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Biografia De Escritores Ecuatorianos


Enviado por   •  27 de Enero de 2015  •  8.001 Palabras (33 Páginas)  •  430 Visitas

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Biografías de escritores ecuatorianos

Escritores quiteños:

Jorge Icaza

(Quito, 1906 - 1978) Escritor y novelista ecuatoriano, máximo representante junto con Alcides Arguedas y Ciro Alegría del ciclo de la narrativa indigenista del siglo XX. Su infancia transcurrió en el latifundio de su tío, donde entró en contacto con la realidad social ecuatoriana que marcó toda su obra.

Después de abandonar los estudios de Medicina, hizo algunos cursos de declamación, y se convirtió en actor, lo cual le dio oportunidad de recorrer su país y descubrir la situación infrahumana del indio. Contrajo matrimonio con la actriz Marina Montoya, y se inició como autor dramático, pero sus obras no tuvieron éxito, excepto tal vez Flagelo (1936).

Su fama se debe a su obra narrativa, que comenzó con el libro de cuentos Barro de la Sierra (1933), en la que ya se hace patente el tema que atravesó todos sus escritos: la situación del indio ecuatoriano.

En 1935 ganó el Premio Nacional de Literatura en su país, con la novela En las calles (1935); en ella narra la situación del indio perdido en la ciudad, lugar donde sus protestas se esfuman sin alcanzar nunca las altas esferas del gobierno. Más adelante montó un negocio de librería, trabajo que alternó con el de escritor. Fue lector entusiasta de los grandes novelistas rusos, desde Gogol a Tolstoi y Dostoievsky. En 1944 formó parte del grupo de fundadores de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y luego fue enviado a Buenos Aires como agregado cultural; allí permaneció hasta 1953. Al regresar a su país, fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de Quito.

Icaza es una figura sobresaliente del indigenismo en la narrativa ecuatoriana: en su primera novela, Huasipungo (1934), expone la degradada situación en que se encuentran los indios, sometidos a esclavitud por los patronos que cuentan con el apoyo de la autoridad civil y eclesiástica; este libro, de valiente denuncia social y crudo realismo (constantes de la narrativa de Icaza), se ha convertido en una obra fundamental en la evolución de la corriente indigenista del Ecuador. Con él, la novela ecuatoriana entra de lleno en la tendencia del compromiso social de la novelística actual.

Probablemente la cúspide de su elaboración artística la consiguió Icaza en la obra Cholos, que enfoca la transformación del cholo en burgués, ahondando en la sicología de los personajes; éstos alcanzan en la novela independencia con respecto a la problemática social que subyace de sus vidas, al mismo tiempo que en sus páginas se aprecia una comprensión de la problemática andina.

Otras obras destacadas son Huairapamuscas (Los hijos del viento, 1947); Seis veces la muerte (1953), colección de cuentos de rico contenido humano y de mayor originalidad en los temas; El chulla Romero y Flores (1958)

Fernando Chaves

Narrador, ensayista y periodista ecuatoriano, nacido en Otavalo (en la provincia de Imbabura) en 1902. Fue autor de dos excelentes narraciones -La Embrujada (1923) y Plata y bronce (1927)- que sentaron las bases de la novela indigenista ecuatoriana.

Hombre de vivas inquietudes humanísticas y vasta formación cultural, decidió, a muy temprana edad, orientar su vida profesional por el sendero de la docencia, por lo que, en plena juventud, se matriculó en el Instituto Normal Juan Montalvo, de su ciudad natal, donde alcanzó el título de maestro nacional.

Marchó luego a México para ampliar tanto sus horizontes vitales como sus conocimientos académicos; y, tras especializarse en Pedagogía, regresó a su nación para emprender su carrera docente como maestro de escuela en una pequeña población rural. Rondaba, a la sazón, los veinte años de edad, y fue por aquel entonces cuando decidió probar fortuna como escritor, para plasmar sus vivencias y observaciones de aquel período en una especie de nouvelle (o novela corta), La embrujada (1923), que logró ver impresa entre las páginas de una publicación periódica de Quito, la Revista de la Sociedad Jurídico-Literaria.

Esta primera incursión del joven Fernando Chaves en la prosa de ficción fue saludada con grandes elogios por parte de la crítica especializada, circunstancia que le alentó a enfrascarse en un proyecto narrativo mucho más ambicioso, la novela extensa titulada Plata y bronce (Quito: Imprenta Nacional, 1927). El éxito volvió a sonreír a Chaves con esta nueva entrega literaria, que fue galardonada con el primer premio en un certamen convocado por el grupo América, señalada pronto por la crítica como uno de los grandes hitos de la prosa de ficción ecuatoriana.

Entretanto, el humanista de Otavalo continuaba desplegando una intensa actividad docente que, tras llevarle a impartir clases de enseñanza media en varios institutos del país, acabó por conducirle hasta la Universidad Central de Ecuador (Quito), donde brilló como profesor e investigador. Previamente, había ocupado el cargo de Director de la Escuela Municipal del cantón de Espejo.

Chaves albergó, desde su juventud, una serie de inquietudes cívicas que, amparadas siempre por sus firmes convicciones democráticas, le impulsaron a vincularse estrechamente con la evolución política y cultural de Ecuador. Así, al margen de desempeñar durante algún tiempo diversas actividades en el seno del Partido Socialista (al que llegó a pertenecer en calidad de afiliado), aunó sus valores cívicos con sus méritos académicos para culminar su carrera política ocupando el cargo de Ministro de Educación Pública durante el mandato gubernamental del Presidente Galo Plaza Lasso. Además, desempeñó brillantes funciones diplomáticas en calidad de cónsul de Ecuador en diversos países de Europa (Alemania, Francia y Portugal), y fue también embajador plenipotenciario de su nación en El Salvador, Nicaragua y México.

Obra

Especializado en los ámbitos de la pedagogía y la sociología, Fernando Chaves sobresalió por la publicación de algunos ensayos tan notables como Ideas sobre la posición actual de la pedagogía (Quito: Ministerio de Educación Pública, 1933) y El hombre ecuatoriano y su cultura. Además, publicó un interesante colección de apuntes y reflexiones de viajes -titulada Crónicas de mi viaje a México (1935)-, así como una magnífica traducción al castellano de Carta al padre, de Franz Kafka. En este último trabajo, Chaves no sólo hizo gala de su perfecto dominio del alemán y su capacidad para traducirlo a la lengua hablada por millones de hispanoamericanos, sino que demostró también estar especialmente dotado para el ejercicio de la crítica literaria, como dejó patente en el lúcido ensayo con que encabezó su traducción, titulado Obscuridad y extrañeza (a propósito de Franz Kafka) (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1956).

Pero, sin duda alguna,

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