Diario de una hormiga nocturna
Enviado por Jose Vargas • 18 de Noviembre de 2015 • Apuntes • 510 Palabras (3 Páginas) • 153 Visitas
DIARIO DE UNA HORMIGA NOCTURNA.
3:00 pm, suena la alarma, extiende el brazo derecho hacia el reloj para desactivarla, estira todo su cuerpo, alcanza el celular para llamar a su esposa: hola amor ¿Cómo estás?, bien, responde ella, ¿y el campeón?, pregunta él, dormido, comenta ella, dale un beso de mi parte, voy a bañarme…Te quiero, se despiden. Entra a la ducha, siente estar lavando todas sus penas, como un acto no solo de limpieza corporal, si no, del alma. Organiza la vestimenta, arrodillado lee un versículo de la biblia, cierra los ojos y le pide a Dios: Que el día se convierta en noche y la noche en día. Toma el bus, camino a la mina piensa: el sol convertido en luna, transformando la rutina de la vida, deshojo la margarita de los días, tres pétalos faltan para ver a mi familia.
5:48 pm, la neblina marrona con puntos negros, las risas de los demás ocultas por tapones blancos colgados en sus narices, ellas evitan que dicha neblina entre a la caja de aire del organismo, estamos en el filón. Observa el tablero, 2597 bahía 1, aborda la camioneta, hace burlas con los compañeros, el crudo estrépito del motor diesel, al frente ese esbelto de 6 llantas, 7 metros de alto por 6 metros de ancho, amigo incondicional en esta batalla nocturna, es el camión. Da dos pitazos para anunciar la arrancada, baja la rampa introduciéndose a un caracol cuya profundidad toca la puerta de leviatán. Llega al área de la pala de cargue, piso mojado, destapando manto de carbón, hace el giro y retrocede hacia ella, allí comienza todo, 12 horas de una monotonía extrema, sube y baja, de la plaza de embarque al botadero, trabajando por el sustento de su nido, región y nación, llevándole energía al mundo.
2: 00 am, terremotos en la cabeza, mirada asiática, los parales del cuerpo no los siente, el núcleo de su ser palpitando a grandes revoluciones, la máquina del tiempo detenida, siente un desespero enorme sobre si, con ganas de correr sin rumbo fijo, ¿sueño?, sí, morfeo, así le llaman a ese monstruo enemigo de las metas, un mínimo descuido y puedes acabar en una cuneta, o peor, en un abismo. Él sale de su entorno, mira al cielo pidiendo fuerzas para acabar la jornada, reanuda la labor, piensa en su campeón, en su adorable morena, en sus objetivos, ánimo, ánimo, gruñe, le dan vitalidad para concentrarse y no dormirse.
5:00 am, falta poco, charla por la radiofrecuencia con sus colegas, hablan de fútbol, política, de todo con tal que morfeo salga de la cabina. Descarga el viaje, estaciona el camión por fuera de la vía, limpia el compartimiento del mismo, asea sus dientes, pala 7 queda el 2597, le reporta a su supervisor; carga, ve un sitio seguro para el parqueo de fin de turno. 5:50 am, terminó la cuita, respira profundo, agradece al omnipotente, ya montado en el bus, cierra los ojos, piensa: solo restan dos pétalos para ver a mi familia.
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