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UNA NUEVA SISTEMATIZACIÓN DE EXPERIENCIAS


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2017  •  Ensayo  •  3.767 Palabras (16 Páginas)  •  302 Visitas

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       Ese jueves 22 de octubre de 2015 fue la primera vez que pisaba las instalaciones del L.B. “José Silverio González”. Tenía mucha ansiedad del recibimiento, un cosquilleo en el estómago que me hacia respirar profundo. Me presenté en la dirección del plantel, en la cual me estaban esperando ya que la coordinadora de Educación Media había llamado minutos antes para indicar que la nueva profesora de Orientación y Convivencia iría para allá. Allí me señalaron que tendría a mi cargo una sección de 4to año. Estaba un poco inquietada ya que no poseía una noción clara sobre mis funciones como docente orientadora.

El recibimiento por parte del personal directivo fue bastante cálido, no fue igual con mis colegas y con el grupo escolar que me asignaron. Al presentarme en la coordinación de 4to año como la nueva docente de Orientación y Convivencia, asignada por la Zona Educativa, noté cierto distanciamiento e, incluso, rechazo por ser miembro del colectivo de la MMSR-Área Lengua. La mayoría de los y las profesores desconocían este proyecto educativo y suponían que yo era egresada de la UBV, la cual no tenía mucho prestigio delante de sus ojos. Desde el desconocimiento emitían opiniones incoherentes e injustificadas, las cuales aclaré en varias ocasiones. Sin embargo, todo se fue dando para sumar voluntades al Proceso de Transformación Curricular ya que esta institución tuvo el gran honor de ser el liceo piloto propuesto por el estado Sucre. Así comenzamos esta aventura.

Ahora me referiré a mis estudiantes, 35 en total. La primera impresión no fue nada buena, me costó muchísimo que se mantuvieran en silencio para escuchar mis orientaciones, eran desordenados, inquietos (as) y se distraían con facilidad. Recuerdo con claridad que en este primer encuentro me dijeron: “A nosotros nadie nos soporta ya han venido cuatro (4) docentes guías y todos han tirado la toalla, igual pasará con usted porque nosotros somos la peor sección del Silverio”. No voy a negar que al escuchar estas palabras se me hizo un nudo en la garganta y tragué hondo, luego respondí que conmigo sería diferente.

Posteriormente, me dispuse a indagar cuáles actividades estaban realizando con la anterior profesora de lengua, me dijeron que aún no tenían ninguna evaluación con ella.  Entendí que trabajaríamos desde cero, les dije que construiríamos la planificación entre todos (as), fue entonces que comenzaron a solicitar sus exámenes y exposiciones. Fui allí donde comprendí el desconocimiento sobre el PTC, comencé a explicarles sobre la Consulta por la Calidad Educativa (2014) y sobre lo que ello implicaba. Les pregunté si ellos (as) habían participado pero los y las estudiantes estaban desconcertados (as), algunos decían que sí más no lo recordaban con precisión.

El inicio fue bastante difícil, los y los adolescentes estaban renuentes a cooperar y a realizar las actividades. Cada vez que les solicitaba que investigaran en sus casas algún tema no lo hacían. Esta conducta me ponía a pensar en la forma cómo debía abordarlos, aún cuando compartían características en común que eran independientes del sexo, tenía claro que debía atenderlos de forma individual.

Así fueron transcurriendo los días, empecé a hacer un diagnóstico de este grupo escolar. Me di cuenta que la mayoría de los y las discentes no tenía interés por los estudios, asistían con apatía sólo por cumplir con sus padres o familiares. Otros, en cambio, son huérfanos, de escasos recursos económicos o viven en familias disfuncionales lo que repercute seriamente en la asistencia habitual al liceo. Este panorama desborda una ausencia de motivación hacia al estudio que afecta todo el sistema. De este proceso de observación se generaron las siguientes preguntas: ¿Cómo combato la apatía?, ¿Cómo motivo a los y las discentes?, ¿Cómo ayudo en la formación de estos adolescentes?

Muchas noches pasaron proponiéndome ideas para afrontar esta realidad, estaba segura que la falta de amor era una de las causas de esta situación, por ello me dispuse a profundizar en esa teoría y en otras que pudieran a ayudarme, Freire (2002), señala que:

La Pedagogía de Amor se orienta a la formación del ser humano en la práctica de valores que le permiten interactuar en el contexto con respeto, tolerancia, responsabilidad, honestidad y solidaridad, facilitando su adaptación al mundo, donde el docente mediante estrategias afectivas, consolida el desarrollo cognitivo, procedimental, actitudinal.

         Esta forma de instruir busca armonizar los espacios de aprendizajes para fomentar la motivación por el estudio. Ejemplo de ello, fue una dinámica titulada: “Lo que no sabes de mi”. En el encuentro se les solicitó a las y los estudiantes que se colocaran en forma circular y cada uno tenía que relatar algo que los demás desconocieran de él o ella. En eso un estudiante dijo: “Uy, esto suena interesante, tenemos que contar algo de nuestra vida personal”. Al principio, algunos (as) estudiantes no querían decir nada. Después de iniciar, el ambiente se fue tornando de más confianza y empezaron a contar aspectos íntimos de su vida: que fueron abandonados por sus padres, que sienten que su familia no los quieren, que son adoptados, que han sido maltratados, que sus padres han sido infieles, que su mamá o papá murieron, entre otros.

Cuando terminó el último estudiante, inmediatamente me dijeron casi a una sola voz: “Ahora viene usted profe”. Todas las miradas se concentraron en mí, esperando ansiosos que les contara algo de mi vida y así lo hice. Esto logró un acercamiento con ellos y sentimientos encontrados, que permitieron romper barreras ya que toda la audiencia incluyéndome estaba conmovida con las historias escuchadas. Esta sesión dejó entrever la ausencia de amor que existe en los hogares de estos (as) adolescentes. Al contar sus historias de vida, a la mayoría, les temblaba la voz y se les salían las lágrimas, con lo que se evidenció que los relatos eran verdaderos ya que las palabras salían de las fibras profundas de sus corazones.

            Con esta experiencia pude vivenciar como un tema polémico puede servir para avivar el interés de las y los discentes y propiciar una integración como grupo. Este acercamiento permite derribar las barreras sociales que mantienen aislados a otros educandos. Lo anterior me lleva a reflexionar sobre la importancia de la alfabetización emocional y la aplicación de la pedagogía del amor. Ya que como lo menciona Pérez Esclarín (2009): “Ni la familia ni la escuela enseñan el amor” (p.84). Todavía persiste la fiel creencia que es a través del castigo y la represión que vamos a “dominar” a las y los adolescentes, porque me han repetido mil veces que un buen docente debe tener “dominio de grupo” y ¿realmente eso es lo que debemos hacer, dominarlos? Dogma de la vieja escuela que permanece vigente e incrustada en las mentes de algunos de mis colegas con los que comparto esta noble profesión.

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