Luis Gerardo Sánchez Espinosa
Enviado por gerargo • 20 de Junio de 2018 • Biografía • 2.171 Palabras (9 Páginas) • 627 Visitas
Luis Gerardo Sánchez Espinosa.
En el presente ensayo quiero enfatizar diciendo que actualmente en las escuelas de educación básica especialmente en la primaria, una de las críticas principales que podemos identificar sobre evaluación es que no existe una congruencia entre lo que se enseña y lo que se evalúa. Es por ello que a lo largo de este ensayo me referiré como aportación principal la teoría de la autora Frida Díaz Barriga quien nos brindará las bases conceptuales y procedimentales para conocer la llamada evaluación auténtica así como sugerencias de instrumentos de evaluación que se pueden implementar para evaluar más que contenidos curriculares el proceso de aprendizaje que siguieron los alumnos para llegar a sus producciones, autoevaluarse y coevaluarse para ser parte del proceso de enseñanza y aprendizaje, en especial en los distintos momentos de la evaluación y que lo más importante es que este tipo de evaluación se logre implementar en el aula de manera óptima y satisfactoria para el aprendizaje considerando sus retos e implicaciones inmersas en la práctica docente ya que de manera parcial responde a una vertiente totalmente contraria a la evaluación tradicionalista. La premisa central de la evaluación es que hay que evaluar aprendizajes contextualizados, relevantes y funcionales para la vida extraescolar y profesional de los alumnos, y que para ello la evaluación autentica se enfoca en que el alumno además de entender pueda comprender y analizar los nuevos conocimientos y dejar atrás la enseñanza tradicionalista en donde el profesor tenía el conocimiento absoluto y los alumnos tienen que aprenderlo todo de memoria. Se pretende que lo que enseña sea lo que se evalué y se genere conocimientos significativos y que no solo se proceda a otorgar calificaciones finales sin cambios de mejora y con la finalidad de sancionar o evidenciar a los mismos alumnos.
Conoceremos que este tipo de evaluación autentica genera un cambio de paradigma en la práctica docente, en el tipo de evaluación que hasta ahora han implementado los docentes para cumplir con demandas meramente administrativas, pero sin lograr llegar a procesos metacognitivos superiores en los alumnos. Sin duda alguna este cambio tendrá efectos retroactivos en ambos procesos educativos ya que si se cambia la evaluación cambia la forma de enseñar. La evaluación auténtica destaca la importancia de la aplicación de la habilidad en el contexto de una situación de la vida real. Asimismo, busca evaluar lo que se hace, identificar el vínculo de coherencia entre lo conceptual y lo procedimental, así como también el explorar el aprendizaje de distintos tipos de contenido, incluso el conceptual, procedimental y estratégico, sin dejar de lado el componente actitudinal; con alumnos que sean capaces de llevar lo aprendido a las diversas situaciones que se le presenten el su vida cotidiana, además de que conozcan de lo que son capaces, conociendo sus habilidades, alcances y limitaciones.
La evaluación autentica se enfoca principalmente en el desempeño del alumno, pretende que este logre solucionar, intervenir y comprender asuntos que se le presenten en la vida cotidiana.
Busca evaluar lo que se hace, comprender y entender el proceso de desempeño en un determinado contexto, pero es aquí en donde se encuentra realmente el reto complejo ya que los docentes tienen sus propias creencias de lo que es evaluar y cómo evaluar desde las experiencias que han tenido a lo largo de su servicio ,consideran a una sola evaluación como única y funcional para asignar una calificación aprobatoria o reprobatoria pero no realmente saben cómo usar dicha evaluación en un porcentaje adecuado para retroalimentar y mejorar en la adquisición de determinados conocimientos, habilidades o actitudes. (Prieto, 2008) Menciona que al término evaluación le adjudicamos varios sinónimos y que visualizamos que estamos evaluando, pero realmente solo cuando nuestro instrumento de evaluación demuestra que los criterios seleccionados se apegan al aprendizaje esperado o a las competencias del educando. Y esa es una de las principales implicaciones para que se dé un cambio en la evaluación acorde a lo que se les enseña y aprenden los alumnos; los docentes que ya llevan muchos años laborando activamente en educación básica se rehúsan muchas veces a autodirigirse por el aspecto cualitativo que cuantitativo, consideran que es un procesos complejo porque no solo evalúan contenidos sin razón de ser, sino que implica que evalúen aspectos además de conceptuales, los procedimentales y actitudinales que el alumno pone en juego al momento de aprender una cierta tarea y además involucran al mismo alumno en este proceso consciente de autoevaluación y coevaluación para constatar con la evaluación del docente. Sin dejar a un lado que también se involucran implicaciones de poder del sistema educativo en nuestro país por parte del gobierno quien más que pedirles a los maestros que evalúen para mejorar les piden que evalúen para un seguimiento de control y rendición de cuentas de la totalidad de contenidos que han cumplido de planes y programas que se les exigen y obtener calificaciones administrativamente para que los alumnos sigan egresando en los distintos niveles educativos.
La enseñanza y aprendizaje debe verse desde un enfoque constructivista que aunque normativamente sepamos que su práctica en las escuelas de Educación Básica se está llevando a cabo, en el ámbito de la evaluación no se ha hecho casi nada, he conocido a lo largo de mi experiencia y preparación como docente en Formación que los docentes del siglo XXI frente a grupo aún sigue evaluando de manera tradicionalista, y no llevan a la práctica una evaluación autentica, es decir evalúan sin que haya congruencia entre el tipo de evaluación y enseñanza, es decir como lo menciona (Díaz, 2006) “se enseña una cosa y se evalúa otra”. Esta evaluación llega a ser autentica cuando se permite la vinculación de la escuela con la vida, cuando se le permite al alumno pensar y reflexionar significativamente, sus errores y áreas de oportunidad en su desempeño académico y es aquí que este tipo de evaluación tiene sentido para que el alumno no se preocupe por que su evaluación será centrada en la heteroevaluación del docente como autoridad sino que existe una motivación hacia el cambio y mejora en su aprendizaje, porque conocerá por qué se le evaluara y cómo se le evaluará.
En la perspectiva situada, la enseñanza se organiza en torno a actividades auténticas, y la evaluación requiere guardar congruencia con ellas, de tal manera que también exista una evaluación auténtica (Díaz, 2006). Para propiciar este tipo de evaluación autentica en el aula, el docente debe partir de los intereses, necesidades y estilos de aprendizaje de sus alumnos, pero principalmente
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