Danzas Latinoamericana
Enviado por C0a0a0r00i0i0a • 26 de Noviembre de 2014 • 2.450 Palabras (10 Páginas) • 303 Visitas
La mujer en la sociedad colonial Hispanoamérica.
Las investigaciones que se han llevado adelante en 1970 nos permiten hacer un análisis de la mujer en la época colonial que diferencie clases sociales, lugares, estilos de vida y etnia. Pues no es posible estudiar a la mujer como un todo homogéneo y solamente en su carácter de género, ya que por supuesto también estamos atravesadas por las diferencias sociales, económicas y políticas que afectan a los hombres. Algunas fueron conquistadoras y otras, conquistadas.
Mujeres blancas, cultura dominante.
En el siglo XVI, de los 45.327 viajeros que partieron a América, 10.118 fueron mujeres; de ellas, el 50 % fueron andaluzas; el 33 %, castellana y el 16 %, extremeña. Entre aquellas mujeres destacaron Isabel Barreto, única almiranta de la Armada de Felipe II, o Mencía Calderón, mujer de Juan de Sanabria, quien tras la muerte de su marido se encargó de la expedición al Río de la Plata.
Las primeras mujeres que llegaron a América fueron candidatas a esposas de los conquistadores que aquí se habían instalado. Tenían un claro propósito de ascenso económico, pero no todas lograron su objetivo. Un sexto de las mujeres que llegaron entre 1560 y 1579 está registradas como sirvientas. Ya que para las tareas de servicio hay una gran mano de obra indígena barata, se presume que dichas sirvientas blancas fueran en realidad prostitutas encubiertas. Un respaldo de esta presunción es la documentación que expresa el descontento de un administrador real respecto a “conductas indisciplinadas de mujeres peninsulares” en el Perú, y el pedido de que no dejaran venir mas mujeres blancas solteras (mas allá de su notoria escasez) por miedo a que sean un mal ejemplo a las demás señoritas de la sociedad española. La mayorìa vinieron para ser protegidas, establecer una familia, y asegurarse determinado bienestar econòmico.
Muchas mujeres, en su vejez, o al morir su esposo se vieron obligadas a escribir cartas suplicando una pensión del estado español. Se fundaron casas de recogimiento para ancianas de origen español, con dinero de poderosos españoles inspirados en la fe cristiana.
Durante el siglo XVII el número de mujeres españolas que viajaron a Amèrica bajò sustancialmente, los hombres se casaban con mujeres ya americanas.
Las mujeres venidas trajeron la forma de vivir hispànica, las cuestiones cotidianas que son el ceno de la cultura, las comidas, los hàbitos domèsticos, la religión, etc.
La iglesia, sustento ideológico de la conquista, y de la cultura que dominó el proceso de conquista, considera al matrimonio base una sociedad “sana y ordenada”. Para ello, se aseguró de erradicar la poligamia de los pueblos nativos.
Así en el siglo XVI, ambas culturas se fusionaron compartiendo ese principio moral.
El matrimonio dentro de la misma raza se daba más entre mujeres nativas y mujeres blancas. Posiblemente por la presión social de mantener su color, y en el caso de las españolas, su status social. Las mujeres mestizas estuvieron más abiertas (ellas mismas o su consanguíneos) a casarse con hombres de otro grupo étnico. En México, o lo que era la Nueva España, un estudio muestra que las mujeres mestizas prefirieron a los hombres hispanos, y las mujeres nativas a hombres pardos (mezcla de negros libres)
Las mujeres negras, en su gran mayoría, no se casaban.
Para mantener la élite racial, a partir del siglo XVIII Carlos III, prohíbe el casamiento para mujeres blancas menores de 25 años, y para los hombres blancos de 23 años, sin el consentimiento de los padres. Esta medida se visualiza como un intento tardío de detener la mezcla racial de la clase dominante. La regulación por parte del estado sobre el enlace matrimonial se dio con más dureza en los militares quienes debían pedir permiso a la corona y a sus superiores en mando, pues los reglamentos prohíben explícitamente la mezcla entre castas.
El matrimonio también funcionó como puerta de acceso al poder burocrático y político. Pero la red que conformará la futura red familiar dirigente de Latinoamérica tardará en conformarse hasta finales del siglo XVI. Comerciantes, mineros, antiguos encomenderos y grandes terratenientes se enlazaron a través del matrimonio. Una familia con muchas hijas podía aspirar a varios matrimonios económicamente provechosos.
Se la consideraba indispensable como productora de hijos, de herederos, es decir en el sentido biológico. No hay documentos que expresen lo que para ellas mismas significaba el matrimonio. Probablemente, los aparatos ideológicos funcionales a las clases dirigentes, como la iglesia y la educación, habrían de convencerlas para sentirlo como la práctica más apropiada para su sexo y condición social (demás está decir que si buscamos podemos encontrar excepciones). Aún así, no es “raro” que aprobaran dichas prácticas, ya que es la única forma que tiene una mujer de garantizarse su bienestar económico y el de sus hijos.
La sociedad española consideraba a la mujer imperfecta, débil, frágil, incompleta. Esta idea es llevada a América, junto con el conjunto de leyes que “protege” a la mujer de los abusos de los hombres. El sistema legal se basa en códigos medievales y renacentistas tempranos tales como: las siete partidas (1265) el Ordenamiento de Alcalá (1386), las Ordenanza de Castilla (1484) y las leyes de Toro (1505).
Las mujeres estaban primero bajo tutela del padre y luego bajo tutela del marido, hasta la muerte del hombre la mujer tenía que pedir permiso para hacer mandados, para vender, para participar en reuniones sociales, etc.
Aún así, las mujeres podían mantener la herencia de sus ascendientes a su nombre, y los hijos heredar de forma bilateral, es decir por parte de su padre y de su madre. Después de la muerte del hombre de la casa los bienes adquiridos durante el matrimonio eran divididos en partes iguales entre los hijos y la esposa. Para evitar tanta fragmentación de la tierra podía dividirse la tierra en una parte más que la cantidad de herederos y esa parte demás era traspasada a uno de los hijos.
Otra forma de darle seguridad económica a las mujeres era la dote, ya que no solo se utilizaba como mecanismo de fortalecer la figura femenina a la hora de buscar matrimonio sino que también se usaba para proveer a la mujer de determinada seguridad económica cuando el marido faltase.
También se utilizaba las “arras” que consistía en un regalo del novio de no menos del 10% de los bienes a la novia. Las arras y la dote se juntaban en un solo monto que corresponderá a la mujer de por vida, el marido firma un papel en el que se compromete a dejarlo intacto al momento de su muerte.
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