ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Apuntes sobre David Ricardo


Enviado por   •  12 de Julio de 2021  •  Síntesis  •  5.433 Palabras (22 Páginas)  •  197 Visitas

Página 1 de 22

David Ricardo nació en Londres, en el seno de una familia de judíos ortodoxos, que había huido de la península ibérica tras la gran ola de persecuciones que se produjeron a finales del siglo XV. Se habían instalado eventualmente en Holanda y, desde allí, el padre de Ricardo se trasladó a Londres, donde prosperó como corredor de bolsa. David, el tercero de sus diecisiete hijos, recibió primero una educación convencional en las escuelas locales y con preceptores privados, para ser enviado durante dos años, cuando contaba once, a una escuela de Amsterdam, donde se educaba probablemente a los judíós ortodoxos en la enseñanza de la Biblia y del Talmud. A los catorce años, su padre empezó a empelarle en la bolsa y a los veintiuno renunció a la fe de sus mayores y se casó con una joven cúaquera. La ruptura consiguiente con su familia dejó a Ricardo abandonado a sus propios recursos. Hubo en banco que impresionado por la reputación del joven, le ofreció una ayuda que le permitió establecerse por su cuenta en un negocio de bolsa en el que actuaba como traficante y corredor de títulos de la deuda. Se hizo rico en muy pocos años y, poco después de cumplir los cuarenta años, se fue retirando gradualmente de los negocios para convertirse en un propietario residente en sus tierras. Cuando murió dejó un patrimonio calculado en unas setecientas mil libras.

  Ricardo empezó su carrera literaria en 1809, colaborando con un artículo anónimo en un periódico. Siguió con otros escritos, que dieron lugar al tema de las discusiones conMill, cuando mantenían correspondencia o paseaban juntos. Mill, en agosto de 1815, le sugirió que empezara un trabajo amplio sobre economía y que entrara en el Parlamento. Ricardo, ya rico y con tiempo libre, tenía la deuda con la humanidad y consigo mismo, según escribía Mill, de perfeccionar una ciencia de tal importancia para el bienestar de la humanidad. Estaba mucho más capacitado para hacerlo que ningún otro. Además, su ocio, recientemente ganado, le quitaba a Ricardo también toda excusa para no entrar en el Parlamento e intentar asimismo mejorarlo. Ricardo, se resistió a ambas cosas, pretendiendo no poseer las dotes adecuadas en cuanto a estilo y presentación; sin embargo, tras muchas angustias y con la activa colaboración de Mill, los Principios de economía política y de tributación fueron publicados en 1817, es decir, menos de dos años después de que Mill le diera la idea. La obra dio al autor el rango de ser considerado como la máxima autoridad en la materia.

   Después de dos años, Mill consiguió que Ricardo ingresase en la Cámara de los Comunes, que por entonces, estaba todavía sin reformar. La mayoría de sus discursos trataron de asuntos económicos, tales como las cuestiones monetarias, la deuda nacional y los problemas agrícolas. Su propuesta de establecer un impuesto sobre el capital y de saldar la deuda nacional, se consideró, incluso por sus amigos, como doctrinaria o teórica y le hizo perder gran parte de su influencia. En un discurso afirmaba que "nuestro país sería el más dichoso del mundo y su prosperidad iría más allá de cuanto la imaginación puede concebir, si nos deshiciéramos de nuestros dos grandes males: la deuda nacional y las leyes del grano".

