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Analisis Final 1. Ejemplo Autobiografía


Enviado por   •  28 de Febrero de 2014  •  2.662 Palabras (11 Páginas)  •  4.307 Visitas

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Introducción.

Todo inicia con un sonido. La alarma que nos despierta en la mañana, el cantar de un gallo, la trompeta del ejército, el ring ton que anuncia una llamada. ¡Incluso el mismo universo! Comenzó con un ¡BAM!

Tu vida, al igual que la mía, comenzó con un sonido. El de tus pulmones que por primera vez sintieron un aíre frio y que por eso decidieron expulsar el que tú y yo llevamos dentro.

Curiosamente mi vida siempre se ha visto envuelta por los sonidos. Mis primeros recuerdos vienen de la música que anunciaba el resumen deportivo de las 7 pm patrocinado por los cigarros malboro.

Dice mi mamá que no podía perdérmelo. Que sabía lo que venía y que no importaba lo que estuviera haciendo, yo debía verlo y ella debía llevarme frente a la TV para que mi capricho se cumpliera. Hablé por primera vez por esa motivación auditiva. Dije: Gooool cuando el locutor narraba una acción del resumen.

Hoy, 28 años después, los sonidos siguen siendo vitales en mi vida. Desde el teléfono que me despierta en las mañanas, hasta el último ladrido que da mi pequeña perra antes de dormir.

Cada sonido es importante, cada movimiento es importante. Narrarlo no fue difícil, porque me llevó a un camino de recuerdos que me hicieron reír y llorar en un tiempo corto de escritura.

Mis amigos y padres me dicen Emma. En el trabajo Gerardo. En el deporte y el colegio siempre fue conocido como Ocaña. Mi hermano cariñosamente me dice Max. De sobrenombre me dicen Seco. Y si, la vida del seco no ha sido nada seca, todo lo contrario, ha sido pletórica y llena de todo. No me faltó nada y gracias a Dios, tampoco me sobra.

La vida del flaco.

Mi vida inicia un domingo 30 de junio del año 1985, a las 12.30 pm. Después de dos días de labor de parto (si, 48 largas y angustiosas horas) nace en el hospital San Juan De Dios de la ciudad Capital de Guatemala, un pequeño bebe al que la señora Alma Lissette Monroy Palacios decide ponerle por nombre Gerardo Emmanuel Ocaña Monroy.

Pese 7 libras y alcance un tamaño de poco más de 61 centímetros, según mi madre. “Fuiste un patojo sano”, me cuenta entre tantas anécdotas que tiene de mis primeras horas de vida.

Llegue por primera vez a mi casa un 2 de julio, allí me esperaban mi madrina, mi tío Adolfo y mi tía-abuela Estela (Mi mamá Estela como me gusta recordarla). Mi papá, Héctor Gerardo Ocaña Cruz, me conoce al día siguiente, ya que mi mamá, con tan solo 23 años, aún vivía con la tía que la crio en su hogar. “Mi tía no quería soltarte, no quería que tu papá te conociera”, dice mi mamá.

Poco tiempo después de mi nacimiento mis papás deciden mudarse a vivir juntos. No conocí a mi abuelo paterno, quien fallece por causas que desconozco 40 días después de mi nacimiento. “Te quería llevar, te pusiste grave el día que falleció, casi te nos vas”, cuenta mi papá. “No iba a dejar que ese viejo te llevara” asegura mi madre.

Soy el mayor de tres hermanos. Cristopher Ernesto Ocaña Monroy nace un 11 de febrero de 1988, cuando yo tenía 2 años y medio. Samuel Ricardo Ocaña Monroy viene a nuestras vidas un 14 de septiembre de 1998.

Jamás tome pacha: “La escupías”, cuenta doña Alma, “o tomabas pecho o había que darte leche en vaso. Era un sufrimiento eterno darte de comer. No te gustaba nada. Me peleaba con el pediatra porque no comías, pero él me decía que si tomabas leche y comías cereal, no necesitabas más. Creciste bastante, no dudo que tenía razón”.

Curiosamente mis primeras palabras definieron lo que, hasta el día de hoy, sigue siendo mi pasión. Dije: “GOL” a los 7 meses de vida. “Veías los resúmenes deportivos más que las caricaturas. No importaba lo que estabas haciendo. Escuchabas el sonido de presentación del programa y llorabas para que te pusiéramos delante de la tele. Cuando dijiste gol tu papá no cabía de felicidad”. Recuerda mi mamá.

Como dije siempre fue sano, pero cuando tenía un año una enfermedad muy grave me condenó (o me bendijo, realmente no estoy seguro de que pasó) a ser delgado por el resto de mi vida. Un problema en la flora intestinal hizo que bajara mi peso considerablemente. Hasta hoy, pese a ser un glotón, no engordo.

En mi segundo año de vida realmente no pasa nada para destacar. Aprendí a expresarme bien y caminé bastante rápido. Pero de allí en más, no pasó nada importante para destacar.

En mi tercer año de vida comienzo a estudiar. Siempre me gustó ir al colegio, aunque nunca fui una persona plenamente disciplinada, me bastaba con ganar las clases. Jamás pensé en ser el mejor.

Recuerdo muy poco de aquellos tiempos, pero una de las cosas que no olvido era el lugar. En ese entonces lo creía enorme; con un árbol gigantesco y una patio en el cual podríamos jugar todos sin estorbarnos.

Hoy, muchos años después, regresé a esa hermosa escuela, aunque ahora el árbol ya no es tan enorme y por su puesto el patio tampoco.

En la escuelita conocí a mis primeros amigos. El pollo (Eddin Orellana), Meme (Manuel de Jesús), Alex y Gerson fueron mis “compinches” de travesuras por muchos años. El tiempo, los vicios y otras tantas circunstancias hicieron, algunos años después, que nuestros caminos se separaran.

Sin duda fuimos una plaga. Jamás hicimos algo grave, pero nos fascinaba tocar puertas y salir corriendo. Reventar focos de luz de las casas tirándoles agua. Usar un láser para apagar los postes de luz que alumbraban las colonias, entre otras mil cosas.

A los siete años comienzo mis estudios primarios. Mi primer colegio fue el Instituto Rafael Landivar. Allí estudio de primero a tercero primaria. En primero me da clases el profesor Jorge; en segundo lo hace mis Aura y en tercero realmente no lo recuerdo.

De mi segundo año de primaria lo recuerdo todo, pero en especial a Marielos, ¡Adoraba Marielos! Era la niña más linda del mundo a mis ojos. Cabello negro, ojos claros y su carita llena de pequeñas pequitas. Su pelo siempre olía a rosas y su uniforme siempre estaba impecable. Muy lejos de lo que yo presentaba: Pelo sin forma y difícilmente limpio por la mañana. Aun así, siempre me las arreglaba para que fuera mi compañera de cualquier trabajo en cualquier materia.

Como dije antes de tercero recuerdo muy poco. Puede ser porque a mis ocho años, debido a que tenía un fuerte problema de asma, mis papas deciden enviarme a vivir por dos meses a

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