Pedro de Jesús Maldonado

SAN PEDRO DE JESÚS MALDONADO[pic 1]

San Padre de Jesús Maldonado, Mártir de Jesucristo, nació el 15 de junio de 1892 en el seno de una familia humilde, en la ciudad de Chihuahua.  De acuerdo con sus hermanas, su niñez tuvo el distintivo de la obediencia y el fervor.

A pesar de que tuvo una juventud enfermiza, manifestó un espíritu jocoso y alegre. A los 17 años ingresa al Seminario, donde demuestra su gusto por el estudio. Sus compañeros suelen llamarlo “El Soldado”, debido a que había expresado su deseo de ser jesuita. Gracias a su alegría y amabilidad se gana fácilmente la estimación de sus compañeros.  

En 1914, el Padre comienza a resentir en su salud los efectos de la escasez de alimentos que imperaba en el seminario desde el año 1910, por lo que decide salirse y se concentra en el estudio de la música, de hecho, aprende a tocar el armonio, el piano y el violín.

Posteriormente, uno de sus compañeros lo exhorta a retomar su camino vocacional, por lo que regresa al seminario. Es famosa la frase que le dijo al padre José Morales, al finalizar unos Ejercicios Espirituales: “He pensado tener mi corazón siempre en el cielo y el Sagrario”.

El 25 de enero de 1918 es ordenado sacerdote en El Paso, Texas, y celebra su primera misa en la ciudad de Chihuahua en el templo de la Sagrada Familia el 11 de febrero de 1918, justo 19 años antes de su bautizo de sangre.

Ejerció su ministerio en diversas localidades del estado de Chihuahua, entre las que destaca Carretas, San Lorenzo, Cusihuiriachic, Jiménez, entre otras. El 1 de febrero de 1924 es trasladado a la Parroquia de Santa Isabel.

Cabe destacar, que en cada una de las comunidades se entrega por completo a la creación y al apoyo de nuevas asociaciones, entre las que destacan la Adoración Nocturna y las Asociaciones Marianas.

En el año 1926 se desata en México una encarnizada persecución religiosa, muchos sacerdotes recurren a la clandestinidad para oficiar los sacramentos, algunos llegan a disfrazarse y a celebrar en casas particulares. Entre estos últimos, destaca San Pedro de Jesús Maldonado, quien con una fe indemne sigue ejerciendo su ministerio.

Previo a su martirio, sufrió otro tipo de privaciones, entre las que destaca su aprehensión en 1934 y su posterior destierro a la Ciudad de El Paso, Texas; sin embargo, tan pronto le es posible, regresa a Santa Isabel sin importarle los peligros a los que se exponía.

Finalmente, la palma del martirio le es otorgada el 10 de febrero de 1937, un miércoles de ceniza, cuando es detenido a las tres de la tarde por un grupo armado que lo conduce descalzo por una distancia de tres kilómetros, cabe destacar que durante el trayecto es acompañado por varios feligreses.

Apenas llegan a la presidencia municipal de Santa Isabel, es recibido con golpes y jaloneos, incluso logran arrancarle un mechón de cabello. Su cabeza es golpeada con una pistola, la cual le quiebra el cráneo y le ocasiona caer en un estado de inconciencia y casi le hace estallar el ojo izquierdo.

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