   En cuestiones políticas, Ricardo se ponía del lado de los reformadores, apoyando las reformas parlamentarias especialmente la de la adopción de la votación secreta en lugar de la votación abierta entonces predominante, reforma que él creía de la mayor importancia para la expansión del sufragio, y la libre discusión de las opiniones religiosas. Votó a favor de diversas medidas liberales entre las que se incluyen la reducción del gran numero de delitos que eran objeto de pena capital, la abolición de la flagelación, la protección de las libertades civiles y el apoyo de las quejas católicas respecto a la discriminación. En cuanto a la forma parlamentaria, había, por supuesto, cierta ambigüedad en la posición de un parlamentario que defendía la abolición de los mismos procedimientos electorales a los que él debía su propio asiento; esta ambigüedad no dejó de ser subrayada por un crítico poco amistoso. También en esto los políticos consideraron a Ricardo doctrinario, es decir, una persona que insiste en la aplicación de unas teorías sin considerar los problemas prácticos que pueden surgir de dicha aplicación. En resumen, la carrera parlamentaría de Ricardo, si bien no puede decirse que fuera un fracaso, no fue tampoco un éxito tan fulgurante como lo fueron sus carreras como financiero y como economista. La modestia y la buena disposición de Ricardo fueron rasgos alabados por muchos de sus contemporáneos, pero nunca ninguno, ni siquiera en forma implícita, dijo nada del don del compromiso, tan valioso en la política, pero tan ajeno a este clarividente pensador como les ocurre tantas veces a muchos pensadores que se ven envueltos en la política.

   Los defectos de Ricardo como político pueden haber sido sus virtudes como pensador de la economía. Con una lógica implacable redujo el sistema económico a unas pocas variables y dedujo unas conclusiones que, sobre la base de sus hipótesis, parecían totalmente evidentes. No había estudiado ni historia ni filosofía pero su agudeza mental era tan pronunciada que le permitía manipular sus abstracciones como si fueran marionetas. Como había de señalar uno de sus hermanos en una necrología:

No tuvo la suerte de poseer lo que se llama una educación clásica, pero habría que preguntarse si ello hubiera sido realmente una suerte para él o si hubiera conducido su mente a un tipo de estudio, en su juventud, que, lejos de llevarle a aquellos hábitos de profundo pensamiento que le capacitaron, al final de su vida, para desarrollar los temas más abstrusos e intrincados y para ser el autor de importantes descubrimientos, le hubiera hecho recibir pasivamente las ideas de los demás.

    Con Ricardo, la economía política pierde la inclinación empírica que había sido tan característica en el sistema de Adam Smith. y se vuelve austera y abstracta. Con él, la economía política pierde también sus contactos con la filosofía y empieza a ser verdaderamente autónoma, es decir, a estar desligada de todo principio que no sea generado por la lógica interna de su propio sistema de pensamiento. Ricardo estaba relacionado, a través de Mill y de otros, con el círculo de Bentham. El mismo Bentham había de decir "Yo soy el padre espiritual de Mill y Mill fue el padre espiritual de Ricardo; Ricardo fue, por lo tanto, mi nieto espiritual. Sin embargo, mientras la carrera de Ricardo como economista estuvo modelada por la influencia de Mill y se unió a las propuestas políticas prácticas de los benthamistas, no hay, sin embargo, en sus escritos, ni el más pequeño intento de solucionar ninguna de las grandes cuestiones sobre el hombre y sobre la sociedad, como había sucedido con la filosofía de Bentham.

    El método de Ricardo fue el de una mente lógica, que razonaba dentro de un alto plano de abstracción; lo que le llevó a convertirse en participante activo y a ser, en su día, el número uno en la discusión económica de su época fue, sin embargo, su interés por los problemas económicos concretos y específicos con que se enfrentaba la Inglaterra del siglo XIX. Dichos problemas surgían de las circunstancias de las finanzas de guerra producidas por la participación del país en las prolongadas guerras napoleónicas, Junto a este problema, estaba el del desplazamiento de la estructura económica británica desde la agricultura hacia la industria, transformación más perceptible en los tiempos do Ricardo que en los de Smith, y que había de sacudir a la sociedad británica hasta sus cimientos, siendo bien recibida por unos y deplorada por otros. Mientras los últimos deseaban retardar dicha transformación, querían los primeros acelerarla. En esta pugna, Ricardo se alió con los que habían de proclamarse victoriosos y, en tanto en cuanto la extensión de unas ideas pueda decirse que pueda dar forma al curso de la historia, podemos reconocer a Ricardo como a uno de los constructores del orden económico del siglo XIX cuyo centro había de establecerse firmemente en Inglaterra, basada en la regla de oro del libre comercio. No existe la menor duda de que los problemas que pusieron en movimiento el pensamiento de Ricardo fueron eminentemente prácticos y de orientación política.

