Miguel Otero Silva
Enviado por jernesto55 • 9 de Marzo de 2014 • 1.903 Palabras (8 Páginas) • 406 Visitas
Miguel Otero Silva
Barcelona, Venezuela, 1908 - Caracas, 1985) Poeta, novelista y periodista venezolano, uno de los máximos exponentes de la literatura social en su país.
Miguel Otero Silva participó activamente en las revueltas estudiantiles de febrero de 1928 y también en la conspiración militar del 7 de abril de ese año y la aventura, al año siguiente, de una proyectada invasión por las costas de Falcón. Estos fueron los síntomas anunciadores de lo que iba a ser su actitud vital más constante: una pasión genuina por la justicia social, la insumisión ante las tiranías, la fe en las posibilidades de transformación de la sociedad venezolana.
Oriundo de Barcelona, la capital del estado Anzoátegui, su padre, Henrique Otero Vizcarrondo, pertenecía a una familia de hacendados que se enriqueció al descubrirse que sus tierras atesoraban asfalto y petróleo. Cuando tenía seis años, Miguel se trasladó a Caracas con su familia, que se instaló en el barrio de La Pastora. Cursó estudios en el San José de Los Teques y en el Liceo Caracas, que dirigían Luis Ezpelosín y Rómulo Gallegos. En las aulas de este plantel coincidió con un grupo de jóvenes estudiantes que iban a constituir la élite intelectual y política del país después de la muerte de Juan Vicente Gómez: Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Isaac J. Pardo, Rafael Vegas.
En 1924, con quince años, Otero Silva había concluido sus estudios de bachillerato, y su padre, alentado por el talento matemático del hijo, lo instó a que estudiara ingeniería civil. Ese mismo año se inscribió para cursar esta carrera en la Universidad Central de Venezuela, y efectivamente la cursó hasta el final. Pero ya sus intereses eran otros, y Miguel Otero no se molestó siquiera en recoger su título de ingeniero. Había empezado a escribir y, sobre todo, había descubierto el periodismo, que será, con la política y la literatura, su otra actividad constante. Con el seudónimo Miotsis dio sus primeros brochazos humorísticos en las páginas del periódico Fantoches y la revista Caricaturas.
En enero del año decisivo de 1928 circuló en Caracas el número, destinado a ser único, de una revista titulada Válvula. Allí podía leerse un editorial que, a primera vista, se limitaba a exponer el ideario estético de una generación de venezolanos que descubría, tardíamente pero con bríos, las grandes vanguardias que desde 1910 sacudían Europa: Futurismo, Dadaísmo, Ultraísmo. Sin embargo, entre líneas podía adivinarse la aparición aún tímida de un espíritu de revuelta dirigido no solamente contra anquilosadas formas artísticas, sino también contra una sociedad provinciana, aherrojada por un caudillo atávico.
A la luz de la revuelta estudiantil que se produjo apenas un mes después de su publicación, hay frases del editorial de Válvula que resuenan como una amenaza de cambio inminente: "Abominamos todos los medios tonos, todas las discreciones, sólo creemos en la eficacia del silencio o el grito. Válvula es la espita de la máquina por donde escapará el gas de las explosiones del arte futuro". Las firmas que acompañaron este manifiesto con forma de editorial son un compendio de intelectuales que dejarán una obra perdurable y de futuros actores del cambio político y social que vivirá el país a partir de 1936:Arturo Uslar Pietri, Antonio Arráiz, Miguel Otero Silva, Fernando Paz Castillo, José Antonio Ramos Sucre y José Nucete Sardi, entre otros.
Nicolás Guillén y Miguel Otero Silva
Durante la semana tradicionalmente dedicada por los caraqueños a la celebración de las fiestas de Carnaval, un grupo de estudiantes y autoridades universitarios, que había ya logrado algunas reformas democráticas en la Universidad Central, organizó una serie de manifestaciones, de carácter cultural y festivo, con el fin de recaudar fondos para la fundación de una institución, la Casa de Bello, inspirada en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Entre otros sucesos, la intervención en estos actos de Pío Tamayo, dirigente político e introductor del marxismo en Venezuela, y de los estudiantes de derecho Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Joaquín Gabaldón Márquez, se saldó con la represión de los festejos y el apresamiento de Tamayo y los jóvenes activistas.
El resto de los estudiantes, en señal de protesta, se entregó a las autoridades, quienes los encarcelaron durante dos semanas. Al ser liberados, el pueblo de Caracas los vitoreó en las calles de la ciudad. Era la primera vez que se producía un acercamiento entre los universitarios y el pueblo, y la primera que se producían fisuras en la fachada del régimen.
Miguel Otero pudo huir del país a diferencia de otros jóvenes, como Antonio Arráiz y Andrés Eloy Blanco tras la intentona fallida protagonizada por un grupo de militares en abril de ese mismo año. Desde el exilio se sumó, en 1929, a otra fallida aventura, liderada esta vez por Gustavo Machado y Rafael Simón Urbina. Un año después, el joven prófugo se afilió al Partido Comunista Internacional, y por estas fechas comenzó a escribir Fiebre. De España fue deportado a Francia, donde se afilió también al Partido Comunista Francés.
La muerte de Gómez, en diciembre de 1935, le permitió regresar al país, donde sacó a relucir brillantemente su vena humorística escribiendoSinfonías tontas, versos satíricos publicados en el diario Ahora con el seudónimo Mickey. El régimen de Eleazar López Contreras no le vio gracia al asunto, y de nuevo tuvo Miguel Otero que refugiarse fuera del país, esta vez en México, donde publicó su primer libro, el poemario Agua y cauce, y posteriormente en Estados Unidos, Cuba y Colombia.
Inicialmente, Otero Silva pareció desligarse de los acontecimientos políticos de su país y volcarse, como militante comunista, en las dos grandes conflagraciones que sacudieron Europa: la guerra civil española y el inicio de la
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