El punto de partida para este texto, ha sido cierta inquietud por fundamentar psicoanalíticamente el concepto de adolescencia, darle especificidad psicoanalítica; no como término meramente descriptivo venido de otra parte.
Enviado por ceciviglino • 10 de Mayo de 2017 • Apuntes • 1.675 Palabras (7 Páginas) • 350 Visitas
R. Rodulfo
ESTUDIOS CLÍNICOS
Del Significante al pictograma a través de la práctica psicoanalítica.
Cap. 10: El Adolescente y sus trabajos
(Bocetos)
El punto de partida para este texto, ha sido cierta inquietud por fundamentar psicoanalíticamente el concepto de adolescencia, darle especificidad psicoanalítica; no como término meramente descriptivo venido de otra parte.
De hecho esto aquí planteado ya lo he pensado en la perspectiva de trabajo. “El adolescente y sus trabajos”. Esto merece ampliación.
Hay una pregunta que se usa mucho y que me pareció muy productiva como pregunta clínica frente a un niño o un adolescente, es: ¿En qué trabajo anda ese chico o ese adolescente que viene a consulta? ¿En qué trabajo de simbolización anda? Pregunta para evaluar diagnostico diferencial en cuanto a detectar que el chico esté muy atascado en algunos de sus trabajos o sin abrir otros trabajos que son necesarios para su estructuración.
(El concepto de “trabajo” es nuclear en la tradición psicoanalítica; por ejemplo: “el trabajo del sueño” o “el trabajo del duelo”.)
Toda la cuestión puberal puede pensarse en la perspectiva de “exigencia de trabajo”, como Freud dice de lo pulsional, para el psiquismo.
Al mismo tiempo el concepto de trabajo, y pensar la adolescencia en una perspectiva de trabajos simbólicos a cumplir, sirve contra desdichadas polarizaciones que la cuestión de la adolescencia en psicoanálisis ha sufrido:
- Por un lado, contra el cronologísmo, este hábito de designar como adolescente a alguien que tiene cierta edad, dado que se va exigir algo más para hablar de un proceso adolescente; vamos a exigir que se estén cumpliendo o llevando a cabo determinados trabajos, no basta con tener la edad para que esto ocurra.
- Del otro extremo, contra una cierta propensión a concebir al sujeto (como dice María Teresa Cena) atrapado por una determinada estructura; pasivamente como víctima; contrariamente el concepto de trabajo le restituye algo allí que le pertenece al sujeto y que es su propio trabajo psíquico, su propia actividad.
Por último, privilegiar el concepto de trabajo en la adolescencia, y de qué puntos de trabajo se trate, también sirve contra los peligros siempre presentes de psiquiatrizar el psicoanálisis por la vía de la psicopatologizar todo. Se trata aquí y más de privilegiar el tipo de trabajo, el modo como el adolescente lo enfrenta, que (por ejemplo) la sintomatología; no obstante, es cierto que los síntomas que se presenten los vamos a pensar desde la perspectiva de esos trabajos simbólicos.
Voy a intentar empezar a responder en mi texto, con una fundamentación metapsicológica. Ya que la misma me parece que es una cierta superficie de inscripción útil para nosotros, como un lugar donde tratar de juntar, articular y ordenar, poner un poco en caja las cosas tan contradictorias, tan diversas, tan ricas con las que trabajamos.
Con respecto a los trabajos en sí mismos, distingo por lo pronto unos seis (6); pero debe ser mirado también con cuidado porque no se trata de una lista o clasificación. Con sólo exponerlos se verá que están obviamente trabados entre sí. De manera que podría decirse que son seis facetas, perspectivas o matices del trabajo adolescente.
- Un primer punto, un trabajo que el adolescente debe encarar, lo defino como pasaje de lo familiar a lo extrafamiliar. Hay que tener cuidado de que este punto no sea tomado simplemente en un nivel descriptivo. No basta con decir “pasaje”, cabe más bien hablar de una metamorfosis, de una transformación interna de cada uno de estos polos (familiar y extrafamiliar).
El hecho central es que en la adolescencia, si es que se lleva a cabo ese trabajo, por primera vez lo extrafamiliar deviene más importante que lo familiar, sino este punto nodal lo constituye un profundo trastrocamiento (ej.: joven que manifestaba sólo sentirse ella misma en su casa y su mejor amiga era su madre).
Lo extra familiar no asoma por primera vez en la adolescencia, hace su primera irrupcion en la angustia dsel octavo mes, como lo ha localizado Spitz; “El extraño”es la emergencia originaria de una manera fobica temprana originaria, que seria la primer irrupcion de lo extrafamiliar.
Lo extrafamiliar genera una crisis: la emergencia del extraño pone en crisis cierta certidumbre narcisita que hasta ese momento estructuraba al pequeño, que es que todo era materno. Universo era igual a madre (englovando la categorai madre a todos incluido el padre, hermanos, todo lo que estuviera en torno).
Hay todo un trámite de lo extrafamiliar que se va desarrollando y que, sobre todo en la latencia, se espera tenga mucho peso, pero tampoco acá basta para quebrarle a lo familiar su primacía. En este sentido este es un hecho nuevo que sólo acaece después de la pubertad y que no le viene regalado, lo debe conquistar. Para que cobre un peso decisivo lo extrafamiliar el adolescente debe poder volcarse al campo social, que el mismo funcione para el adolescente como un espacio transicional, es un avatar del final del complejo de Edipo, el cual no finaliza definitivamente si esto no se produce.
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