    Desde 1809 hasta 1813, los escritos económicos de Ricardo, es decir, sus publicaciones y correspondencia, tratan de la controversia monetaria de su tiempo. Desde allí en adelante, su atención se fue desplazando gradualmente hacia problemas económicos más amplios, que hacia surgir el tema pendiente de la protección a la agricultura; éstos dieron lugar primero a un folleto y más tarde, en 1817, a los Principios de economía política. Cuando Ricardo publicó por primera vez (1809) aquel articulo periodístico anónimo sobre El precio del oro, lo que era llamado "el más grande de los debates monetarios", estaba alcanzando su cenit. La opinión estaba dividida entre los "bullonistas", para los que la inflación de los tiempos de guerra era el resultado de la expansión monetaria y los «antibullonistas» que la atribuían a la actuación de otras causas. El famoso Bullion report of a select cornrnittee of the House of Cornmons, realizado un año después,  y en cuya preparación ejerció Ricardo cierta influencia, se puso de parte de los bullonistas y aconsejó una pronta reasunción de los pagos en efectivo realizados por el Banco de Inglaterra, para amortiguar la expansión monetaria. Los pagos en oro se suspendieron en 1797 y desde entonces, durante casi un cuarto de siglo, el país seguía con un patrón papel no convertible. Hubo intermitentes y, en conjunto, moderados incrementos del precio del oro, del cambio extranjero y de las mercancías y lo que interesaba al creciente grupo de los economistas era precisamente la interpretación de estas manifestaciones de la inflación producida durante los tiempos de guerra. El asunto estaba complicado por una serie de factores, entre los que se incluía la pérdida ocasional de la cosecha de grano en Inglaterra, que necesitaba importaciones del mismo, la demanda continental de oro para fines de reconstrucción monetaria tras el desastre de los asignats en Francia y las exigencias de las finanzas de guerra, que llevaban consigo el mantenimiento del ejército en territorio extranjero y los subsidios a los aliados continentales.

    Cuando Ricardo entró en el debate monetario, éste había sido  discutido en una serie de valiosos folletos y en un libro destacado, El crédito del papel moneda en la Gran Bretaña. Henry Thornton (1760-1815), que lo había escrito en 1802, era banquero y parlamentario y, junto con William Wilberforce, dirigente de la evangélica secta de los Santos»o Secta Clapham, que exigía la urgente abolición del tráfico de esclavos y otras reformas. Como su padre, que habla sido uno de los primeros benefactores del Darmouth College, Thornton fue un gran filántropo; éste, antes de asumir responsabilidades familiares daba las seis séptimas partes de sus ingresos para obras de caridad y pagaba normalmente su impuesto sobre la renta, siguiendo un esquema de graduación que él había propuesto en la Cámara de los Comunes, pero que no habrá conseguido que fuera adoptado. El libro de Thornton abría nuevos caminos.

