El fin con el que el autor escribe el libro es para dejar una noción acerca de qué es lo que él considera que es la ética, y transmitirlo a los demás (sobre todo apunta a los adolescentes).
Enviado por Petucha • 20 de Septiembre de 2016 • Monografía • 2.891 Palabras (12 Páginas) • 339 Visitas
Ética para Amador
El fin con el que el autor escribe el libro es para dejar una noción acerca de qué es lo que él considera que es la ética, y transmitirlo a los demás (sobre todo apunta a los adolescentes).
En primer lugar, comienza diciendo que existen ciertas cosas que uno desea aprenderlas y otras que no. Y ahí lo relaciona con la filosofía de Sócrates, ya que manifiesta que nadie es capaz de saberlo todo, y no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo mucho que ignoramos. Pero hay ciertas cosas de las que debemos tener conocimiento para vivir: lo que nos conviene (lo bueno) y lo que no nos conviene (lo malo). En este caso manifiesta la opinión de Protágoras, quién consideraba que el hombre es la medida de todas las cosas. Existen varias opiniones acerca de lo de saber vivir, pero en parte, es resultado de lo que quiera cada cual. El hombre como animal racional, que utiliza la razón para pensar, según Aristóteles, tiene libertad para elegir: puede decir sí o no, quiero o no quiero. Entonces realiza dos aclaraciones respecto de la libertad: una la relaciona con la filosofía del Estoicismo, ya que aclara que no somos libres de elegir lo que nos pasa (por ejemplo haber nacido tal día, ser lindo o feo) porque eso está regido por el destino. Si podemos ser libres para responder ante lo que nos sucede de tal manera. La otra aclaración es que cuanto más capacidad de acción tengamos, mejores resultados podemos obtener de nuestra libertad. Por lo tanto, llama ética a ese “saber vivir” o “arte de vivir”.
Ahora bien, siempre existe un motivo por el que realizamos las cosas, es decir, una razón que tenemos o creemos tener para hacer algo. Los tipos de motivación pueden ser: por orden (se trata de aquello que debo hacer), por costumbre (comportamiento habitual que tiene todo el mundo) o por capricho (no tiene motivo alguno, se realiza por pura gana). Las órdenes y costumbres parece que vienen de afuera. En cambio, los caprichos salen de adentro, brotan espontáneamente. Pero ante una situación delicada y seria hay que dejar de lado estos motivos, decidir y darse cuenta qué estamos decidiendo. Nuevamente aparece la razón, con la cual se puede elegir y buscar por uno mismo.
El autor utiliza las palabras ética y moral como equivalentes, aunque no tengan idéntico significado. Moral se trata del conjunto de comportamientos y normas que aceptamos como válidas; ética es la reflexión sobre porque los consideramos válidos, y la comparación con otras morales que tienen diferentes personas.
A la hora de definir si el ser humano es bueno o malo, lo manifiesta por medio de la ética de Kant diciendo que el hombre no es instrumento para conseguir nada. Se puede ser buen hombre de muchas maneras. No sólo hay que estudiar las circunstancias de cada caso, sino las intenciones que mueven a cada uno.
“Haz lo que quieras” es la frase que el autor utiliza para expresar que tomemos en serio el problema de la libertad, y que tenemos la responsabilidad creadora de escoger nuestro camino. Pero en el fondo lo que pretende aconsejarnos es que nos atrevamos a vivir la buena vida. Y dice que: “la ética no es más que el intento racional de averiguar cómo vivir mejor”.
Algunos creen que por medio del dinero se puede comprar a personas o a cualquier otra cosa. Pero de acuerdo al pensamiento de Aristóteles, la riqueza se utiliza como un medio para alcanzar las cosas, no es un fin en sí. Y la buena vida humana es buena vida entre seres humanos, no sólo entre cosas. El placer hace que las personas dependan del objeto que le da placer, y eso no es digno del hombre. Es por eso que hay que tener cuidado cuando creemos que las personas son cosas ya que podemos quedarnos sin nadie a nuestro alrededor. Ninguna cosa (el dinero por ejemplo) puede brindarnos amistad, respeto, amor. Las personas nos ayudarán en un aspecto fundamental que ninguna cosa puede suplir: el de ser humanos. Tenemos que prestar atención a la hora de reflexionar sobre lo que se hace e intentar precisar lo mejor posible el sentido de esa buena vida que queremos vivir. Debemos procurar no vivir de cualquier modo, y estar convencidos de que no todo da igual. Pero en esa decisión, cada uno debe ser libre por sí mismo.
