Ernesto De La Peña
Enviado por 1957hector • 30 de Enero de 2013 • 471 Palabras (2 Páginas) • 423 Visitas
Ernesto de la Peña
Por Héctor Popoca
Ernesto de la Peña es un aforismo. Tiene forma y fondo de aforismo. Vamos a los argumentos. José Wagensberg define al aforismo como “el género literario más científico” que tiene tres atributos: objetividad, inteligibilidad y dialéctica.
Ernesto de la Peña también detenta estos atributos.
La objetividad permite ver (conocer y describir) al objeto de estudio en cuanto tal, sin distorsión alguna para lograr la universalidad. Cuando Ernesto de la Peña escribe o habla es preciso, claro, breve, sencillo. Sus escritos y su habla tienen otras cualidades como: propiedad, armonía, vigor expresivo y abundancia, es decir, tiene riqueza y variedad en su léxico y en su dominio sintáctico, lo que otorga a su producción oral y escrita dos cualidades más: elegancia y sutileza.
“La inteligibilidad —afirma Wagensberg— requie-re despojar a la esencia de todos sus matices, es la mínima expresión de lo máximo compartido. La mejor comprensión (de comprender) es la máxima comprensión (de comprimir)”. La inteligibilidad permite decantar lo superfluo, distinguir lo esencial de lo accesorio. La inteligibilidad nos prodiga “... la capacidad de anticipar la incertidumbre. (...) A un buen aforismo no le sobran palabras, sílabas ni letras.” A Ernesto de la Peña no le sobran palabras, sílabas ni letras.
Por otra parte, en la relación del sujeto con el objeto en una situación de conocimiento existe una unidad y lucha de contrarios. La contradicción es el motor del proceso de conocimiento. “Cuando el objeto contradice al sujeto , entonces le obliga a elegir: o cambia su manera de mirar o cambia su manera de creer. La contradicción entre sujeto y objeto es el motor infatigable del progreso de la ciencia”. En esto estriba la dialéctica. Ernesto de la Peña lo sabe y lo utiliza en sus procesos de argumentación. Leerlo y escucharlo es una oportunidad para comprender y aprender, pero también para alcanzar el gozo intelectual científico. Objetivo, inteligible y dialéctico, tal es el autor de El indeleble caso de Borelli. Por eso afirmo que Ernesto de la Peña tiene cara, cuerpo y contenido de aforismo.
Así es como conozco y reconozco a Ernesto de la Peña, mi maestro, auque él lo ignore. Este elogio a mi manera nació a raíz de que le otorgaron el Premio Menéndez y Pelayo.
La sencillez y la humildad de este sabio mexicano contrastan con el alud de elogios y alabanzas que lo invaden y sofocan a partir de que la Universidad Menén-dez y Pelayo y El Colegio de México reconocieron su trabajo académico.
No habría mejor elogio para Ernesto de la Peña que el de la acercanza a sus libros: Las estratagemas de Dios, Las máquinas espirituales, El indeseable caso de Borelli, Mineralogía para intrusos, Controversias de la fe, El centro sin orilla, La rosa transfigurada, Don Quijote: la sinrazón sospechosa,
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