    La  reacción de Ricardo frente a las ideas de Thornton fue intermedia, Ricardo reforzaba sus argumentos subrayando sólo unas pocas variables, En varios artículos periodísticos y folletos, y sobre todo en El alto precio de los lingotes (1810), Ricardo abogó por una estrecha teoría cuantitativa del dinero. Para él, la expansión monetaria, y sólo la expansión monetaria, era la causante de la inflación producida durante las guerras y podrí haberse evitado si el Banco de Inglaterra hubiera permanecido bajo la disciplina del patrón oro. Apoyó, en consecuencia, una urgente reasunción de los pagos en efectivo y unió esta petición a una propuesta de realizar un "plan del lingote" que se parecía al gold bullion standard del siglo xx. Su adhesión a una rígida teoría cuantitativa del dinero le impidió darse cuenta de la relación existente entre las variaciones de la producción, relación ésta que había de esperar otros cien años para ser re-descubierta en la moderna teoría monetaria. Aunque asimiló la idea de Thornton sobre el vínculo indirecto entre el dinero y los precios a través del tipo de interés, no utilizó  la idea del ahorro forzoso, a la que atribuyó, como mucho, efectos «insignificantes».  En cuanto a la desfavorable balanza comercial, no podía haber otra causa que no fuera la "excesiva cantidad de dinero» producida por la expansión monetaria. La tentación de exportar dinero a cambio de mercancías, es decir, lo que llamamos una desfavorable balanza comercial, nunca surge si no hay un exceso de dinero. Para Thornton, el exceso de dinero era quizás el efecto de una desfavorable balanza comercial. Para Ricardo sólo había una causa : " si consentimos en dar moneda a cambio de mercancías, debe ser como alternativa y no como necesidad. No importaríamos más mercancías de las que exportamos, si no tuviéramos un exceso de dinero que puede también formar parte de nuestras exportaciones». Niega así Ricardo la necesidad de equilibrar los movimientos de oro: no hay ninguna necesidad do exportar oro si lo que se pretendo es simplemente rebajar los precios en el país exportador y elevarlos en el país importador, ya que el oro acabará volviendo al país exportador primitivo a cambio de unas mercancías. ¿Por qué no empezar entonces por exportar mercancías?

    Esta intolerancia con una cadena de ajustes que parece ofuscar el eventual equilibrio,  es un rasgo característico del método de Ricardo, que lo justifica así:

 

El primer punto a considerar es ¿cuál es el interés de los países en el caso supuesto? El segundo ¿cuál es su costumbre? Ahora bien, es evidente que no necesito ser muy solicito respecto a este último punto para mi propósito, será suficiente si puedo demostrar que el interés del público está conforme con lo que yo he establecido. No considero que sea una respuesta el decir que los hombres ignoran cuál es la forma mejor y más económica de dirigir sus negocios y de pagar sus deudas, ya que ello es cuestión de hecho y no de ciencia, y puede ser impulsado incluso en contra de casi todas las proposiciones de la Economía Política. Cuando uno dice que el dinero irá al extranjero para pagar una deuda, o subsidio, o para comprar grano, aunque no sea superabundante, pero admite al mismo tiempo que volverá rápidamente y será cambiado por mercancías, me da la impresión de que se me da la razón en todo lo que digo, es decir, en que sería de interés para ambos países, siempre que el dinero no sea superabundante en el país deudor, el ahorrarse el gasto de exportar el dinero, ya que ello irá seguido de otro gasto también inútil; el de volverlo a enviar al país primitivo.

    Algunos años más tarde (1817), Ricardo hizo resaltar más todavía su propio procedimiento comparándolo con el de Malthus

    Me parece que una causa importante de diferencia entre nuestras opiniones sobre los temas que hemos discutido tan a menudo es que tú tienes siempre en tu mente los efectos inmediatos y temporales de los cambios concretos mientras yo, por el contrario, dejo completamente de lado estos efectos inmediatos y temporales, para fijar toda mi atención en el estado permanente de las cosas, que resultará de ellos, Quizá tú das demasiada importancia a estos aspectos temporales, mientras yo estoy demasiado dispuesto a minusvalorarlos.

    Al llevar los problemas hasta sus últimas conclusiones, debido a su tendencia a subrayar los efectos a largo plazo, y a hacer que los ajustes, que necesitan su tiempo, parezcan tener lugar instantáneamente, Ricardo expresa en ocasiones pensamientos que están en los límites de lo paradójico. Como indicaba en una carta dirigida a Malthus en 1820, su objetivo es dilucidar principios y, para conseguirlo, imagina casos extremos.  Estas características de su método, que aparecen ya en sus primeros trabajos, dejaron su huella en todos sus escritos.

