José María Eguren Rodríguez
Enviado por sergi00.m • 21 de Octubre de 2012 • 1.955 Palabras (8 Páginas) • 653 Visitas
Biografía
Poeta y pintor peruano nacido en Lima en 1874.
Creció en medio de grandes penurias económicas que le impidieron realizar estudios básicos completos.
Sin embargo, fue un gran lector e investigador de la poesía europea y latinoamericana, circunstancia que le permitió
compensar su imposibilidad para realizar estudios superiores. Vivió gran parte de su vida a la orilla del mar, en Barranco,
cultivó además su gusto por la pintura. En sus últimos años, agobiado por la pobreza y su salud precaria, ocupó
un puesto como bibliotecario en la ciudad de Lima.
Su obra está compilada en las siguientes publicaciones: «Simbólicas» en 1911, «La canción de las figuras» en 1916,
«Sombra» y «Rondinelas» en el año 1929.
(Perú, 1874 – 1942). De más alto interés que muchos coetáneos suyos que en su tiempo gozaron de una extrema popularidad, la vida de este sin embargo menos conocido poeta no conoció de mayores accidentes notables y puede vérsela como el cumplimiento fiel, en apartamiento y soledad, de una rigurosa vocación poética y artística general. Por razones de su precaria salud (fue débil y enfermizo desde pequeño), de niño y adolescente pasó largas temporadas en el campo, en algunas haciendas de la familia; y esta experiencia inmediata de la naturaleza, que el inquieto muchacho apuraba con curiosidad y fruición, fue decisiva en el refinamiento de los sentidos que luego su poesía revelará. Más tarde se traslada a Barranco, una tranquila villa-balneario junto al mar y próxima a la capital del Perú, donde residirá en paz y sosiego absolutos durante más de treinta años. Por los mismos motivos de salud no había podido completar regularmente sus estudios y ahora, en Barranco, compensará esa deficiencia con la lectura voraz de decadentes y simbolistas europeos (principalmente franceses: Baudelaire, Verlaire, Mallarmé, Rimbaud, Octave Mirbeau, pero también D´Anunzio); de la literatura infantil de los nórdicos (Grimm, Andersen); y de los grandes maestros del prerrafaelismo y el esteticismo inglés (Ruskin, Rosetti, Wilde), todos los cuales dejaron una huella, pero muy asimilada y personal, en su obra de creación y en su pensamiento poético. Se dedicó también, intensa y continuadamente, a la pintura; y fue un artista plástico de gran interés que concluyó llevando a sus acuarelas y dibujos las figuras y los motivos enigmáticos en su misma poesía.
Por dificultades económicas que afectaron a la familia, se traslada en los últimos años de su vida a Lima, y allí ejerce el modesto puesto de bibliotecario del Ministerio de Educación. Parece que fue un hombre sencillo, afable, entrañable, de personalidad simpática y hasta candorosa, que se granjeó la admiración y el respeto de peruanos ilustres de su época (desde Manuel González Prada hasta Jose Carlos Mariátegui) y de sus amigos íntimos, que han dejado de él cálidas evocaciones de la devoción y el afecto que su persona despertaba. Se entretenía, casi infantilmente, con cosas pequeñas pero siempre relacionadas con el arte: se mostraba, por ejemplo, muy orgulloso de haber inventado una minúscula máquina fotográfica ("del tamaño aproximado de un corcho de botella", cuenta su biógrafo, crítico y amigo Estuardo Núñez) con la que tomaba fotos en miniatura del paisaje y de animales y plantas. Ya en su alta madurez logró en su país el justo reconocimiento público que, por la inercia habitual de la crítica, le había sido inicialmente negado. Pero vivió en un silencio y recogimiento cordial, nada hosco, en una suerte de correlato o metáfora existencial de su propia poesía, desligada sin acritud de la realidad material e histórica. Una declaración suya, emitida sólo dos años antes de su muerte, casi resume el sentido íntimo de todo su quehacer vital y creativo: "Vivo cercando el misterio de las palabras y de las cosas que nos rodean".
Hacia 1929, y cuando estrictamente poética (al menos, la de su lirismo en verso) parecía debilitada o extenuada, se dio al ejercicio de la prosa, que antes apenas había cultivado. (Curiosamente por esas mismas fechas, en un contemporáneo español de Eguren, Antonio Machado, se habría de producir un muy similar encauzamiento hacia la prosa de su tarea de escritor y aun rigurosamente de poeta). El peruano comenzó a publicar entonces (primero en Amauta, la importante revista que fundara y dirigiera Mariátegui, y después y más frecuentemente en La Revista Semanal de Lima y en otras publicaciones (unos fascinantes artículos en prosa, de temática diversa y de índole entre ensayística y poemático (algunos eran verdaderos poemas en prosa), que son de gran interés para adentrarnos en su personal visión de la naturaleza y el arte. Entre 1930 y 1931 dio a las prensas los más de ellos donde, según sus palabras, "No me produzco como filósofo sino siempre como poeta", pues al conocimiento, añade, se pude llegar "por el camino más vasto, desordenado y misterioso de los ensueños poéticos". Se sabe que intentaba recoger esos artículos en libro; pero esto no llegó a producirse sino póstumamente: en la edición que, bajo el título de Motivos estéticos, realizara Estuardo Núñez en 1959. Hoy pueden leerse también, con el rótulo simplificado de Motivos (que parece era el que el autor destinaba para el conjunto) en la más fidedigna edición suya con que al cabo contamos: la ejecutada, con gran rigor y abundante acopio de notas aclaratorias y material bibliográfico, por Ricardo Silva-Santisteban: las Obras completas (1974) de Eguren que se anota en la Bibliografia. De sentido y valor más que meramente ancilar, esos Motivos son un complemento indispensable para la apreciación del norte a que apuntaba su trabajo de creación lírica.
Y aquí viene la "rareza", de común señalada en este poeta. Anti-declamatorio, anti-retórico, anti-elocuente; nada explicativo, nada descriptivo, nada narrativo (en una palabra: felizmente antichocano, su contrapartida más notable en las letras de su país), Eguren se entra con pulso firme, desde su primer libro, en una poesía que descansa fuertemente sobre
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