Por alguna razón soy de este color.

Por alguna razón soy de este color.

Cierto día, no recuerdo exactamente, mi madre nos dijo a mí y a mi hermanas, que nos íbamos a ir, muy lejos de casa, no nos dijo la razón, aunque yo ya tenía mis sospechas, asique a la semana siguiente empacamos nuestras pertenencias y tomamos un bus que nos llevaría hasta San José. Se me ha hecho un poco difícil la idea de abandonar a mis amigos de escuela y los del barrio, echo de menos a mi abuela Chola, así le dicen de cariño todo el pueblo, a mis tías y mis primillos que siempre nos visitaban los fines de semana.

 Era hermoso ir al puerto, a ver los peces y las aves, hasta mirábamos los grandes cruceros, donde cientos de personas se bajaban de aquel gran barco, para conocer el puerto, pensaba en cuando iba a bañarme al mar y el cielo nítido con su gran y potente sol, nada de nubes, jugábamos fútbol y volábamos papalotes, corríamos por toda la orilla del mar riendo y gozando, en ocasiones nos sentábamos debajo de palmeras a comer sandías y cocadas. Al caer la tarde cansados de tanta diversión, mirábamos el crepúsculo, el firmamento se tornaba de diferentes colores, era una gran obra de arte, nos íbamos a la casa cuando las estrellas se notaran. Todo eso y más iban pensando en el bus.

Ocasiones  anteriores había viajado a San José, y últimamente visitaba la ciudad más seguida. Ese día llegamos pasadas las diez de la mañana, bajamos del bus y mi madre se puso de frente a mis hermanas y a mí, rápidamente dijo: Niños, este será su nuevo hogar, la vida aquí es muy diferente a la de allá, he conseguido un excelente empleo con Gerardo y además- en ese instante una sonrisa vacilona se presento- Gerardo ha pedido, que sea su esposa.

 Gerardo Ramírez, era el novio de mi mamá,  es buena persona, agradable y trabaja en un restaurante, él es el chef, cocina exquisito al igual que mi madre, se conocieron en mi pueblo, justamente en un restaurante en el cual mi mamá trabajaba anteriormente, a Gerardo le sirvieron una comida tan exquisita que cuando la probó, mando a llamar a la cocinera inmediatamente para felicitarla, pero donde vio salir aquella mujer tan bella-porque mi mamá es la más bella-se enamoró. Desde ese entonces comenzaron hablar más y más, todo terminó en un noviazgo y por lo que acabamos de enterarnos, va a llegar aún más lejos. Felices y por supuesto sonrientes, abrazamos a mamá por esta gran noticia, ella merecer ser feliz.

        El  día era fresco aunque, comenzaba a calentar el sol, Gerardo vino a recogernos a la parada con su carro azul de cajón. Mientras íbamos en el auto, miraba muchas personas, unos iban caminando, otras mantenían una conversación, por otro lado mercaderes y constructores automóviles por montón. Llegamos a una casa, de dos plantas, de color azul, al lado izquierdo había un pequeño parque y al otro una casa blanca. Del agotador viaje que tuve en la mañana, me baje del auto, entre a la casa, subí las gradas, y fui directo a la habitación que mi madre me propino. Comencé a ordenar el cuarto, saqué la ropa del equipaje y la acomodé en un armario grande de madera, cerré las cortinas y a continuación, me tumbé sobre la cama y dormí.

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