Tirteo En El Alma De Sarmiento.-
Enviado por guillegagliardi • 16 de Noviembre de 2012 • 2.111 Palabras (9 Páginas) • 429 Visitas
TIRTEO EN EL ALMA DE D. F. SARMIENTO.-
Por Guillermo R. Gagliardi.
· TIRTEO el poeta griego arcaico (siglo VII a. C.) y DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO (1811-1888, argentino) medían la Excelencia del Hombre por su valor guerrero.
“Ésta es la verdadera cualidad excelente”, “Fragmentos” de T., 6 y 7D.
La virtud del Coraje en defender los Grandes Ideales, la Grandeza de la Patria, el cumplimiento de nuestras creencias más arraigadas, la felicidad de nuestros semejantes, el sentido de nuestra Misión en el contexto social.
El filólogo y filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) considera la esencia de la Moral, el Crearse a Sí mismo (¿el self made man? según la idea yanqui).
El hombre más libre de todos, “..la voluntad de llegar a ser, de crecer…”.
Y advertimos que esta premisa es principal en la forja de su vida y acción en el maestro sanjuanino.
Con la “Creación” se alcanza “el ser propiamente dicho”. Allí reside la Grandeza auténtica, nos advierte el germano. Léase el “Nietzsche” de Karl Jaspers, ‘Libro II. I. El hombre, incisos 3 y 4’, traducción castellana, 1963.-
Tirteo señala que este hombre “es el gremio agonal mejor y más hermoso de lograr”. “Es un bien común para la ciudad y el pueblo todo”.
Fragm. 9 D: la suprema Bondad es la Firmeza en las luchas, la palabra ardorosa, el entusiasmo en cumplir objetivos valerosos.
Combatiendo por la Propia Gloria y la de la Ciudad. Alcanzando el honor mayor, la máxima virtud. El Heroísmo consiste en el superior desenvolvimiento de las condiciones humanas. Así se obtendrá la permanencia en la memoria de las futuras generaciones.
“Que todos intenten llegar (…) al más alto grado de esta suprema excelencia”, haciendo siempre frente a toda dificultad en la vida terrena. Ése es el que posee “en el pecho el corazón de un rojo león”…
Este ánimo íntegro del vate heleno viénele a Sarmiento conjuntamente con su herencia de Facundo y su sangre huarpe.
Una fuerza originaria de triple raíz resulta en su genio americano un fenómeno único. Fue don Domingo un “gaucho”, un indio, un Cóndor…
Léase José S. Lasso de la Vega: “El guerrero Tirteico”, en rev. “Emérita”, nº 30, 1962, 9). También Albin Lesky: “La lírica temprana. 3. Tirteo”, en su ‘Historia de la Literatura Griega’, Madrid: 1968, p. 143-145.
Alcanza la mayor Nobleza antes de la muerte. La más grande expansión y afirmación de su Humanidad, la plenitud de su Hombría.
Nietzsche denomina Almas Grandes a estos hombres que conservan su entereza en la Guerra, y en general, en la lid por la realización de sus ideales . En sus “Obras Completas”, trad. de Ovejero y Maury, tomo II, pág. 478: “Moral”.
Su propio endiosamiento, su eternización: “Jamás su noble fama se extinguió ni su nombre”. Esta fuerza infatigable en su Altivez.
En el “Dulce et decorum pro patria mori” del poeta latino Horacio, 65-8 a. C., pervive el eco del arte y la ética tirteica. Vid. “epopeiacontracorrientey paranormal”, eccypn.blogspot.com.ar”.
· Exhortación, llamamiento altamente comunicativo, transmiten estas escrituras patrias de T. y S. Son Elegías políticas, himnos a la Acción redentora de los pueblos.
El tono reciamente panfletario, encrespado y polémico de gran parte de la Literatura sarmientina, podemos ubicarlo en ese renacimiento Tirteico que ella exalta. Rayo fecundante.
La faz pugnativa, crítica,de sus cartas, artículos periodísticos, discursos, etc., proclaman ese llamado al combate por la Libertad y la Organización Nacional de la República.
Vencer al enemigo, destruir viejos despotismos e inaugurar un Nuevo País, justo, libre e independiente.
Tarea magna que emprende hercúleamente. Con una Fe levantada, una escritura ética y una sola Bandera: derrotar la Barbarie.
Implantar la Civilización desde los postulados “Iluministas” y un amplio Humanismo Social y Político.
Domingo exige, pide, la acción armada cruenta para anular la Tiranía rosista y el Caudillismo. Vibra su pluma como un clarín de guerra, igual que el poeta insta con supremo impulso al Sacrificio por la Patria, por los altos ideales que profesan.
Impreca, maldice, en períodos discursivos reforzados por expresiones interjectivas, verbos de lucha y oposición-agresión.
Para luego, en un segundo movimiento, razonar con el fin de construir su Utopía de adelanto Americano.
Proponer, exponer, rindiendo una liturgia, un culto fogoso por el Progreso. Muerte, después Vida…. Sombra y oscuridad, luego luz y renovación y reorganización.
Conquista final de la superior categoría de República Soberana.
Ambos, T. y S., son devotos de la Magna Patria. En los versos justos de Joaquín Giannuzzi, el poeta argentino (1924-2004), sobre “Los huesos de Sarmiento”, podemos basarnos para afirmar que ejercieron con una ferocidad positiva, “una devoción estentórea / al porvenir carnal de la patria”. Porque el formidable escritor salteño señalaba que “lo histórico se cuela siempre en la poesía”…
La “llama” obstinada del sanjuanino, “alimentada por el aceite de América”; su Genio nos pertenece. Subsiste perenne, ese fuego libertario y Legocrático (Constitución, Escuela, Igualdad), que “niega desmoronarse al polvo de Sarmiento” según concluye Giannuzzi.
El mismo cuyano lo confirma: “Dejo tras de mí un rastro duradero en la educación y columnas miliarias en los edificios de las escuelas que marcarán en la América la ruta que seguí”.
· T. y S. hicieron e invocaron a la Guerra, “en nombre –escribe el segundo- de ideas sanas y realizables”, la abolición de esclavitudes y servidumbres, la instauración de un Orden Nuevo.
Tirteo encarna el “vate” que se mueve en la barbarie y los peligros, las luchas de bandos contrarios, el mundo cruento y belicoso de la Antigüedad.
Así lo describe, inspirado, Sarmiento, en su “Facundo” de 1845, cap. II: ‘Originalidad y caracteres argentinos’. Juega su talento, él también a lo Tirteo, en cantar esas lides prometeicas, en sus boletines de la campaña anti-rosista, del Ejército Grande.
Narra, describe, exclama, solicita, con su pluma aguda e hirviente por el derrocamiento del Tirano vil. Y compone definitivamente una obra memorable: “Campaña en el Ejército Grande” (1853). Toda su energía hasta el final.
Observa. “El cantor mezcla entre sus cantos
...