    No debe creerse, sin embargo, que el genio de Ricardo fuera sólo capaz de elevarle hasta las más altas cimas de la abstracción, pero que fracasara cuando se tratara de asuntos verdaderos más cercanos al mundo real. Tenía, por supuesto, la mente de un negociante de éxito y se encontraba tan a sus anchas en el mundo de los hechos como en el mundo de las ideas.

    Mientras tanto, las ideas que habían de constituir la esencia de sus Principios de 1817 iban tomando forma gradualmente en la mente de Ricardo. No publicó nada desde 1812 a 1814, pero, por sus cartas, sabemos que en 1813 y 1814 se iba desarrollando en su pensamiento un punto de vista sobre los beneficios, que se había de convertir posteriormente en el punto clave de su sistema. Este punto de vista estaba en claro desacuerdo con el sostenido por Adam Smith. Smith había dicho que, conforme se va acumulando capital, la competencia hace que decrezca la tasa de beneficios. Ricardo, por su parte, relaciona los beneficios con los salarios y de ahí, indirectamente, con el coste de producción de las subsistencias necesarias al trabajador. Los altos costes de producción de los alimentos provocarán salarios altos y beneficios bajos; en cambio, los costes reducidos tendrán el resultado opuesto. Lo que le interesaba era, aparentemente, la cuestión empírica de las variaciones reales de los beneficios durante el período de las guerras napoleónicas, cuestión que fue discutida en su correspondencia con Malthus. En 1813, Ricardo escribía:

Estoy entre los que creen más firmemente que hemos experimentado un gran incremento de riqueza y prosperidad desde el principio de la guerra; no estoy seguro, sin embargo, de que dicho incremento se haya debido a un aumento de los beneficios, o mejor dicho, a un aumento de la tasa de beneficios, por lo que a nosotros respecta. Tengo pocas dudas, no obstante, de que durante un largo período, ha habido una mayor tasa de beneficios, pero, ha ido acompañada por unos perfeccionamientos de la agricultura tan extraordinarios, tanto aquí como en el extranjero, que ello es perfectamente reconciliable con mi teoría.

    En marzo del año siguiente, informaba a su amigo Hutches Trower sobre la controversia y concluía con las siguientes palabras:  «nada, creo yo, puede incrementar los beneficios comerciales en forma permanente, sea con el mismo o con un mayor capital, si no es una forma realmente más barata de obtener alimentos". En octubre dc 1814, en una carta dirigida a Malthus, extendió la idea y la relacionó con lo que constituye el germen de la teoría de la renta diferencial:

La acumulación de capital está quizá preparando el terreno para unos beneficios permanentemente decrecientes. Me parece importante averiguar cuáles son las causas que pueden ocasionar un alza en el coste del producto bruto, ya que los efectos que tendría dicha alza sobre los beneficios serían diametralmente opuestos. El alza en el coste del producto bruto puede ser ocasionada por una gradual acumulación de capital que, al crear nueva demanda de trabajo, estimulará probablemente el crecimiento de la población y promoverá en consecuencia el cultivo o la mejora de tierras inferiores; esto no hará que aumenten los beneficios, sino que disminuyan, ya que no sólo se elevará el nivel de los salarios, sino que se emplearán más trabajadores que no darán lugar a un aumento proporcional del producto bruto.

