Germán León Ramírez.

Lo conocí desde niño a través de sus palabras en varias revistas que llegaban a mis manos y poco a poco las disecaba, palabra por palabra y desde aquella vez, supe su profundo amor por Azogues.

Con el pasar del tiempo su verso y su poseía, hizo germinar en mi intelecto la llama de la sabiduría. Y fue mi amigo a un inicio, para luego conforme pasaron las vicisitudes de fundar una premisa de ejemplo para futuras generaciones; reconocer en vida las acciones nobles y prosperas que un humano realiza en bien del colectivo sin vanaglorias y con el sólo sino, que la pluma alimenta y canta a la vida, la belleza, la libertad y justicia.

Posteriormente fue mi hermano, del cual aprendí la fortaleza, la tenacidad, el don de gentes y mil virtudes más, tan escasas actualmente. La vida le enseño que cada día es un desafió, que cada instante mientras el corazón palpita, existe un razón para vivir, para sentir, para amar y para sufrir.

A continuación es mi compañero, que acompaña entre sonetos, cantos y mieles, el degustar ha ávidos lectores, escudriñar en los paisajes verdes y placenteros, los lugares infinitos, la silueta suave de la poseía, transmutada en pasión y amor por la lectura.

Ahora han pasado muchos años desde aquel instante, mi espíritu rebelde y misterioso se enorgullece, que un poeta, que un ser humano de nobles ideales y de accionar pulcro, sea galardonado; una calle de mi Azogues adorado llevará su nombre y lo inmortalizará por los tiempos de los tiempos.

Es una acción digno de encomio como en otrora sus virtudes y valores fueron reconocidos por jóvenes traviesos, ensimismados de ideales, dieron rienda suelta a su sentimiento al nombrarlo su Patrono, y gritar al unisonó que al ser humano hay que reconocerlo y gratificarlo en vida.

Es un justo homenaje si hablamos de justicia, pero sobretodo Don Germán es ejemplo de perseverancia, sus enseñanzas perduraran y los hijos de nuestros hijos hablaran de aquel hombre libre y que nunca jamás se sintió prisionero de las circunstancias.

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