Eugenio Espejo, el ilustre doctor

Eugenio Espejo, el ilustre doctor  

La vida nos ha dejado amargas historias donde los ideales han sido devastados por los intereses egoístas de aquellos que cubrieron con sus ases de espada un continente entero. El indio e incluso el criollo eran vistos como seres extraños, improcedentes con la vida colectiva, tan solo por las raíces que los unían a una historia de muerte y sufrimiento. “Los manchados de la tierra” eran aquellos criollos nacidos en suelo americano, que en su propia madre tierra eran vistos como descendientes directos del pecado que ellos mismo trajeron un día, la injusticia y los tratos deshumanizados eran historias de todos los días, éramos el pueblo olvidado por los dioses, pues el Dios que los extranjeros pregonaban residía del lado equivocado. La revolución y el cambio llegarían algún día, puesto que todo imperio cae y el español no sería la excepción, aquel día llegó de las manos idealistas que no se conformaron con disminución de alcabalas o diezmos, de idealistas que darían sus vidas tan solo por poder sentir la brisa de la libertad en la tierra que siglos atrás era cuna de tesoros.      

Uno de esos idealistas fue Manuel Chusig, conocido como Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, un mestizo que escondió su descendencia para poder saciar su ávida necesidad de estudio, pero que a pesar de ello jamás descuidó de donde venía, nació simplemente en una época donde el respeto se lo ganaba con un apellido o con dinero, donde el racismo e incluso el regionalismo era un defecto social que marcaba todas las tierras conquistadas por los españoles, es difícil imaginar cual hubiese sido el final de este ilustre quiteño de haber mantenido su apellido manchado por la historia indígena. En una época tan abarrotada de dificultades y desigualdades el temple de carácter y la perseverancia muestran cómo se debe revolver frente a la adversidad, con sus propios medios logró adquirir todos los títulos que hasta ese momento eran posibles obtener en el territorio de la Real Audiencia de Quito, es así que se lo conoce como: doctor, escritor, abogado, periodista y político, pero lo más importante y lo que marcó su vida fue su lado revolucionario, usó su intelecto para ayudar al desvalido, pero se dio cuenta que aunque auxilie a miles de mendigos y ancianos el cáncer progresivo de la colonización española seguiría esparciéndose hasta llegar al corazón, al mismísimo origen de cada pueblo y borrar su historia de los libros.

Las capacidades que tenían eran tan inequívocas que es posible asegurar que el transcurso de su vida convirtió los problemas de la Real Audiencia en los suyos, tan solo buscando métodos para solucionar la vida de todos, sin necesidad de matar de hambre a los negros o a los indios. Uno de los problemas que buscó remediar desde el campo médico fue la viruela, enfermedad que azotaba el territorio, por ello realizó uno de los mejores estudios de la época sobre esta enfermedad dejando al alcance de todos el conocimiento necesario para sostener la viabilidad de cualquier individuo que era desolado por esta dolencia, tomando como punto de partida la medicina antigua la cual pensaba era totalmente inservible y decide investigar que se puede renovar, por ello es uno de los baluartes de la medicina latinoamericana y todo esto sin salir de su natal Quito que aunque creía era un foco infecciosos por la gente ignorante siempre busco mostrarla frente al mundo.

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