    El paso siguiente dado por Ricardo tenía la intención de hacer su teoría de los beneficios decrecientes más convincente, al relacionarla expresamente con una teoría, plenamente madura, de la renta diferencial. El principio de los rendimientos decrecientes es un importante corolario de esta última teoría. Al principio del siglo XIX, conforme Inglaterra se iba desplazando de las exportaciones netas de grano a las importaciones netas del mismo, se extendió una  conciencia de este principio, cuando se hicieron intentos de elevar la producción nacional. En el siglo XVIII, el principio había sido establecido por Turgot. Steuart había aludido a él y un especialista en agricultura escocés, James Anderson (1789-1808), había estado muy cerca de enunciar el principio de la renta diferencial. En la segunda década del siglo XIX, el tema adquirió una nueva importancia, debido al gran problema de la protección de la agricultura nacional. Se buscaba intensamente la formulación del principio de la renta diferencial y, en febrero de 1815, Malthus, West, Torrens y Ricardo (en el corto intervalo de menos de tres semanas y en el orden indicado) publicaban sendos escritos que enunciaban el nuevo principio todos ellos, si exceptuamos a Torrens, se refirieron a lo que había de Ilamarse más tarde los márgenes extensivos e intensivos de cultivo.

    El título del folleto de Ricardo índica claramente la dirección tomada ahora por su pensamiento. Dice así: Ensayo sobre la influencia del precio bajo de los cereales sobre el beneficio del capital, en el que se demuestra la inconveniencia de las restricciones sobre la importación. En la introducción de su Ensayo sobre los beneficios, que es el nombre con el que se conoce normalmente al folleto, se refiere Ricardo a sus propios principios que regulan la renta, diciendo que difieren sólo «ligerísimamente de los que, en forma tan completa y capaz, han sido desarrollados por Mr. Malthus en su última y excelente publicación, con la que me encuentro muy en deuda". En el Ensayo, Ricardo utiliza el principio de la renta diferencial para apoyar su idea de que el crecimiento de la población y el del capital llevarán consigo beneficios decrecientes, contingencia ésta que él desea que se evite mediante una importación no restringida de grano del exterior.

    Ricardo desarrolla, según esto, las partes esenciales de su teoría de la distribución, que cubre los beneficios, los salarios y la renta de la tierra, antes de empezar a escribir sus Principios. El Ensayo sobre los beneficios no incluye, sin embargo, una teoría del valor. En su lugar, Ricardo utiliza un patrón cereal en el que tanto el producto agrícola como las cuotas distributivas se expresan en función del cereal: bien sea trigo u otros granos. Ricardo se imagina, en función del cereal, el incremento de la renta, la constancia de los salarios y la disminución de los beneficios, con la tasa de beneficios de los agricultores controlando las tasas de beneficios de toda la economía. Esto deja sin contestar el por qué los beneficios agrícolas tienen el poder de control que Ricardo les atribuye y por qué un salario monetario mayor -que refleja un salario real constante, pero unos precios del grano mas elevados- no elevará los precios de los productos y dejará, de esta forma, los beneficios como estaban. La teoría del valor que desarrolla Ricardo en los Principios y con la que integra  su teoría de la distribución, proporcionaría una respuesta. Hay una insinuación sobre esta teoría del valor en el Ensayo, cuando Ricardo señala que el " valor cambiable de todas las mercancías se eleva, conforme aumentan las dificultades para su producción ".

    Ricardo aborda la discusión de la economía política general con el estudio de la distribución, diferenciándose, por la importancia dada al tema, de Adam Smith, que colocó la producción en el centro. Ricardo se daba cuenta de esta diferencia y, en una carta escrita a Malthús en 1820, habla sobre ello: «tú crees que la Economía Política es una investigación sobre la naturaleza y la causa de la naturaleza, mientras que yo creo que podría decirse que es más bien una investigación sobre las leyes que determinan la división del producto de la industria entre las clases que contribuyen a su obtención». La nueva importancia dada a la distribución estaba de acuerdo con las cambiantes circunstancias de la época.  La transición desde la agricultura a la industria hacía surgir cuestiones acerca de las participaciones relativas de los terratenientes y de los capitalistas, y el sistema industrial, que escasamente apuntaba en los tiempos de Adam Smith, había ido avanzando y provocando gradualmente la aparición de problemas laborales. "La importancia dada a la distribución es una característica nueva en la historia del pensamiento económico".  Para los hombres de la Edad Media, con su orden social relativamente inmóvil, la distribución no planteaba ningún problema especial y el pensamiento económico estaba orientado principalmente hacia el consumidor. Para los mercantilistas, el deseo de ganancia nacional dejaba en la sombra a todas las demás consideraciones.

