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Grabiel Garvia


Enviado por   •  13 de Abril de 2014  •  2.383 Palabras (10 Páginas)  •  222 Visitas

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SOLO VINE A HABLAR POR TELEFONO Gabriel Garcia Marquez

Cuento: http://ebookbrowse.com/solo-vine-a-hablar-por-telefono-gabriel-garcia-marquez-pdf-d156825432

Cada ser humano vive en un mundo de realidades incomprensibles, cuando nuestra realidad choca con la del otro, lo común prevalece sobre lo particular, y es esa particularidad humana concebida la que nos hace diferentes y nos representa pero al mismo tiempo nos funde en verdades relativas que nos enmarcan en la subjetividad de la locura.

En el cuento “Solo Vine a hablar por teléfono” escrito originalmente en 1978 y perteneciente al libro hecho de una larga recopilación de cuentos durante doce años “Doce cuentos peregrinos”, Gabriel García Márquez, su autor, se despliega en maestría para proponer el tratamiento que se hace de la locura partiendo de puntos completamente vagos, absurdos y superficiales que en suma solo se enmarcan en la subjetividad, lo que hace de este cuento no solo una historia atrayente por su contenido terrorífico sino también por su demanda hacia la débil concepción que se tiene de “locura”, incluso en los centros médicos especializados en este tema.

Para comenzar a plantear la locura de María de la Luz Cervantes, personaje protagónico del cuento, García Márquez crea una serie de coincidencias que llevan a crear la aparente demencia de esta mujer. Primero el hecho de estar casada con un prestidigitador de salón, la introduce en un contexto fantástico en el cuento. En el momento cuando María sufre el incidente con su auto se marca una situación trascendental para su futuro en la historia “parecía un pajarito ensopado, con un abrigo de estudiante y los zapatos de playa en abril, y estaba tan aturdida por el percance que olvido llevarse las llaves del automóvil.” [2] Más adelante cuando investigan su procedencia en el hospital siquiátrico, y ella alega: “solo vine a hablar por teléfono”, su vestuario un poco desacorde con sus 27 años y el hecho de no tener las llaves del carro descompuesto hacían ver sus explicaciones fuera de lugar, salidas de una mente perturbada. Asimismo, luego de que María subió al carro, que gentilmente la transporta hasta el hospital donde podría encontrar un teléfono, la manta ofrecida por la mujer acompañante del conductor para calmar su frío es un objeto importantísimo en tanto que pone a María en las mismas condiciones que las enfermas que iban dentro del destartalado carro, es una marca tan simple pero tan contundente en esa noche de lluvia y entrada de internas al hospital que la pobre mujer por el hecho de tenerla encima no tenía escapatoria.

Otro aspecto, esta vez climático, fue la lluvia. Al llegar al hospital debido a la tormenta, la mujer que sabía la procedencia de María no descendió del carro para indicarle el lugar del teléfono “- ¿Habrá un teléfono? -le preguntó María. /- Por supuesto -dijo la mujer-. Ahí mismo le indican./ Le pidió a María otro cigarrillo, y ella le dio el resto del paquete mojado. “En el camino se secan”, le dijo. La mujer le hizo un adiós con la mano desde el estribo, y casi le gritó “Buena suerte”. El autobús arrancó sin darle tiempo de más.” [3]Entonces, dado que María llega sola al hospital, con la manta en la cabeza, al igual que las otras enfermas, su defensa de “solo vine a hablar por teléfono” perdía validez. Igualmente, el “Buena Suerte”, escrito entre comillas, dicho por la acompañante del conductor tiene la intención de pronosticar lo que viene de ahora en adelante en la vida de María; es como una insinuación de los malos momentos que le llegarían a la mujer.

En la misma línea, cuando María tiene la única oportunidad de explicar su llegada al siquiátrico, da una serie de argumentos que se resumen en estas líneas: “Le explicó a toda prisa que su automóvil se había descompuesto en la carretera. El marido, que era mago de fiestas, estaba esperándola en Barcelona para cumplir tres compromisos hasta la media noche, y quería avisarle de que no estaría a tiempo para acompañarlo. Iban a ser las siete. Él debía salir de la casa dentro de diez minutos, y ella temía que cancelara todo por su demora.” [4]Estas aclaraciones aparentemente estaban fuera de la realidad, en ese momento María ya tenía la marca de “enferma mental” y de ahí en adelante todo lo que ella explicara estaría enmarcado desde la locura, sin embargo, en una locura no verificada desde ningún punto, fabricada solamente de coincidencias desafortunadas. Asimismo, sus actuaciones serían vistas como causas de la locura; su arrebato de salir corriendo hacia su libertad cuando se dio cuenta de la situación tan absurda en la que estaba envuelta era ahora un comportamiento de maniática, así como su obsesión por el cigarrillo ya no era vista como el desespero de un vicioso por la falta de su licencia, sino como un comportamiento compulsivo ocasionado por una enfermedad mental. Después, a esto se sumó el acoso del que era víctima por parte de la guardiana homosexual que se enamoró de ella, nunca le creerían, todo lo que alegaba sería tomado en su contra, no tenía salida, era presa de lo absurdo.

Por otra parte, el rechazo de Saturno el mago, el esposo de María, al hecho de no emprender una intensa búsqueda de su mujer después de varios días de desaparecida es una maestría del autor que apoya a atenuar la locura de María, dado que, por causa de esto, ella tuvo que pasar mucho tiempo en aquel aterrador lugar con la zozobra de sentirse abandonada con un diagnóstico de locura errado, del cual solo ella era consciente. Esto sucedió como resultado de los antecedentes de inestabilidad amorosa de María y la coincidencia de haber conocido un hombre hacía poco tiempo del cual, según Saturno, María podría haberse enamorado, pues él conocía muy bien sus gustos y arrebatos.

La demencia de esta mujer a lo largo de la obra de García Márquez se muestra irracionalmente argumentada, basada en hechos subjetivos que bien se podrían desarrollar en un ambiente médico real, o en diferentes medios sociales donde se juzga a priori el comportamiento humano, sin hacer un verdadero análisis psiquiátrico. Es ahí, en este último punto donde quisiéramos detenernos, pues ¿son los análisis siquiátricos capaces de determinar los desordenes mentales de un ser humano o todo se queda en la subjetividad?

Para esto tendremos que desglosar ampliamente el estatuto conceptual de lo que erróneamente se denomina “locura” y de esta forma, a través del tiempo, poder confeccionar el fin primordial de su estado y la subjetividad de su deducción.

Desde el principio de su muy vaga deducción, la locura fue concebida como parte de un castigo divino, implementado bajo una influencia fuertemente marcada de lo demoníaco, es decir,

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