Primeros años en la vida de Adolfo Hitler
Enviado por real • 10 de Julio de 2012 • Biografía • 1.993 Palabras (8 Páginas) • 987 Visitas
Adolf Hitler
Adolf Hitler nació el 20 de abril de 1889 en Braunau an Inn, Austria, en el seno de una familia clase media. El padre de Adolf, Alois Hitler, era un funcionario de aduanas, violento, alcohólico y mujeriego, propinador de golpizas a sus hijos y a su esposa y de quien se dice terminó sus días en un manicomio.
Su madre, Klara Pölz, tercer matrimonio de Alois, muere a los 47 años de edad después de tener 6 hijos de los cuales sólo 2 llegarían a la mayoría de edad: Adolf y su hermana Paula. Esto la torna una mujer sobreprotectora.
Primeros años en la vida de Adolfo Hitler
Adolf Hitler fue un pésimo estudiante al que le resultó imposible culminar la escuela media. Su afición por la pintura lo conduce a intentar en dos ocasiones ingresar a la Academia de Bellas Artes austriaca, siendo rechazado en ambas oportunidades y tildado de mediocre (una vez en el poder y tras someter a Austria, ordena personalmente a sus SS –Schutz Staffel- el asesinato del director de la Academia, entre otros).
Sin estudio, sin solvencia económica y sin trabajo, su destino inexorable es la miseria. Fue un vagabundo andrajoso, pelilargo, barbudo y sucio, durmiendo en la calle o en refugios públicos durante varios años. Los pocos trabajos que lograba conseguir de barrendero, obrero en alguna fábrica o changarín en los trenes, eran breves pues lo despedían prontamente por su ineptitud para las tareas físicas.
Su mudanza a Munich no cambia su mendicidad, que durará hasta 1914. Huye de la conscripción militar durante años hasta que al presentarse es rechazado por su físico despreciable.
Hitler se inspira en su ídolo Mussolini y copia no sólo sus ideas sino también sus organizaciones partidarias y políticas. Inspirándose en las camisas negras de Mussolini, crea sus camisas pardas y sus SS, en vez de Duce se hace llamar Fuhrer, pero en lo único que no puede imitarlo es en su apariencia física. A pesar de usar hombreras artificiales y botas hasta las rodillas, su físico escuálido contrasta con la figura robusta del Duce; su cuerpo pálido y lampiño conforma un aspecto afeminado que contrasta con la virilidad de Mussolini, quien por el contrario ama hacerse fotografiar con el torso desnudo o haciendo footing en la playa; su ridículo bigote lo asemeja a Chaplin mientras el Duce con su mentón prominente, su boca provocadora y un cráneo romano perfecto se asemeja a un César.
El único fuerte de Hitler son sus ojos azules que parecen poseer, a juzgar por la cantidad de testimonios, de una rara capacidad hipnótica. Hombres de gran personalidad como Goering, una vez delante de Hitler terminaban contando las baldosas del piso, tanto era el temor que inspiraba ese hombrecito. Observándolo en los documentales, con sus movimientos torpes y su sombrero de cartero, cuesta entender la autoridad que irradió entre sus subordinados y la devoción que despertó en su pueblo. Fue, sin embargo, un excepcional orador con una voz de timbre mesiánico, su rostro se desfiguraba, las venas de su cuerpo se hinchaban y su apariencia se asemejaba mucho a la de un Cristo sediento de venganza. El éxtasis que provocaba en el público ni siquiera es comparable con las ensordecedoras ovaciones que recibía Mussolini. Mientras el Duce, actor nato, conquistaba a su público con sus gestos ampulosos y exagerados, que provocaban un diálogo cómplice con su auditorio, la relación de Hitler con las masas estaba envuelta en una atmósfera religiosa. Por último, la propaganda fascista no escondía al gran público las aventuras sexuales de Mussolini en un pueblo donde la infidelidad conyugal está íntimamente relacionada con la virilidad del hombre. En Alemania, en cambio, Hitler era visto como un asceta y su relación con Eva Braun (si es que realmente existió algún tipo de contacto) se mantuvo en el más absoluto secreto hasta el final de la guerra.
Máximo dirigente de la Alemania nazi (Braunau, Bohemia, 1889 - Berlín, 1945). Hijo de un aduanero austriaco, su infancia transcurrió en Linz y su juventud en Viena. La formación de Adolf Hitler fue escasa y autodidacta, pues apenas recibió educación. En Viena (1907-13) fracasó en su vocación de pintor, malvivió como vagabundo y vio crecer sus prejuicios racistas ante el espectáculo de una ciudad cosmopolita, cuya vitalidad intelectual y multicultural le era por completo incomprensible.
Adolf Hitler
De esa época data su conversión al nacionalismo germánico y al antisemitismo. En 1913 Adolf Hitler huyó del Imperio Austro-Húngaro para no prestar servicio militar; se refugió en Múnich y se enroló en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial (1914-18). La derrota le hizo pasar a la política, enarbolando un ideario de reacción nacionalista, marcado por el rechazo del nuevo régimen democrático de la República de Weimar, a cuyos políticos acusaba de haber traicionado a Alemania aceptando las humillantes condiciones de paz del Tratado de Versalles (1918).
De vuelta a Múnich, Hitler ingresó en un pequeño partido ultraderechista, del que pronto se convertiría en dirigente principal, rebautizándolo como Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP). Dicho partido se declaraba nacionalista, antisemita, anticomunista, antisocialista, antiliberal, antidemócrata, antipacifista y anticapitalista, aunque este último componente revolucionario de carácter social quedaría pronto en el olvido; este abigarrado conglomerado ideológico, fundamentalmente negativo, se alimentaba de los temores de las clases medias alemanas ante las incertidumbres del mundo moderno. Influenciado por el fascismo de Mussolini, este movimiento, adverso tanto a lo existente como a toda tendencia de progreso, representaba la respuesta reaccionaria a la crisis del Estado liberal que la guerra había acelerado.
Sin embargo, Hitler tardaría en hacer oír su propaganda. En 1923 fracasó en un primer intento de tomar el poder desde Múnich, apoyándose en las milicias armadas de Ludendorff («Putsch de la Cervecería»). Fue detenido, juzgado y encarcelado, aunque tan sólo pasó en la cárcel un año y medio, tiempo que aprovechó para plasmar sus estrafalarias ideas políticas en un libro que tituló Mi lucha y que diseñaba las grandes líneas de su actuación posterior.
De nuevo en libertad desde 1925, Hitler reconstituyó
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