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Manuelita Saenz Patriota Ecuatoriana


Enviado por   •  20 de Diciembre de 2011  •  1.834 Palabras (8 Páginas)  •  3.024 Visitas

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Manuelita Sáenz

La Libertadora del Libertador

Patriota ecuatoriana (Quito, 1797 Paita, Perú, 1856), compañera del Libertador Simón Bolívar. "Caballeresa del sol" fue el nombre que recibió Manuela Sáenz al recibir la más alta condecoración que el Perú revolucionario concedía a los militantes de la causa patriota, la Orden del Sol. "La Sáenz" era como la llamaban despectivamente los que no la querían (los enemigos de Bolívar, que no eran pocos), y como ella misma se llamaba para demostrar su desprecio por ellos y por las «preocupaciones sociales, inventadas para atormentarse mutuamente», según sus palabras. "La libertadora" fue el epíteto que recibió después de que le salvara la vida a Simón Bolívar la noche del 25 de septiembre de 1828. "Amable loca", "Manuelita la bella", son otros de los calificativos con los que se conoce a Manuela Sáenz, la mujer que acompañó a Bolívar en los últimos ocho años de su vida (1822-1830), que promovió activa y beligerantemente la independencia del territorio suramericano y que sufrió por su efímera homogeneidad política. La fecha exacta de su nacimiento, al igual que la de su muerte, es incierta. En algunos libros se lee 1797-1856, en otros, 1798-1859, otros dicen que iba con el siglo. Su lugar de origen tampoco se sabe con certeza, esto ni a ella misma le importaba, pues declaraba: «Mi país es el continente de América. He nacido bajo la línea del Ecuador». Sin embargo, el dato más aceptado es Quito, 1797 - Paita, 1856. Su padre fue Simón Sáenz y Vergara, un español miembro del Concejo de la ciudad de Quito, capitán de la milicia del rey y recaudador de los diezmos del reino de Quito, casado con Juana María del Campo. Joaquina Aispuru era su madre, quiteña, que legó a Manuela el odio de su familia por haberla deshonrado con un amor ilícito.

En 1822, a los veinticuatro años, Manuela ya era la esposa de un acaudalado comerciante inglés, James Thorne, natural de Aylesbury. Era señora de una gran casa en Lima y de otra en las afueras (Magdalena); había sido condecorada con la Orden del Sol, el 23 de enero de 1822, por haber convencido a su medio hermano, un capitán del regimiento de Numancia del ejército realista, y a los demás oficiales de la unidad, para que se pasaran al campo de los patriotas.

Este año, Manuela Sáenz regresó a Quito, al encuentro del Libertador y de la proclama de la libertad de la ciudad y la incorporación oficial del país a la República de la Gran Colombia. El 16 de junio de 1822, en el baile de gala con el que se celebró la liberación, conoció a Simón Bolívar. Desde este día, se convirtió en su sombra: fue la última mujer con quien Bolívar sostuvo un amor continuo desde la muerte de su esposa, María Teresa del Toro, veinte años antes; fue su confidente, cuidó y salvaguardó sus archivos, protegió su vida, y sus intereses políticos fueron los de ella. Manuela volvía a una ciudad que la había despreciado por haber abandonado el convento de Santa Catalina en 1815, su hogar desde que murió su madre, para irse con un oficial de la Guardia Real, Fausto D'Elhúyar. Este hecho hizo que su condición de hija ilegítima fuera esgrimida con vehemencia por una sociedad intolerante que siempre la llamó "bastarda" y la expulsó de su seno. Ahora volvía a hacerlo, pues Manuela repetía la historia con el Libertador. Desde este día, la vida de Manuela se regiría por la de Bolívar. Antes se había regido por la de su padre, cuando concertó su matrimonio en Panamá, a donde viajó al ser expulsada del convento. James Thome intentó lo propio, pero ni aun los derechos conyugales se lo permitieron.

En 1823 Bolívar fue a Lima para poner fin a la guerra civil que se había desatado, y allí se instaló Manuela, aun cuando en esa ciudad estaba su residencia con Thorne (él estaba en Chile), menospreciando las consecuencias sociales que esta circunstancia pudiera traerle. Sin embargo, esto resultó ser un punto a favor para sus intereses personales y para los intereses políticos de la independencia. Manuela sabía moverse tanto entre la "buena sociedad" de Lima, como entre los comerciantes (ingleses y limeños) y los patriotas, y estar al tanto de lo que pasaba y podía pasar en la ciudad. En octubre de ese año fue incorporada en forma oficial al Estado Mayor de Bolívar, a petición del coronel Daniel O'Leary. Fue encargada de los archivos personales del Libertador y se le otorgó el grado de coronela, por lo que vistió casaca azul, vueltas y cuello rojos. En la batalla de Ayacucho (1824), Manuela siguió a Bolívar a discreción por los Andes. El 1 de diciembre de 1827 salió para Bogotá, ante la solicitud de Bolívar de reanimar «una vida que está expirando». En esta ciudad debió enfrentar un grupo grande de detractores, entre los que se encontraban Francisco de Paula Santander y José María Córdova, enemigos declarados de la Sáenz. «Tendría 29 a 30 años cuando la conocí en toda su belleza. Algo gruesa, ojos negros, mirada indecisa, tez sonrosada sobre fondo blanco, cabellos negros, artísticamente peinados y los más bellos dedos del mundo [...] era alegre, conversaba poco; Fumaba con gracia. Poseía un secreto encanto para hacerse amar», así la describió Jean-Baptiste Boussingault, un profesor de ciencias francés que Santander trajo a Colombia en 1824, y con quien Manuela compartió muchos momentos políticos y sociales.

Durante los primeros

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