Bibliografia De Viktor E Frankli
Enviado por juyaguari • 21 de Noviembre de 2014 • 1.589 Palabras (7 Páginas) • 248 Visitas
Relato de la vida del autor Viktor E. Franki en los campos de concentración de la antigua Alemania nazi.
Relata la crueldad con la que los soldados de las SS maltrataban a los prisioneros y a su vez explica como incidía la vida en el campo de concentración en la mente del prisionero medio.
En un campo de concentración había dos tipos de prisioneros diferentes, a saber. El prisionero corriente, que sufría los trabajos más duros y recibía la crueldad de los soldados y los denominados “capos”, estos eran prisioneros con privilegios y a menudo trataban a los otros prisioneros peor que los mismísimos soldados.
Nada más llegar al campo de concentración, que en este caso era el de Auschwitz, al prisionero se le quitaban sus objetos personales y sus documentos de identidad y se les identificaba con un número. Después se hacía una primera selección que para algunos tendría algún defecto para trabajar y los enviaban a alguno de los campos centrales provistos de crematorios y cámaras de gas. Los trabajos forzados de los prisioneros tenían, a veces, una recompensa en forma de cupón. Dicho cupón se podía canjear por una docena de cigarrillos o una docena de raciones de sopa. Normalmente los cupones se guardaban para la sopa, pero gracias a ellos se podía distinguir cuando un prisionero perdía las ganas de vivir y se fumaba sus cigarros para “disfrutar” de sus últimos días de existencia.
Como primer síntoma que sufrió es el shock. Unos 1500 prisioneros viajaban en un tren que estaba abarrotado. Eran unos 80 en cada vagón y creían que los iban a destinar a una fábrica de munición. Entonces se dieron cuenta que los habían trasladado hacia Auschwitz, un campo de concentración, Nada más bajar, los recibieron un grupo de prisioneros que hablaban en todas las lenguas europeas imaginables y que parecían bien alimentados. Luego se sabría que era un grupo especial de prisioneros que hacían las funciones de comité de bienvenida. Por ello los prisioneros que llegaban pensaron que podrían compartir su situación. En psicología, existe un estado de ánimo llamado “La ilusión del indulto” en la que el condenado a muerte a punto de morir, concibe la ilusión en la que sería indultado. Lo mismo les pasaba a esos prisioneros, se agarraban a los últimos girones de esperanza que les quedaba. Llegó el momento de la desinfección, donde les quitaron todos sus objetos personales, Franki perdió un manuscrito de alto valor, les afeitaron todo el cuerpo y les dieron una pastilla de jabón. A partir de ese momento lo único que tendrían aquellos prisioneros seria su existencia desnuda. Ningún enlace material hacia su vida anterior. Después en la ducha a todos los prisioneros los embargó un humor macabro. Sabían que nada tenían que perder así que se pusieron a bromear sobre ellos mismos. Aparte del humor, otra sensación se apodero de ellos: la curiosidad que suele aparecer ante ciertas circunstancias extrañas. Se tenía ese ánimo como medida de protección, todos deseaban saber que pasaría a continuación. La amenaza de muerte continua, lo desesperado de la situación y al preguntarse quién sería el siguiente abrigaba en ellos el pensamiento de suicidarse o “lanzarse contra la alambrada”, como decían ellos. Seguidamente un colega de Franki salió de su barracón a pesar de la prohibición y les dio unos consejos alentadores, como el de tener una apariencia joven. Puesto que a los que parecían enfermos y demacrados por fuera y por dentro eran los que más probablemente fueran derechos a la cámara de gas. A estos últimos se les llamaba musulmanes.
Las reacciones de la fase anterior empezaron a desaparecer a los pocos días. A todos los prisioneros los invadió un síntoma de apatía, en la que se llegaba a una especie de muerte emocional, desaparecen sus sentimientos ante la visión de cosas tétricas que ocurren todos los días, hasta que al final esas escenas se hacen habituales y se acostumbraban a ellas. Esta apatía era un mecanismo necesario de autodefensa, ya que el prisionero olvidaba todo dolor y sufrimiento y se centraba en un único objetivo, el conservar la vida propia y la de otros compañeros. Los deseos más primitivos de los prisioneros, como comida, un baño caliente, cigarrillos. Se hacían ver en sus sueños. En una ocasión. Franki pretendía despertar a un compañero que estaba teniendo una pesadilla. Pero al final lo dejo porque por muy horrible que fuera la pesadilla siempre sería mejor que la realidad en el campo. El hecho de la desnutrición que sufrían y que la ausencia total de sentimentalismo provocaba también que el deseo sexual fuera nulo. Pero a pesar del primitivismo físico y mental. Los prisioneros llevaban una profunda vida espiritual. Las personas de constitución débil
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