Juan Jose Gurrola

Un poco de la vida más intima de Juan Josá Gurrola

Juan José Gurrola se dedicaba a muchas cosas, fue: director, acto, escenógrafo, dramaturgo, dirigió cine, estudió arquitectura, dirigió en televisión, fue maestro, hizo performance, escribió varios artículos en diferentes revistas como: “Revista Mexicana de Literatura”; participó en el dibujo, la música, la fotografía, la radio, la producción. E incluso, fue torero por una tarde de donde recibió buenas criticas, de ahí salió el término “gurrolina”. En sus ratos de ocio fue buen jugador de golf, de billar. Era un hombre muy activo que de varias formas todo el tiempo estaba de arriba para abajo participando en diferentes actividades,

Nació en el Distrito Federal, fue hijo único de padres divorciados, a los 12 años se fue a vivir a Estados Unidos con su mamá, quien vivió en Nueva York desde que Gurrola tenía 5 años. Mientras tanto, vivió su infancia con su abuela Margarita Flores de Iturriaga (maestra en una escuela para señoritas), vivían en Orizaba, Veracruz.

Uno de sus primeros acercamientos al teatro fue en una ocasión cuando tenía 12 años, fue en un teatro de Nueva York con la comedia musical: Oklahoma. Lo fenomenal de esa experiencia fue que se dio cuenta de la precisión con la que bailaban en esa obra, es decir, notó una muy buena participación de los bailarines, veía sonreír a todos, los cambios de escena, etc.

Regresó a México para entrar a la Preparatoria, para ese entonces ya hablaba inglés y tenía otra identidad. Vivir en Nueva York le dio diferentes experiencias, como por ejemplo: dominó el inglés desde adolescente, conoció el teatro de Nueva York, tuvo educación en escuelas de Estados Unidos, entró a los Boy Scouts, le dio una diferente visión del mundo, etc.

Como su padre (Juan José Gurrola Borrego, mexicano norteño) era publicista y dirigió diferentes radionovelas, Juan José tuvo la oportunidad de participar en algunas, por ejemplo, hay una experiencia que él cuenta: “Un día llegué al radio y él me dijo: -Entra y grita al micrófono como vigía en un barco: ‘¡Constantinopla!’- y cuando me dio el quiu, hasta que finalmente me paso a un estudio donde hacían sonidos y lo pude hacer. ¡Por primera vez fui yo, yo, no el hijo del director, y tenía toda la responsabilidad de ser! Fue una sensación maravillosa, de que tenía mi momento de entrar al mundo de la ficción, por eso me ganaba la risa” . Otra de las experiencias que cuenta es: “Las amantes de mi papá eran actrices de radionovelas y primero me dieron un papelito y luego volví y ya me piqué para decir: -Pablo, ve por las chingadas guardas-. Y ahí ellas fueron las primeras en decirme cómo hacerlo y, gracias a esa experiencia, cuando se formó el grupo de Teatro en Arquitectura, como yo ya sabía más o menos modular. Tuve el papel principal de un viejo de 65 años”i

Fue un joven muy atrabancado, iba al billares, o a bares, se saltaba clases, desde joven fue mujeriego, se burlaba de sus compañeros, burdeles, terminaba en delegaciones, etc. Él cuenta: “En Domingo nos íbamos a las casas de Lomas donde trabajaban las sirvientas, las sacábamos y las poníamos a bailar en el cabaret o lo que sea y a güevo que nos quedábamos con una lana y luego nos las cogíamos. Ya no teníamos que hacer casting, ya estaban trabajadas, ya sabían. Luego tuve otro momento de padrote que me da mucho gusto”i

Él dice que nunca estudió teatro, (lo cual es completamente falso porque tiene varios estudios en diferentes países como Estados Unidos o Alemania), quizá se refiera a que no curso en nivel licenciatura teatro o algo así.

Gurrola estudió arquitectura en la UNAM, dice que no sabe explicar ni sabe decir cómo fue que se terminó dedicando al teatro. En arquitectura había un grupo (o varios) en donde él participó, uno se llamaba: Poesía en Voz Alta; ese grupo fue importante porque conoció a grandes personajes como Fernando Wagner, y tuvo gratas experiencias como en la obra: Así que pasen cinco años en donde dice que al actuar el papel del niño: “Sentí el absoluto placer de ser yo mismo en otro lugar” o Asesinato en la Catedral, de donde dice que tiene un recuerdo muy feliz. También ahí mismo conoció a Juan Garcia Ponce, y juntos hicieron la iluminación. Incluso en una revista escribió: “Los años 50 son buenos para el teatro gracias a Poesía en Voz Alta, movimiento sin el cual no se conciben muchas de las tendencias actuales del teatro en México” i; aunque últimamente dice que Poesía en Voz Alta no cree que haya significado algo.

Otro grupo en el que participó se llamaba La Maffia: “Formamos la Maffia, un grupo de jóvenes que rechazábamos las nuevas formas de manifestaciones culturales que nos parecía inservible. Era algo inmaterial y considerábamos como integrante de nuestro corro a todo aquel que tuviera éxito y produjera obras, arte, pues. Dejabas de pertenecer a la Maffia en cuanto te traicionabas a ti mismo, es decir, desde el primer momento en que fracasas. La integramos en los 50, y estaba dentro Cuevas, Monsiváis, Jodorowsky, Guillermo Piazza y yo, también andaba Carlos Fuentes, Enrique Rocha, …” i

También hizo, dirigió performance, pensaba que: “… no puede planearse, si está construido por el pensamiento no es performance, y menos si tiene una connotación política, teatral, o reivindicatoria femenina o chicana. Les pueden llamar performance si quieren, pero no lo son. Un performance que no sea inaudito, no lo es […] el público debe ser mudo testigo de algo que pasa frente a ellos, sin buscarle una relación con lo que los rodea” i En los 90 hizo un performance con un gran eclipse muy esperado en México como escenografía natural en la explanada del Museo de Antropología.

Dice que jamás hace una investigación histórica, ni sobre lo que representa una obra o un texto ni sobre el contexto que la rodea. Si acaso, una indagación, es exclusivamente para deformarla y avanzar hacia el hallazgo. Todo tiene que ser cambiado,

Al principio, Gurrola quería una compañía, un teatro independiente y trabajar, pero siempre se lo negaron porque se negaba a las jugadas políticas que ello implicaba. Se creía un genio, y decía que un genio no se vende, y menos siendo un outsider, como él se consideraba. Y posteriormente decidió no tener un grupo establecido, pero para sus puestas en escena si era muy selectivo para elegir su equipo de trabajo y trabajaba continuamente con los mismos actores estos actores debían tener una trayectoria, algunos habían trabajado en televisión o hacían mucho teatro, el objetivo principal es que fueran profesionales: “No tengo una compañía, pero siempre que estoy a punto de una confabulación secreta [puesta en escena] llamo

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