de la Montaña es verdaderamente exigente, por no decir, utópica. Lo que se le pide al cristiano es superior a sus posibilidades, por eso se requiere el auxilio del mismo Dios, de su gracia. Dios ayuda al cristiano. El cristiano puede contar con el favor de Dios, con su auxilio para vivir con la exigencia sublime de superar el egoísmo. Por ejemplo, el mandamiento nuevo del amor, es modelo del empeño que debe seguir un cristiano: Amaos unos a otros como Yo os he amado[8]. Claramente ello implica dar la vida, o por lo menos estar dispuesto como Jesucristo que afirma que nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos[9].Y para eso hay una condición indispensable que el mismo Jesucristo enseña: negarse a uno mismo[10] porque, en efecto, si hay que seguir al Salvador y tomar la Cruz, eso no puede hacerse con facilidad. Es imprescindible acabar con el egoísmo. Ya avisa el nazareno: porque el que quiera salvar su vida, la perderá, y el que la pierda por Mí y por el evangelio, la salvará[11]
Hay una cuestión añadida que necesariamente hay que indicar: así como los filósofos han aportado sus teorías tratando de aportar su granito de arena en la búsqueda de la verdad, el cristianismo, o mejor, el mismo Jesucristo sostiene que Él es la Verdad, además de Camino y Vida[12]. Ningún filósofo se ha atrevido jamás a decir algo así y de forma tan tajante. Una de dos: o Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios y por tanto capaz de hacer semejante afirmación, o no lo es y entonces…. Pero Jesucristo no es sólo portador de ideas atractivas, Jesucristo «encarnó» esas ideas y por eso tuvo y sigue teniendo sus testigos. La palabra «mártir» significa precisamente «testigo». Los mártires fueron capaces de afrontar la muerte violenta, como el mismo Jesucristo, porque fueron testigos de sus enseñanzas, pero sobretodo de su vida, muerte y de la resurrección sin la cual, nada tendría sentido. La fragilidad de tantas propuestas filosóficas se cambia en el cristianismo por la seguridad de la fe. Además de los motivos clásicos de credibilidad, la fe es razonable también porque a tal Testigo se le puede y debe seguir. Pero para eso, esa fe ha de estar acompañada de unas obras coherentes con ella, es decir, una respuesta ética. Repetimos, el cristiano no se enfrenta él solo ante el problema ético. Jesucristo va Él mismo por delante, le acompaña porque no sólo es Verdad, sino Camino moral, y Vida de gracia.
Por otra parte, los diez mandamientos de la antigua ley mosaica se resumen en la novedad evangélica en dos reglas básicas que no son propiamente obligaciones onerosas sino compromisos de amor: «ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo». Precisamente San Agustín llegará a describir la libertad del cristiano con
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