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Andres Bello


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2014  •  301 Palabras (2 Páginas)  •  224 Visitas

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Alocución a la poesía:

Divina poesía,

tú, de la soledad habitadora,

a consultar tus cantos enseñada

con el silencio de la selva umbría;

tú, a quien la verde gruta fue morada,

y el eco de los montes compañía;

tiempo es que dejes ya la culta Europa,

que tu nativa rustiquez desama,

y dirijas el vuelo adonde te abre

el mundo de Colón su grande escena.

También propicio allí respeta el cielo

la simple verde rama

con que al valor coronas;

también allí la florecida vega,

el bosque enmarañado, el sesgo río,

colores mil a tus pinceles brinda;

y céfiro revuelto entre las rosas;

y fúlgidas estrellas

tachonan la carroza de la noche;

y el Rey del cielo, entre cortinas bellas

de nacaradas nubes, se levanta,

y la avecilla en no aprendidos tonos

con dulce pico endechas de amor canta.

¿Qué a ti, silvestre ninfa, son las pompas

de dorados alcázares reales?

¿A tributar también irás con ellos,

en medio de la turba cortesana,

el torpe incienso de servil lisonja?

No tal te vieron tus más bellos días

cuando en la infancia de la gente humana,

maestra de los pueblos y los reyes,

cantaste al mundo las primeras leyes.

No te detenga, ¡oh diosa!,

esta región de luz y de miseria,

en donde tu ambiciosa

rival Filosofía,

que la virtud a cálculo somete,

de los mortales te ha usurpado el culto;

donde la coronada hidra amenaza

traer de nuevo al pensamiento esclavo

la antigua noche de barbarie y crimen;

donde la libertad, vano delirio,

fe la servilidad, grandeza el fasto,

la corrupción cultura se apellida:

descuelga de la encina carcomida

tu dulce lira de oro, con que un tiempo

los prados y las flores, el susurro

de la floresta opaca, el apacible

murmurar del arroyo transparente,

las gracias atractivas

de natura inocente

a los hombres cantaste embelesados;

y sobre el vasto Atlántico tendiendo

las vigorosas alas, a otro cielo,

a otro mundo, a otras gentes te encamina,

do viste aún su primitivo traje

la tierra, al hombre sometida apenas;

y las riquezas de los climas todos,

América, del sol joven esposa,

del antiguo océano hija postrera

en su seno feraz cría y esmera.

...

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