Marosa Di Giorgio
Enviado por EnriquePorro • 28 de Enero de 2012 • 644 Palabras (3 Páginas) • 846 Visitas
Poeta uruguaya nacida en Salto en 1934.
Desde 1978 se radicó en Montevideo donde inició su carrera poética en 1954 con su obra «Poemas».
Su ascendencia italiana y vasca la convirtió en una poeta singular, cuya obra respondió siempre a las exigencias
de su mundo interior, donde la naturaleza, la magia, la mitología y el misterio, se convirtieron en importantes protagonistas.
El conjunto de su obra, reunida en «Los papeles salvajes», se amplió con dos volúmenes que incluyeron «La liebre de marzo»,
«Mesa de esmeralda», «La falena», «Membrillo de Lusana» y «Diamelas de Clementina Médici».
Sus poemas y relatos fueron traducidos al inglés, francés, portugués e italiano.
Recibió importantes distinciones entre las que se destacan la Beca Fullbright y el Primer Premio del Festival Internacional
de Poesía de Medellín en 2001.
Falleció en el año 2004. ©
A veces, en el trecho de la huerta...
Anoche, volvió, otra vez...
Árbol de magnolias...
Bajó la mariposa...
De súbito, estalló la guerra
Domingo a la tarde...
Ellos tenían siempre la cosecha más roja...
Había nacido con zapatos...
La naturaleza de los sueños
Los hongos nacen en silencio...
Los leones rondaban la casa
Me acuerdo de los repollos...
Mi alma es un vampiro...
Misa del árbol
Misal de la virgen
Poema X
Yendo por aquel campo...
Puedes escuchar su poesía en: La voz de los poetasVida
por Leonardo Garet
Una sacerdotisa en el altar
La imagen en el espejo
Las biografías poéticas y anecdóticas tienden a eliminar distancias, se confunden en una propuesta que es como otro tejido en el plano profundo de la página. Marosa es la que transitó determinadas calles porque sus pasos se sienten en el papel y las criaturas de sus poemas la acompañan y se le caen diademas al ritmo de su paso. El presente ejercicio de superponer una Marosa histórica a otra enteramente formada por ella misma, puede parecer del todo innecesario. En efecto, nada mejor para describir su infancia que un poema con ese motivo, nada mejor que para hablar del lugar “real” de la chacra de su abuelo, que el El mar de Amelia 33, por ejemplo, pero esta superposición nos trae la comprobación asombrosa de esa coincidencia, mostrando irrefutablemente, que estamos en presencia, como pocas veces en la historia del arte, de alguien que vivió su propia obra y escribió su propia vida. Aunque en su caso se trate –otra vez- de escribir sus propios
...