Agronomia
Enviado por elrober • 30 de Mayo de 2012 • 2.381 Palabras (10 Páginas) • 790 Visitas
Indalecio Ramírez Rodríguez
Nació el 19 de febrero de 1927 en la pintoresca población de Igualapa, Guerrero. Sus padres fueron don Vidal Ramírez Guillén y doña Elisa Rodríguez Victoria.
Durante su infancia fue campesino y trabajó mucho con sus tíos maternos. Según cuenta él mismo, de niño, en Igualapa, le gustaba visitar el santuario dedicado al Señor del Perdón, que existe desde hace varios siglos.
Radicó en la Costa Chica de Guerrero hasta 1945. Posteriormente vivió en el puerto de Veracruz y, desde 1960, reside en la Ciudad de México.
Don Vidal, el padre del Mtro. Indalecio, fue compositor y músico empírico. Dominaba con verdadera maestría la guitarra, instrumento de su predilección. El Mtro. Vidal Ramírez nació en Ometepec, Guerrero, en la Costa Chica; entre sus obras destacan: Ometepec (No Vuelvo a Amar), La Talapeña y La Consejera, entre otras.
Así, su hijo Indalecio heredó el amor por la música desde muy chiquillo, pues escuchaba todos los días a su padre cuando ensayaba sus canciones. Desde entonces le gustó todo tipo de música, especialmente el bolero, y cuando tenía entre 17 y 18 años de edad escribió su primera letra para una canción, la cual se perdió con el paso del tiempo, junto con algunas otras. Pero él continuó escribiendo letras, a las que les ponía, a su modo, música en hojas de pentagrama que su padre le regalaba para que escribiera sus primeras canciones.
Pasó rápidamente el tiempo... Indalecio Ramírez ya había cumplido 30 años cuando hubo un concurso de carácter estatal en Chilpancingo, capital del estado, al que el autor guerrerense se inscribió y participó con dos composiciones. Obtuvo el primer lugar con su obra El Indio Suriano, una pieza folklórica tipo chilena, sobre la que el maestro comentó: “Yo escribía mucho a los indios de mi raza, a mi sangre mexicana”. Y en ese mismo certamen ganó el tercer lugar con su creación Igualapa. En aquel evento estuvo presente el entonces gobernador del estado de Guerrero, Gral. Raúl Caballero Aburto, quien hizo entrega de los premios correspondientes.
Indalecio Ramírez tuvo un profesor de música en un hermoso pueblecito llamado Azoyú, que se encuentra ubicado muy cerca de Igualapa. Todavía a los 12 años de edad trabajaba en el campo con su padre, y ahí se enteró de que un señor ya maduro, don Constancio Guevara, a quien llamaban “el Maestro Tancho”, gustaba de enseñar los secretos elementales de la música a los niños, sin compromiso de ninguna índole: Con él, Indalecio aprendió solfeo y a tocar la guitarra.
Los géneros musicales que más domina son el bolero, la canción ranchera, el vals tipo peruano, el pasillo ecuatoriano y el bambuco colombiano o clave colombiana. Además, le gusta mucho la música del sur de México y de Latinoamérica.
El Mtro. Indalecio recuerda con nostalgia que él iba muy seguido al bello municipio de Ometepec, Guerrero, pues le gustaban su paisaje y sus mujeres, además de que tenía muchos amigos. Precisamente a ese pintoresco sitio iba a vacacionar cada Navidad el compositor e ingeniero agrónomo Álvaro Carrillo con su familia, que ya era muy famoso; llegaba a la casa Añorve, con su compadre, Salvador Añorve Reyna, y el padre de éste, don Salvador Añorve Herrera, ambos muy amigos suyos.
El joven Añorve Reyna fue quien le habló al famoso compositor oaxaqueño del maestro Indalecio, y en cierta ocasión los presentó para que el Ing. Carrillo le hiciera favor de escuchar lo que escribía. Indalecio Ramírez tendría como 25 años de edad, así que, acompañado de su guitarra, cantó para el Mtro. Álvaro Carrillo, quien lo escuchó con atención. Ya en confianza, Indalecio le platicó que antes le gustaba el alcohol, y el ingeniero le respondió: “Entonces asegúrese usted de no tomar, ¿para qué lo quiero borracho en México?”. Indalecio Ramírez dejó de beber durante un año, pero Álvaro Carrillo le aconsejó que se aguantara más tiempo: “no fuera que volviera a reincidir”.
El Mtro. Indalecio tiene muy presente que fue el 8 de febrero de 1960 cuando llegó por primera vez a la Ciudad de México. Se dirigió a la ex Glorieta de Peralvillo, porque el ingeniero tenía un negocio por ese rumbo: Se trataba de un restaurante-bar que se encontraba en la entrada del Hotel Internacional (que desapareció con la ampliación de Paseo de la Reforma). Fue recibido por el Mtro. Álvaro Carrillo, quien siempre lo ayudó. Él fue como su tutor y protector, y fue siempre un gran señor en su trato hacia él: Indalecio siempre lo admiró por su calidad humana y su dimensión como compositor.
Una vez que se encontró en la gran metrópoli, buscó donde vivir. Se acordó de que uno de sus paisanos tenía una vieja casona de la época porfiriana en el Distrito Federal, la cual se ubicaba en la céntrica calle de Isabel la Católica No. 34. Su amigo, Pantaleón Torres Hernández, era dueño de esa casa, y les alquilaba unas recámaras a varios paisanos de Ometepec. El Mtro. Indalecio vivió ahí por un tiempo.
Después, durante los años setenta, se cambió a “La Metralla”, que estaba en Aranda, entre las calles de Delicias y Arcos de Belén. Era una cantina de su jefe, don Pedro de la Cruz Domínguez. Ahí vivió muchos años.
Indalecio Ramírez ha comentado que las personas que se pusieron de acuerdo para apoyarlo a viajar a la Ciudad de México fueron don Pedro de la Cruz Domínguez, que tenía bares y restaurantes; el Lic. Félix Mollao, quien fue un gran jurista guerrerense, y el entonces ya famoso compositor Álvaro Carrillo; tres grandes amigos que se conocieron en Amuzgo, Oaxaca, en uno de los internados que hiciera el Gral. Lázaro Cárdenas, Tata Lázaro.
Cierto día, el Ing. Álvaro Carrillo le pidió al Mtro. Indalecio que lo acompañara a la Promotora Hispanoamericana de música (PHAM) y a la Editorial Mexicana de Música Internacional (EMMI), adonde lo llevó para tratar lo referente a sus canciones. La mencionada promotora-editora se ubicaba en la calle de Dr. Valenzuela No. 10: ahí registró su primera composición titulada Rosa Negra, por la que le dieron trescientos pesos de anticipo, que en ese entonces era mucho dinero. Y ahí fue donde prácticamente empezó su carrera artística, ya profesionalmente.
Rosa Negra fue grabada en un disco de 45 revoluciones por el Trío Los Andariegos, para la compañía RCA Víctor, en su línea de discos VIK, en el año de 1962. En ésta empresa discográfica tuvo la oportunidad de conocer y tratar a uno de los mejores directores artísticos de México, don Mariano Rivera Conde, quien le dio sus primeros diez mil pesos, como adelanto por varias de sus canciones, cuando se inició también
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