   El capitulo de Ricardo que trata del valor, comienza de esta manera:

El valor de una mercancía o la cantidad de otra mercancía por la que aquella puede ser cambiada depende de la cantidad relativa de trabajo necesario para su producción y no de la mayor o menor remuneración que se ha pagado por dicho trabajo.

    La teoría de Ricardo sobre el valor, resumida en esta frase,  tomó su forma definitiva durante la preparación de los Principios. Bregó con ella durante el resto de su vida pero sin renunciar nunca a sus fundamentos.

    Para Ricardo, como para Smith, el valor es más un valor en cambio que un valor en uso; el valor en cambio tiene tres constituyentes utilidad, escasez y trabajo,  que están incorporados a la cosa cuyo valor se quiere determinar. En cuanto a la utilidad, nada que no sea útil podrá tener un valor en cambio, aunque la utilidad no es lo que mide dicho valor. En cuanto a la escasez, determinará por sí sola el valor de las cosas que no pueden ser reproducidas por el trabajo, como ocurre en las pinturas o estatuas que sean obras maestras o con los libros o monedas raros. El valor de estas cosas reflejará la fuerza de la demanda de los que están deseosos de comprarlas. El número de estos bienes es, sin embargo, pequeño y su importancia no es tampoco muy grande. Los bienes de mayor importancia son, con mucho, aquellos que pueden ser reproducidos en cantidad por el trabajo humano y es a ellos, si se producen bajo unas condiciones de libre competencia, a los que se aplica la teoría de Ricardo sobre el valor, según la cual su valor en cambio está regulado por la cantidad de trabajo incorporado a dichos bienes. Ricardo considera que esta doctrina es « de la máxima importancia en economía política" ya que un gran número de errores y muchas de las diferencias de opinión en esta ciencia, proceden de las vagas ideas que se tienen sobre la palabra valor».

    Ricardo rechaza la otra versión de Smith del «patrón de medida del valor», es decir, la de trabajo exigido u ordenado. El trabajo incorporado y el trabajo exigido no son, en modo alguno, iguales y el trabajo que se puede exigir es una magnitud muy variable, sujeta a las variaciones de la oferta y de la demanda de trabajo y a las de los precios de los artículos de primera necesidad. Para él, no servía de gran cosa el patrón cereal, debido también a la variabilidad de dicha unidad de medida, cuyo valor cambiará con las condiciones agrícolas, con la población y con las medidas políticas que afectan a su importación.

    Ricardo pasa entonces a discutir un cierto número de dificultades, con que la teoría del valor del trabajo incorporado debe enfrentarse. El principio de que son más bien las cantidades relativas de trabajo incorporadas y no los salarios del trabajo los que determinan el valor en cambio de las cosas, principio que había sido ya limitado con las palabras: casi exclusivamente, aparece ahora «considerablemente modificado» por la actuación de ciertos factores.  En la discusión de estos últimos,  Ricardo duda en ocasiones entre una teoría del valor que pretende explicar la razón en que se hacen los cambios y otra que pretende explicar las variaciones sufridas por dicha razón. Las dificultades con que se enfrenta la teoría del valor-trabajo surgen de la falta de homogeneidad del trabajo y del empleo de capital, que está asociado al trabajo en proporciones variables en los distintos procesos de producción. Hay también variaciones en las proporciones en que se encuentran el capital físico y el circulante, en la durabilidad del capital  y en la velocidad de rotación de capital variable.

