Biografia De Eugenio Maria De Hostos
Enviado por laingeniera • 5 de Diciembre de 2012 • 2.658 Palabras (11 Páginas) • 946 Visitas
PENSAMIENTO E INFLUENCIA DE HOSTOS EN LA EDUCACIÓN DOMINICANA
1.1 Eugenio María de Hostos
Nació en Río Caña, barrio de las Marías (Mayagüez), Puerto Rico, el 11 de enero de 1839. Sus padres fueron Eugenio Maria de Hostos y Rodríguez y Maria Hileria Bonilla y Cinturón.
En el año 1851 fue enviado junto con su hermano menor, Carlos a Biblao, donde realizó sus estudios secundarios. Después de haber adquirido el titulo de bachiller, ingresó a la Facultad de Derecho y de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, en la que fue discípulo de Sanz del Río. Allí recibió parte de su formación humanística.
Luego de una larga jornada cívica en su país natal y en otros países Hispano-americanos, continuó en la búsqueda del ideal de la independencia política, pensamiento que fue constante en su noble empresa.
Sus principales obras son: La moral social y el derecho constitucional.
1.2 Hostos y la Educación en Santo Domingo
Eugenio Maria de Hostos llegó a Santo Domingo en el año 1879. El estado de la educación dominicana para ese tiempo era poco satisfactorio, o mejor dicho, desastroso, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo.
En aquel tiempo, solo contábamos con centros educativos en las principales ciudades del país (Santo Domingo, Santiago de los Caballeros, La Vega, etc.) donde se impartían los primeros rudimentos de la enseñanza. Existían además algunos colegios particulares.
La universidad se hallaba cerrada desde los días de la ocupación haitiana. La enseñanza no estaba orientada conforme a un plan uniforme y científico; aunque existían maestros de gran valor y erudición, su labor se limitaba casi exclusivamente a la enseñanza literaria.
El método didáctico, empleado en ese entonces, adolecía de anacronismo y el estudio de las disciplinas científicas permanecía en completo descuido. Para que este estado de cosos fuera superado Hostos pensó que era preciso establecer un plan nacional y científico en la enseñanza y luego poner de manifiesto los principios racionales que formaban su pensamiento pedagógico, el cual provocó una cierta pugna con los viejos moldes tradicionales y arcaicos configurados en el escolasticismo nacional.
En base al mejoramiento de la enseñanza, Hostos reaccionó ante la impresión caótica que ofrecía la instrucción y fundó en el año 1880 la primera escuela normal. En lo adelante la normal seria la fragua donde se forjaría una pléyade de maestros, que iluminados por las nuevas ideas, tendrían la alta misión de difundir la cultura.
Se inspiró en el método de Pestalozzi, partiendo de lo conocido, para ir a lo desconocido, y en el objetivismo de Froebel. También empleó el sistema de Lancaster. Estos sistemas reaccionaban contra el método memorístico que se venia usando desde los primeros tiempos.
Su sistema de enseñanza estuvo orientado dentro de la corriente filosófica positivista con características laicas. Gran parte del conjunto de intelectuales que se adhirió al proyecto cultural de Trujillo calificaron erróneamente a la escuela hostosiana como una escuela sin Dios.
Las escuela de Hostos que tantos frutos aportó al desarrollo de la cultura antillana, fue laica. Esto no significa, en modo alguno, que la misma fuera atea y materialista, que fue el espíritu que orientaban dicha crítica, a fin de hacerla chocar con el tradicional pensamiento cristiano del pueblo dominicano.
La mejor forma de contrarrestar estas ideas equivocadas que se han tejido en torno a Hostos, son aquellas famosas palabras del filántropo Francisco Javier Billini en unos exámenes de grado: Señores, siento que se ha caído la venda de los ojos, que veo claro y proclamo que aquello de la escuela sin Dios es una calumnia y que esta es una verdadera escuela con Dios, porque aquí imperan la virtud y la moral.
El laicismo que implanta Hostos no es una negación de Dios, sino una exclusión de toda enseñanza religiosa en la escuela. El notable educador creía que la instrucción religiosa debía ser tarea de los curas y los religiosos y que por tanto, debía impartirse en los templos. Por otra parte, no concebía que se le pagara dinero a un maestro para que diera una explicación científica del origen del mundo, así como que quien mejor podría darle una explicación divina sobre este asunto era, naturalmente, un sacerdote.
1.3 El Pensamiento Filosófico de Eugenio María de Hostos.
Según Camila Henríquez Ureña aunque Hostos no llegó a exponer por escrito alguna doctrina completa, sus obras principalmente, la moral, la sociología, varios discursos y estudios críticos, nos permiten que la construyamos, aunque se manifiestan en todos ellos algunos perfiles racionalistas con fase de idealismo y del finalismo ético que le habían inspirado Kant y la ciencia y el método moderno.
El concepto hostosiano de la naturaleza y fin del hombre no difiere en esencia del que Sanz del Río expone como criterio revelador de la obra de Krause ideal de la humanidad. El hombre siendo el compuesto armónico más intimo de la naturaleza y del espíritu, debe realizar históricamente esta armonía y la de si mismo con la humanidad., en forma de voluntad racional y por el puro motivo de su naturaleza.
Eugenio Maria de Hostos no escapa del eclecticismo que dominó ideológicamente a la mayoría de los pensadores latinoamericanos de la época, quizás, por la misma fragilidad de su concepción del mundo o por el poco peso ideológico del positivismo, que en su afán por negar el espíritu partidista de la filosofía entra a veces en contradicción con su propio modelo social burgués, al cual esta ligado desde sus raíces históricas.
Esto así porque los positivistas son concientes de las características desiguales de las clases en la sociedad capitalista, y que las características que perfilan ese sistema le dan configuración completamente diferente al sistema socialista donde no se dan los antagonismos de clase. Es por esa razón que, en ocasiones, Hostos se presenta como positivista evolucionista spenceriano; en otras como un naturalista de la orientación de Juan Jacobo Rousseau, en otras como depositario del agnosticismo kantiano, y en otras, como un idealista cualquiera, por ejemplo cuando plantea que el hombre no necesita para realizar sus fines más conocimientos que el de la naturaleza y el de si mismo, hasta donde puede alcanzar la relatividad del entendimiento humano (agnosticicos) conocimiento que adquiere por el estudio de los hechos observados, única base verdadera del conocimiento,. Este estudio, a su juicio, no es otra cosa que la ciencia positiva.
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