11 De Marzp
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El atentado del 11-M en la historia de España
marzo 17, 2010 por iessierradeguadarrama
Rafael E. Méndez Devesa
I.E.S. Sierra de Guadarrama
El 11 de marzo de 2004 es una fecha imborrable en la historia de nuestro país. “Ni en un siglo que viviéramos podríamos olvidar lo ocurrido en Madrid y en España durante los cuatro días de marzo de 2004 que van desde la mañana del jueves 11 a la noche del domingo 14 ”, afirmaba el periodista David Solar en un breve artículo sobre esos hechos, en el número de La Aventura de la Historia posterior a los mismos. Este otro artículo escrito cuatro años después quiere recordar lo que sucedió, a la luz de la investigación publicada durante estos años y de la sentencia del proceso 20/04 de la Sala de Lo Penal de la Audiencia Nacional, de fecha 31 de octubre de 2007. También pretende recalcar la importancia de que se conozcan y estudien en los centros educativos estos hechos, y dar algunas sencillas indicaciones sobre recursos que pueden ser útiles para el trabajo sobre ellos.
La tragedia comenzó a fraguarse poco antes de las 07:00 de ese jueves 11 de marzo en la estación de tren de Alcalá de Henares. Un comando de terroristas islamistas llegó hasta la estación en al menos dos vehículos (uno de ellos, la furgoneta Renault Kangoo que se convertiría en la primera prueba clave para su identifica-ción). Es probable que no todos los terroristas accedieran a los trenes en Alcalá sino en otras estaciones a lo largo del recorrido hasta Madrid, pero sí sabemos que, según establece la sentencia judicial al inicio de su apartado Hechos Probados, los siete suicidas de Leganés, es decir, Serhane “el Tunecino”, Jamal Ahmidan “el Chino”, los hermanos Mohamed y Rachid Oulad Akcha, Abdennabi Kounjaa, Asrih Rifaat Anouar y Allekema Lamari, junto a los dos inculpados en el juicio como autores materiales, Jamal Zougam y Otman el Gnaoui, así como una persona que no ha sido completamente identificada “colocaron, en cuatro trenes de la red de cercanías de Madrid, trece artilugios explosivos de iniciación eléctrica compuestos por dinamita plástica y detonador, alimentados y temporizados por un teléfono celular o móvil”. Colocaron esos explosivos en cuatro trenes de cercanías que partían o pasaban sucesivamente desde la estación de Alcalá de Henares del modo que a continuación se reseña. Cuatro bombas en los vagones primero, cuarto, quinto y sexto del tren nº 21.431 que partió desde Alcalá hacia Alcobendas a las 07:01. Otras cuatro bombas, con el mismo reparto, en el tren nº 17.305 que salió de Alcalá a las 07:04 con destino a Chamartín. Cuatro bolsas y mochilas explosivas más en el tren nº 21.435 de las 07:10, que procedente de Guadalajara y con destino Alcobendas se detuvo apenas un minuto en la estación alcalaína, y allí ,o más adelante en el trayecto, situaron esos explosivos en los vagones<!–[if !supportFootnotes]–>[1]<!–[endif]–> segundo, tercero, cuarto y quinto. Por último, Jamal Zougam (así lo corroboraron tres testigos) colocó una sola bolsa con explosivo en el cuarto vagón del tren nº 21.173 que partió de Alcalá con destino Príncipe Pío a las 07:14. Zougam y, quizás, el resto de terroristas, viajaron en los trenes hasta la estación de Vicálvaro, donde aprovechando la conexión con la red de metro se dispersaron por la ciudad y, luego, por el país. No mucho después, comenzaron las explosiones que los terroristas pretendían estallasen a un mismo tiempo para aumentar su efecto devastador y terrorífico. Entre las 07:37 y las 07:40 estallaron diez explosiones<!–[if !supportFootnotes]–>[2]<!–[endif]–>. Tres, en el tren 21.431 que se encontraba en el andén nº2 de la estación de cercanías de Atocha esperando a salir hacia Alcobendas. Cuatro, en el tren 17.305 que aunque debería haber estar recién llegado a Atocha, se encontraba, por un leve retraso, en la calle Téllez a poco más de medio kilómetro de la estación. Dos, en el tren 21.435 de doble planta que se encontraba en la estación de El Pozo. Por último, una en el tren 21.713 en la estación de Santa Eugenia.
En total fallecieron 191 personas: 34 en Atocha, 63 en la calle Téllez, 65 en la estación de El Pozo, 14 en Santa Eugenia y 15 más que fallecieron en los hospitales de Madrid en las horas y días siguientes. Además de los fa-llecidos, hubo otras 1.857 personas heridas, muchas de ellas de notable gravedad. Era el mayor atentado de la historia de España y uno de los mayores y más complejos de los realizados en Europa. Las víctimas, lógicamente, eran variadas: desde bebés hasta varias personas de más de 60 años; muchas mujeres, pero mayoría de hombres; 141 españoles pero también 50 inmigrantes, de dieciséis nacionalidades diferentes; muchos estudiantes y una mayoría de trabajadores, el tipo de gente que (según dijo una periodista aquellos días) “pone la vida en pie” a diario. Entre esos fallecidos estaban: Carlos Tortosa, 31 años, químico de Repsol en Puertollano, que había participado en las manifestaciones contra la guerra de Irak del año anterior; María del Carmen Lominchar, programadora informática de 34 años, casada año y medio antes y embarazada de tres meses; John Jairo Ramírez Bedoya, colombiano de 37 años, empleado de una empresa de limpieza; Sanna Ben Salah, hija de inmigrantes marroquíes, que se trasladaba desde Alcalá hasta su instituto de secundaria; la pequeña Patricia Rzaca, un bebé de siete meses al que la explosión arrancó de brazos de sus padres y la arrojó sobre las vías de Atocha de donde fue rescatada por un médico residente, pero que falleció un día después en el Hospital del Niño Jesús de la capital; Javier Guerrero Cabrera, informático, aficionado al deporte, cuyos familiares vivieron una pesadilla para su identificación pues varios días después del atentado sólo se había encontrado de él con certeza su documentación; y así, hasta 191 víctimas.
Todas esas personas y los muy numerosos heridos de gravedad fueron ajenos a lo que sucedió a continuación hasta el suicidio colectivo del núcleo del comando terrorista. De modo muy resumido, la población de Madrid y de todo el país dio un ejemplo de solidaridad sin precedentes ante la magnitud de la tragedia y desafió a los terroristas en la movilización más masiva que recuerda España (se calcula que unos 11 millones de personas participaron en las manifestaciones del 12-M). Se suspendió la campaña electoral (como bien habían tenido en cuenta los terroristas, había elecciones generales el domingo 14 de marzo) aunque la lucha política continuó, en lo que fue decisiva la actitud del gobierno Aznar, que parecía decidido a imputar estos trágicos hechos a la banda terrorista ETA aunque fuese contra las evidencias que se fueron conociendo<!–[if
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