    Con todo esto, aparece el reconocimiento de la importancia del elemento tiempo en el proceso de producción: los inversionistas reciben una retribución que está en relación con la cantidad de tiempo transcurrido hasta que la inversión da fruto en forma de mercancías comerciables y en cambio el valor de dichas mercancías será afectado por esta retribución del capital. Las mercancías se cambiarían en proporción a las cantidades de trabajo incorporadas a las mismas, si el trabajo y el capital estuvieran siempre combinados en la misma proporción, si todos los capitales fijos tuvieran la misma durabilidad y si la velocidad de rotación del capital circulante fuera uniforme en todos los campos de la economía. Al no ocurrir así todo esto, las variaciones de los salarios afectarán al valor en cambio de las cosas. Si los salarlos varían respecto a los beneficios, el valor de cambio de las mercancías que lleven incorporada una cantidad de trabajo relativamente grande variará en la misma dirección,  por el contrario, cuando se trate de mercancías que lleven incorporadas una cantidad de capital relativamente grande su valor variará en sentido opuesto, siendo la variación mas pronunciada si el capital fijo empleado es muy durable y si la velocidad de rotación del capital circulante es pequeña.

    El reconocimiento de Ricardo de que no son sólo las cantidades de trabajo incorporado, sino también los salarios y los beneficios, los que afectan los valores de cambio, hace posible interpretar su teoría del valor no como se ha hecho convencionalmente como una teoría-trabajo, sino como una teoría-coste de producción, si bien sea una teoría que excluya la renta de la tierra. Esta interpretación tiene el apoyo de Alfred Marshall y de algunos otros pensadores. No obstante, el mismo Ricardo,  cuando explica plenamente las modificaciones de su teoría-trabajo, las considera poco significativas frente al conjunto y atribuye una importancia mucho mayor a las variaciones del trabajo incorporado como factor responsable de las variaciones del valor de cambio de las cosas. El gran impacto hecho por Ricardo en la economía se debe a que es un exponente de una teoría del valor-trabajo y no exponente de una teoría del coste de producción.

    Ricardo aplica su teoría del valor al dinero y considera también el valor del dinero según una teoría del dinero-mercancía. Si se considera al dinero como a una mercancía más, su valor reflejará la cantidad de trabajo incorporado en el mismo.,como en el caso de las demás mercancías. Las variaciones de los salarios tendrán los mismos efectos sobre el precio del oro que sobre las otras mercancías y, de esta forma, los valores de cambio relativos, permanecerán invariables. Las monedas de oro pueden ser más valiosas que las respectivas cantidades de metal, ya que incluyen el precio del monedaje del estado, que se interpreta también en función del trabajo. En cuanto al papel moneda, "todo su precio puede ser considerado como monedaje".

    En los Principios, el valor del dinero se interpreta, como vemos, en función de la teoría del valor-trabajo, mientras que en los escritos anteriores de Ricardo sobre cuestiones monetarias, el valor del dinero había se discutió según la teoría cuantitativa del dinero. El distinto énfasis dado en unos o en otros escritos a estas interpretaciones se debe, quizás, a las distintas condiciones monetarias. Cuando Ricardo escribió sus folletos sobre la moneda, regía en Inglaterra el patrón papel, mientras en la época de la publicación de los Principios se tendía a restaurar el patrón oro y no era ya recesarlo insistir en la necesidad de limitar la cantidad de papel moneda. En 1820, Malthus llevó de nuevo la atención de Ricardo hacia la cuestión dcl papel moneda; este último se sintió entonces inclinado a exceptuarlo de la aplicación de su teoría del valor-trabajo, debido a que, como mercancía sujeta a monopolio, no entraba dentro del grupo de mercancías a las que era aplicable su teoría del valor.

[pic 1][pic 2][pic 3][pic 4]

[pic 5][pic 6][pic 7][pic 8][pic 9][pic 10][pic 11]

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (32 Kb) pdf (135 Kb) docx (717 Kb)
Leer 21 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com