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Historia del Periodismo:

...en el mundo

La historia del periodismo está estrechamente ligada a otras historias que permitieron el desarrollo de esta actividad, tal como la conocemos en nuestra época. Noticias sobre acontecimientos y curiosidad por conocerlas han sido constantes de la humanidad desde mucho antes de la Ilíada y la Odisea; pero a esos dos elementos básicos se han debido unir en el transcurso del tiempo la imprenta, los adelantos técnicos y el progreso de los medios de transporte y de comunicación. Sin estos últimos factores no tendríamos periodismo corno lo entendemos hoy. Diríamos que, cada vez más, el apoyo de esa infraestructura de medios técnicos permite satisfacer la curiosidad por el presente. En un proceso de aceleración continua el hombre pasó del deseo de conocer lo que sucedió hace años, -hace un año, hace un mes, hace una semana, en el día de ayer, al hoy y al minuto que acaba de pasar.

Si dejamos a un lado el relato de acontecimientos ocurridos hace años, que se constituye en material histórico a través de la crónica o de la historia misma, nos queda un material informativo de interés público: los acontecimientos más o menos recientes. Existen razones para suponer que existieron motivos para que esos acontecimientos se registraran y difundieran con bastante rapidez desde épocas remotas en China, Mesopotamia y Grecia, por ejemplo, y parece cierto que en Roma, Julio César había organizado algo parecido a una agencia noticiosa particular. En todos los casos, se trata sólo de aproximaciones a algunos aspectos de lo que hoy es el trabajo periodístico, pero con justicia no puede llamárselo así.

Hasta la Edad Media ese material aparece recopilado preferentemente en cartas o narrado oralmente por juglares, peregrinos laicos y monjes viajeros, lo que daba lugar a la repetición de no pocos informes inverosímiles. Como la alfabetización es un fenómeno relativamente nuevo en la historia de la humanidad, debe suponerse que sólo servían para comunicaciones entre miembros de las clases gobernantes y eran enviadas por embajadores a los grandes señores por cuenta de quienes trabajaban. Pero ya en el siglo XIII nos encontramos con noticias escritas, preparadas por profesionales a sueldo de las familias nobles. La redacción de tales noticias se convierte en una verdadera industria que va incrementando su auge en los siglos posteriores, especialmente al llegar el siglo XV en que la información se hace imprescindible para el clero, la nobleza y la burguesía de los países europeos divididos políticamente como Italia y Alemania.

Para estos grupos sociales las noticias del exterior resultaban de especial importancia para la concreción de sus negocios. Así es posible afirmar que gran parte de la riqueza de los Fugger, famosísimos banqueros que llegaron a realizar préstamos en dinero para campañas militares y colonizadoras a los reyes más importantes de Europa, entre ellos el emperador Carlos V, se debió al éxito con que organizaron un servicio propio de información con corresponsales en toda Europa.

        Estas noticias manuscritas recibieron el nombre de avvisi y el centro de difusión de este material se encontraba en Venecia, el eje de la actividad comercial de la época. Los mercaderes de noticias habían organizado un sistema de abono por el que se pagaba un alto precio. Este sistema no sólo era utilizado dentro de lo que hoy es Italia, sino que se había extendido a estos países europeos.

Poco a poco se amplía también el público para las noticias y se populariza la venta en una tienda veneciana de las fogli a mano hojas con noticias manuscritas. Los profesionales que se dedicaban a esta labor llevaron, entre otros, los nombres de rapporttisti o qazettanti. Las denominaciones de gazetta y gazetanti parece provenir del nombre de una moneda veneciana gazetta con que se pagaban las hojas de noticias.

Resulta interesante el temprano interés de las autoridades por impedir la difusión de falsas noticias o de informaciones adversas a su política. Se conservaron ordenanzas reales a este respecto fechadas en el siglo XIII y, posteriormente, en el siglo XVI, los papas Pío V y Sixto V reprimen a los informadores hostiles a la política del Papado; el último de estos papas llega a llamar “pestiferi uomini" a tales personajes.

El siglo XV marca cambios fundamentales en la evolución de la noticia la invención de la imprenta de Guttemberg y el establecimiento en Inglaterra, Francia y Alemania de un servicio postal regular, primero como factores separados y luego como elementos complementarios, transforman tanto la presentación como la difusión de las noticias.

En un primer momento, la actividad de los maestros de postas les permitió recoger informaciones de los lugares que iban recorriendo y, como complemento de su trabajo, les vendieron a príncipes y particulares. Luego se encargaron de distribuir las hojas informativas impresas.

La imprenta permite la publicación de hojas en cuarto o en octavo, en las que se imprimía una sola noticia relatada en detalle, generalmente en prosa pero a veces en verso, en forma de canciones o baladas. Algunas veces las hojas llevaban ilustraciones o adornos en torno del título, que aparecía en la primera página, en tanto que la noticia se desarrollaba en el interior de los cuadernillos. Las noticias más comunes se referían a hechos naturales, fuera de lo común como inundaciones o erupciones, hechos misteriosos o milagrosos, los descubrimientos marítimos o información sobre política o guerras. Estas publicaciones fueron en un principio para uso interno del país o la región en la que se publicaban, pero poco a poco comenzaron a realizarse traducciones de las mismas que circularon por toda Europa.

Sin embargo, para llegar al periodismo nos falta un paso fundamental que es justamente el que le da el nombre a la actividad, es decir la periodicidad en la publicación. Este nuevo avance se produce en el siglo XVI y en Alemania. En Colonia, Michel von Aitzing o Eyzinger, imprime desde 1588 hasta su muerte, diez años después, un volumen de Messirelationen relato de sucesos políticos y militares, para cada una de las ferias de Frankfort que se realizaban dos veces por año, una vez en otoño y otra en primavera. Aprovechaba así la circunstancia de que estas ferias se constituían en la cita de impresores y libreros de toda Alemania.

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