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Howarg Hugs


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2014  •  2.639 Palabras (11 Páginas)  •  321 Visitas

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Howard Robard Hughes (1905-1976)

Nació el 21 de octubre de 1905 en Houston (Texas, EUA) y, desde la más temprana niñez, vivió en un mundo de opulencia y de lujo. Su padre, un ingeniero petrolero muy creativo, se convirtió en millonario gracias a la invención de un taladro para extraer petróleo, un componente de las perforadoras utilizadas en los pozos de petróleo.

Su infancia, sin embargo, no fue feliz. Su padre era un hombre mujeriego y bebedor reconocido, más dedicado a sus negocios que a su hijo. Su madre, en cambio, era una mujer sobreproctectora que, preocupada por las enfermedades del hijo, lo tenía casi encerrado en casa, sin que apenas le permitiera relacionarse con otros niños. Creció, así, siendo un niño tímido y sin amigos ya que ni siquiera iba al colegio.

Justamente, su madre, una joven ama de casa tejana, que estaba obsesionada por la limpieza y la salud de su hijo, es la razón de que el pequeño Howard creciera con un miedo obsesivo contra los microbios y, en consecuencia, contra todas las enfermedades infecciosas. Todos los días lo bañaba con lejía y le obligaba a lavarse las manos a cada rato para protegerlo de los microbios. Además, le recitaba una larga letanía de todos los daños que causaban esos demonios microscópicos. No era infrecuente que, después de un estornudo del hijo, ella misma gestionara una urgente junta de médicos.

Todavía muy niño, Howard demostró ser una persona fuera de lo común: a los 11 años montó en la mansión paterna una emisora de radio con la que se ponía en contacto, en clave Morse, con los barcos que navegaban en el golfo de México. A los 12, construyó una bicicleta con motor, un telégrafo y un sistema de intercomunicación para el interior de su casa. De adolescente, como ya no le divertían los rompecabezas tradicionales, pidió a su padre que le comprara lujosos automóviles que desarmaba y, luego, los volvía a montar pieza por pieza. Dado su interés en la mecánica, cursó estudios en el Rice Institute of Technology de Houston y en el California Institute of Technology de Pasadena.

En 1921, cumplidos los 16 años, la madre de Howard murió debido a complicaciones por un segundo parto. Esto afectó mucho al padre, que trató de evadirse de los recuerdos saliendo con la mayor cantidad de mujeres posibles. El joven Howard, en cambio, intentó superar el trance refugiándose en las salas de cine, de donde procederá su interés posterior por la industria. Poco después, en 1924, un fulminante ataque cardiaco mató al padre, también llamado Howard. Fue entonces cuando Howard encontró una vieja carta de su madre dirigida a su padre, en la que le confirmaba que conocía sus aventuras extraconyugales y que, a pesar de todo, se las perdonaba, lo cual pudo influir, sin duda, en el comportamiento posterior del muchacho.

Muerto el padre, como aún era legalmente menor de edad (19 años), el muchacho no podía dirigir la empresa paterna, la Hughes Tool Company, a pesar de que había heredado el 75% de las acciones (el resto había sido asignado a sus tías, hermanas del ingeniero Hughes). Pero el pequeño Howard se las ingenió para asumir el control total de su imperio, accediendo a casarse sin amor con una mujer propuesta por sus tías.

A partir de entonces, llevó una vida de millonario interesado en diversos proyectos. En la década de los 20 se interesó por el cine. Así, en 1926, Hughes se trasladó a Hollywood, donde produjo Los Ángeles del infierno (1930) y Scarface, el terror del hampa (1932). Fue también responsable del lanzamiento de Jean Harlow y Paul Muni. Inició, además, una interminable serie de relaciones con multitud de mujeres de Hollywood, desde rutilantes estrellas hasta jovencitas desconocidas. Sus películas, por otro lado, le trajeron mil y un problemas con la censura, pues reflejaban una relajación en las costumbres sexuales poco aceptable para la época.

En la década de los 30 creó su propia compañía de aviones, la Hughes Aircraft Company, y se dedicó a batir él mismo varios récordes mundiales (había aprendido a volar a los 14 años). Así, en 1935, a los mandos de un avión diseñado por él mismo, Howard Hughes batió el récord de velocidad y, posteriormente, rebajó el tiempo de viaje de costa a costa de los Estados Unidos a 7 horas y 28 minutos. Posteriormente, en 1938, estableció un récord al dar la vuelta al mundo en menos de cuatro días, concretamente en 91h., 14m. Se convirtió, así, en el héroe americano por excelencia.

Estaba en el momento cumbre de su carrera. Vivía la vida que muchos querían para sí: era millonario, tenía relaciones con las mujeres más fascinantes del momento, era un héroe nacional. Se había convertido, además, en un reflejo de su padre: tenía éxito en sus empresas y conocía a muchas mujeres. Pero casi no tenía relaciones con ellas, era más bien un coleccionista de mujeres: mantenía a cientos de ellas, repartidas por la ciudad, en hoteles, casas, bungalows... Y eso a pesar de que estaba aquejado de una sordera que, con el paso del tiempo, se fue agudizando. Desde la década de los 40 empezó a tener, además, problemas de insomnio que no hicieron más que agudizarse progresivamente.

En 1948 compró las líneas aéreas TWA y la productora cinematográfica RKO, que estaba al borde de la quiebra y que se hundió definitivamente en sus manos. Volvió así a producir películas, actividad que había interrumpido para dedicarse a la aviación. Pero su obsesión por los detalles alargaba los rodajes mucho más de lo necesario. Su fama de excéntrico se agudizó. Invirtió también en la construcción y poseía importantes negocios inmobiliarios en Nevada, así como hoteles y casinos en ese mismo Estado.

De talante reservado, Hughes fue protagonista, a principios de los 50, de un sonado escándalo cuando se descubrió que su autobiografía, publicada en varios periódicos y revistas, era falsa y escrita sin su consentimiento. Se convirtió, pues, en el centro de numerosos rumores y leyendas. Por otra parte, los negocios empezaron a irle mal. Como accionista mayoritario de la empresa de aviación TWA, Hughes se enfrentó al comité antimonopolio, que falló en su contra. Por estos años, tenía ya una amplia red de espías que controlaban no sólo los movimientos de sus diversas amantes, sino también de sus socios y amigos.

Desde 1971, acusado en innumerables procesos judiciales, se autoexilió de los Estados Unidos. Durante los últimos años de su vida, y con el objetivo de pasar desapercibido, cambió de domicilio de forma incesante en innumerables ocasiones. Así, en 1971, se trasladó a Managua (Nicaragua), por cuestión de negocios y se hospedó en el Intercontinental. En él, alquiló el séptimo piso para él solo; y el sexto, con 26 habitaciones, y parte del octavo para sus empleados. Nunca salía de la habitación.

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