Diane Arbues

Según el diccionario de Julio casares, la fotografía es el “arte de fijar y reproducir por medio de reacciones químicas, en superficies convenientemente preparadas, las imágenes obtenidas en la cámara oscura”; partiendo de esta definición y observando el trabajo de Diane Arbus, se puede discutir de que manera y con qué intención los fotógrafos buscan y reproducen sus imágenes.

Arbus nace en Nueva York el 14 de marzo de 1923 y se dedica a la fotografía con su esposo desde muy joven, empezando su trabajo para revistas de moda tales como vogue, harper´s bazaar y esquire.

Su obra da un viraje en los años 60 después de recibir clases con Lisette Model, quien sería una influencia importantísima  para Diane.

Es en este punto donde decide salir completamente de un mundo hermético y se dispone a asumir sus temores y encantos de un modo directo; empieza a recorrer lugares marginales de la ciudad en busca de seres que el sueño americano había dejado a un lado, seres denominados “freaks”, seres afectados física o mentalmente.

Hallaba en estos seres fascinación y terror y de alguna manera encontraba en la fotografía su manera de explicar esta ambivalencia.

De acuerdo con Balzac “En su estado natural, todo ser humano está hecho de una serie de imágenes superpuestas que la cámara quita una a una”, Diane Arbus logró en sus fotografías mostrar clara y directamente a sus personajes, ubicándolos de manera central y haciendo que miren directamente a la cámara, buscando sus vulnerabilidades, hasta llegar al ser interior.

Es imposible ver sus fotografías de la manera que ella las sentía, pero estar frente a ellas nos somete a una experiencia que trasciende lo meramente artístico, visual, cultural; nos enfrenta a aquello recóndito, a las dudas y vergüenzas que ocultamos con tanta fuerza y pudor. “cuando fotografiaba Diane Arbus era un mujer decidida, una de las pocas artistas que creía con devoción que la fotografía podía llevar la carga de retratar la belleza oscura, la irrevocable soledad y alienación humanas; pero también la rebeldía”^[1]

Su obra tiene un gran contenido subjetivo, expresa nostalgia y una sinceridad abrumadora, los títulos de sus fotos dan muestra de ello; sin pretensiones, mostrando todo cual es y mostrando a cada quien en el espacio que habita, siempre buscando alguien a quien fotografiar, sin preocupaciones formales o estéticas.

Capta lo particular para llegar a lo general, enseña su singular  mirada del mundo a través de sus fotografías; pensamientos contenidos en esas imágenes esperando que algún curioso intente revelarlos, personas a punto de salir de un mundo hostil y común.

...