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Sor Juana Ines De La Cruz Y Gastronomía


Enviado por   •  16 de Junio de 2014  •  3.289 Palabras (14 Páginas)  •  501 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Sor Juana Inés de la Cruz es una de las mujeres más importantes de la literatura novohispana ya que hace grandes aportaciones a esta misma, conocemos a una mujer apasionada, pero al mismo tiempo conocemos a una mujer que forma parte de los conventos y no podemos olvidar que en el ámbito gastronómico marco diferencia ya que en esa época se tenía la costumbre de que las mujeres cocinaban pero Sor Juana fue un paso más adelante al observar con detalle la preparación de cada uno de los alimentos y juntando dos elementos muy importantes como los son la literatura y la gastronomía.

En este trabajo se hablará sobre esta gran mujer cuyo personaje ha sido y será emblemático no solo en México sino mundialmente por las cualidades que la caracterizaban así es Sor Juana Inés de la Cruz, hablaremos también de su larga e importante biografía, aportaciones, su relación con la gastronomía y mostraremos algunos poemas que también se relacionan con la gastronomía.

Biografía de Sor Juana Inés de la Cruz

(1651-1695)

Juana Ramírez de Asbaje, mujer del siglo XVII novohispano, ha sido conocida por su nombre religioso como Sor Juana Inés de la Cruz, nombre que se relaciona también con otros dos famosos epítetos que llevó en vida la monja jerónima: Décima Musa y Fénix de México. Los años de nacimiento y muerte han sido discutidos, sin embargo, después de varios estudios se puede concluir que nació el 12 de noviembre de 1651, murió el 17 de abril de 1695.

La semblanza familiar de la niña Juana Inés comienza con la llegada de sus abuelos maternos, Pedro Ramírez de Santillana y Beatriz Rendón quienes, al parecer venían de Sanlúcar de Barrameda (Andalucía) y se instalaron entre los pueblos de Huichapan y Yecapixtla en el estado de Hidalgo. De esta pareja nació, entre once hijos, la que fuera madre de la poetisa, Isabel Ramírez quien después conoció en San Miguel Nepantla al capitán (de origen vasco) Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca, con quien procreó a tres mujeres: María, Josefa y Juana Inés. Tiempo después el capitán Asbaje desaparece de la vida de Isabel Ramírez, uniéndose esta mujer a otro capitán de nombre Diego Ruiz Lozano, con quien procreó otros hijos: Diego, Antonia e Inés.

La niña Juana Inés creció principalmente entre las haciendas de Nepantla y Panoaya junto a su abuelo materno quien sembraba maíz, trigo y criaba ganado. Su abuelo era una persona bastante culta y fue entonces que Juana Inés aprendió a leer y escribir junto con sus hermanas. Los abuelos maternos de Juana Inés murieron entre los años 1655 y 1657, haciéndose cargo por completo de las haciendas la madre de Sor Juana. Hacia estos años van naciendo sus tres medios hermanos. Ella compone su primera Loa al Santísimo Sacramento hacia 1657. Según datos de su biógrafo, el padre Calleja, Juana Inés pudo haberse trasladado a la capital del reino desde los ocho años de edad ya que ella en algún momento y a su corta edad le comento a su madre que la mandará a México para tener la oportunidad de estudiar en universidades, incluso tenía pensado vestirse de hombre ya que en aquella época las mujeres no tenían derecho a la educación, sin embargo, se tienen noticias más certeras a partir de los quince años.

La vida de Juana Inés cambiará en la muy leal y noble ciudad de México. Primero llegó a casa de su tía María, donde aprendió labores femeninas y al mismo tiempo empezó a recibir sus primeras lecciones de gramática latina con el bachiller Martín Olivas en donde existe un dato muy interesante Juana Inés aprendió el latín en tan solo 20 lecciones debido a su gran inteligencia y dedicación. Se menciona también que ella se castigaba cortándose 6 cm de cabello cuando no podía aprenderse sus lecciones de gramática. Tiempo después se sabe que ingresa a la Corte Virreinal de Antonio Sebastián de Toledo en 1664, como dama de honor de la virreina Leonor Carreto en donde desarrollará su intelecto y sus capacidades literarias, la ayuda y la amistad que le brinda la virreina a Juana Inés es de suma importancia para su crecimiento intelectual. A finales de 1666 llamó la atención del padre Núñez de Miranda confesor de los virreyes, quien al saber que Juana no deseaba casarse, le propuso entrar a una orden religiosa. El 14 de agosto de 1667 ingresa al convento de San José de carmelitas descalzas, el 18 de noviembre del mismo año lo abandona, se cree que fue por motivos personales de no aceptar las durezas de la disciplina teresiana.

Hacia el año de 1668, en febrero, Juana Inés ingresa como novicia al convento de San Jerónimo, de las hijas de Santa Paula (fundado desde 1585) y donde se practicaba la regla de San Agustín. Profesa como religiosa en este mismo convento el 24 de febrero de 1669. Una primera enfermedad del tifus la pone en verdadero peligro hacia los años de 1671 o 1672. En este lugar pasará el resto de su vida la joven monja, aproximadamente 27 años, de los cuales sobresalió más que en el ejercicio religioso (que cumplía cabalmente) en la escritura y en la administración del convento del que fue contadora durante nueve años.

Y al parecer, por el recetario publicado, también estuvo encargada de conservar la memoria gastronómica del convento de San Jerónimo. Como manual para la educación de los jóvenes y las novicias que ahí vivian, el recetario da cuenta de las especialidades del convento donde la monja jerónima creó fama.

Estos fueron años en que sor Juana convivió fraternalmente con los marqueses de Mancera, a quienes quería mucho y dedicaba parte de su poesía. Hacia el año de 1674 morirá la que fuera su protectora La marquesa de Mancera, Leonor Carreto (en Tepeaca, Puebla, rumbo a Veracruz).

El año de 1680 será muy significativo para la ciudad virreinal así como para la monja jerónima, ya que compone el Arco Triunfal del Neptuno alegórico de los virreyes recién llegados, los marqueses de la Laguna. A partir de este momento la fama de la monja jerónima así como su madurez en las letras van llegando de uno en uno, además de recibir apoyos económicos para sus proyectos personales y conventuales.

Su buena relación con la Corte le permitió escribir más cada día. Para 1676 se publicaron algunos de sus villancicos que continuarían hasta 1691. La mayor parte de su obra se publicó en un volumen en Madrid, conocido como la Inundación Castálida de 1689. En esta edición española se dan a conocer todos los poemas bellísimos de Sor Juana que ya la habían consagrado más que como monja como una poeta de la vida, del amor y de los requiebros de los desamores, podemos encontrar sus conocidos sonetos, romances, redondillas, endechas,

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