Por otra parte, el autor piensa que la única obligación que tenemos en esta vida es no ser imbéciles ya que éstos necesitan apoyarse en cosas de ajenas, que no tienen nada que ver con la libertad y la reflexión propias. Por lo tanto, nunca logran vivir la buena vida. Para evitar la imbecilidad toma parte del pensamiento de Sócrates, en cuanto a que es preciso esforzarse todo lo posible por aprender. Lo contrario a ser imbécil es tener conciencia y esta consiste en: saber que no todo da igual ya que se quiere vivir humanamente bien; ver si lo que hacemos es lo que de verdad queremos o no; ir desarrollando el buen gusto moral en base a la práctica; renunciar a aquellos actos que impliquen coartadas que disimulen que somos libres. Aquella persona que es imbécil también será egoísta, es decir, que quiere lo mejor para sí mismo y no se preocupa por los demás. Y con el egoísmo puede aparecer el remordimiento, que no es más que el descontento que sentimos con nosotros mismos cuando hemos utilizado la libertad en contradicción con lo que de verdad queremos como seres humanos. Ser responsables es saberse auténticamente libre, e implica estar dispuestos a responder por nuestros actos. La buena vida se consigue por medio de la virtud. Aristóteles la define como “hábitos, modos de obrar constantes que inclinan a las facultades de obrar de un modo determinado. Se trata de una cualidad que depende de nuestra voluntad”. Entonces, responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, definiendo... Me va inventando. Si obro bien cada vez me será más difícil obrar mal.
El autor tiene un pensamiento similar al de Kant cuando se refiere a que tratar a las personas humanamente implica intentar ponerse en el lugar de cada una, comprenderlas desde adentro, adoptar por un momento sus propios puntos de vista. De esta manera se trata de tomar en cuenta los derechos que tiene el hombre. Debemos reconocer que estamos hechos de la misma pasta (moldes eternos e inmutables, según la filosofía del “Mundo de las Ideas” de Platón), a la vez idea, pasión y carne. Pero ponerse en el lugar del prójimo tiene que ver con la justicia, es decir, la habilidad y el esfuerzo que debemos hacer cada uno por entender lo que nuestros semejantes esperan de nosotros. Nadie puede ser justo por ti si tú no te das cuenta que debes serlo para vivir bien. Quien vive bien debe ser capaz de una justicia simpática, o de una compasión justa.
En cuanto a lo moral o a lo inmoral, aquello que haga disfrutar a dos y que no dañe a ninguno no le ve nada de malo. Al contrario, piensa que el que de verdad está “malo” es quien cree que hay algo de malo en disfrutar. Existen muchos prejuicios acerca de que la actividad sexual es mala, pero esto se debe a uno de los más viejos temores: el miedo al placer. La persona nunca se siente tan contenta y de acuerdo con la vida como cuando goza. Pero el autor piensa como Aristóteles en cuanto a que los sujetos que viven con placer aspiran a satisfacer sus impulsos sensibles, y esto hace que el hombre dependa del objeto que le da placer. Por otro lado, existen los puritanos los cuales aseguran que la señal de que algo es bueno consiste en que no nos gusta hacerlo. Sostienen que siempre tiene más mérito sufrir que gozar; y lo peor de todo es que creen que cuando uno vive bien tiene que pasarlo mal y que cuando uno lo pasa mal es porque está viviendo bien. Más allá de lo que piensen, no debemos esperar demasiado para pasarlo bien. Pero esto no quiere decir que tengamos que buscar hoy todos los placeres, sino que debemos buscar todos los placeres hoy, es decir, empeñarse en que cada momento tenga de todo y que brinde las satisfacciones más dispares e improbables. Igualmente debemos tener cuidado: la diferencia entre el “uso” y el “abuso” es que al usar el placer enriqueces tu vida y la vida misma te gusta cada vez más, lo que es señal de que estás abusando y sólo te interesa el placer, o sea, que se utiliza como un refugio para escapar de la vida. Por lo tanto, el placer va a ser estupendo y deseable cuando sepamos ponerlo al servicio de la alegría (la mayor gratificación que podemos obtener de algo), pero no cuando la enturbia o compromete. La templanza es amistad inteligente con lo que nos hace disfrutar. Aquellos que piensan que los placeres son egoístas porque siempre hay alguien sufriendo mientras uno goza, deben entender que es malsano sentir remordimientos por no estar sufriendo también, lo único que se puede hacer es tratar de ayudar al otro a gozar.
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