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El Cuarteto De Latinoamerica


Enviado por   •  23 de Agosto de 2013  •  1.953 Palabras (8 Páginas)  •  287 Visitas

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El cuarteto de Latinoamérica

En los años 60 hubo en lo musical una Invasión Británica, de Inglaterra hacia los Estados Unidos, y una Invasión Latinoamericana, en la narrativa, de este continente hacia (por lo menos) España. Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa y Fuentes fueron los protagonistas del boom literario, mientras que el cuarteto de Liverpool revolucionó el sonido. Ambos grupos forman parte de una generación de ruptura que liberó los sueños y avivó la imaginación.

Por Alejandro Toledo. Fotos Archivo EL UNIVERSAL

| domingo, 3 de junio de 2012 | 00:10

En una nota periodística, ofrece Gabriel García Márquez la siguiente postal del Carlos Fuentes de los años sesenta: lo recuerda en su estudio "escribiendo a máquina con un sólo dedo de una sola mano, como lo ha hecho siempre, en medio de una densa nube de humo y aislado de los horrores del universo con la música de los Beatles a todo volumen".

En sus conversaciones con James R. Fortson (ocurridas en París en junio de 1973), reconoce Fuentes acompañar sus jornadas creativas con un disco en la tornamesa, que le proporciona, dice, un ritmo que se trasmite a la prosa, fundiéndose con ella.

¿Qué libros suyos contienen, como melodía silenciosa, la música liverpooliana? Habría que revisar, bajo esta idea, Zona sagrada (1967), Cambio de piel (1967) y Cumpleaños (1969). Hay un guiño beatle temprano en "A la víbora de la mar", el cuento que cierra Cantar de ciegos (1964): cuando ante la solterona Isabel, que emprende un viaje en crucero del puerto de Acapulco a Miami, se presenta un joven rubio ("ese perfil delgado, esos labios finos, esos ojos grises y sonrientes que despojaban de ceremonias la inclinación un poco rígida del cuerpo"), es posible imaginar al escritor en su estudio, fuma que fuma, con el índice derecho listo para teclear en su Remington portátil y con el tocadiscos activo, preguntándose cómo llamaría al personaje. Tendría que ser un nombre algo absurdo, puesto que se trata de un estafador. Se le ocurre entonces:

—My name’s Harrison Beatle.

Y se dejaron crecer el pelo

En los años sesenta Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez conformaron un grupo compacto, el de los narradores del boom, que realizó en la literatura hispanoamericana hallazgos equivalentes a los que entonces se llevaban a cabo en la música popular bajo el liderazgo de los Beatles. Los caminos del cuarteto de Liverpool y de esos otros "cuatro fabulosos" (de la letra impresa) pueden considerarse paralelos, incluso en el inevitable rompimiento (la fractura de una amistad) y la obra en solitario.

El juego de las comparaciones fija, a la vez, un marco teórico preciso: Carlos Fuentes sería Paul McCartney, un artista completo, con una carrera esplendorosa en esa época y desigual en las décadas que siguieron, perseverante hasta el último suspiro en el acierto y el error; el John Lennon de los escritores es, sin duda, Julio Cortázar, como figura de gran presencia en la lucha social y aficionado a las vanguardias, lector de Lewis Carroll y James Joyce… Y los roles de George Harrison y Ringo Starr habría que distribuirlos entre Vargas Llosa y García Márquez, aunque acaso para ambos sería injusto verse retratados en el baterista, de limitaciones claras como músico, sostén, sin embargo, de la ligereza y la buena onda. Por su temperamento aéreo, ¿García Márquez sería un buen Ringo Starr?

El colombiano ha confesado su afición a los Beatles; dice no olvidar aquel día memorable del año 1963 en que oyó por vez primera, de modo consciente, una canción del grupo inglés. A propósito de ese encuentro apunta: "Esta tarde, pensando todo esto frente a una ventana lúgubre donde cae la nieve, con mas de cincuenta años encima y todavía sin saber muy bien quién soy, ni qué carajos hago aquí, tengo la impresión de que el mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que los Beatles empezaron a cantar. Todo cambió entonces. Los hombres se dejaron crecer el cabello y la barba, las mujeres aprendieron a desnudarse con naturalidad, cambió el modo de vestir y de amar, y se inicio la liberación del sexo y otras drogas para soñar. Fueron los años fragorosos de la guerra de Vietnam y la rebelión universitaria. Pero, sobre todo, fue el duro aprendizaje de una relación distinta entre los padres e hijos, el principio de un nuevo diálogo entre ellos que había parecido imposible durante siglos".

Reconoce Gabriel García Márquez como soundtrack de la escritura de Cien años de soledad a los preludios de Debussy y A Hard Day’s Night, banda sonora de la cinta beatle estrenada en México como La noche de un día difícil. La novela de Gabo se publicó en 1967, el año del Sargento Pimienta.

De Elvis Presley a Charlie Parker

Para ser George Harrison, a Mario Vargas Llosa le falta el talante místico, ¿debemos considerarlo, entonces, un segundo Paul McCartney? Su producción es continua, con un par de piezas maestras de carácter polifónico (La casa verde y Conversación en la Catedral), junto a algunos títulos de giro menos exploratorio. En Los cachorros, nouvelle del año 1967, la historia se cuenta a ritmo de mambo y rock and roll, ubicándose, rítmicamente, entre Elvis Presley y Dámaso Pérez Prado.

Si hay un tapiz musical en Julio Cortázar, éste es el jazz. En El perseguidor rinde tributo al saxofonista Charlie Parker. Se ha dicho que Julio Cortázar armaba sus cuentos según la técnica de improvisación jazzística. El escritor argentino dio alguna vez la siguiente explicación: "Y entonces, una melodía trivial, cantada tal y como fue compuesta, con sus tiempos bien marcados, es atrapada de inmediato por el músico de jazz con una modificación del ritmo, con la introducción de ese swing que crea una tensión. El músico lo atrapa por el lado del swing, del ritmo, de ese ritmo especial. Y mutatis mutandi, eso

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