Acrílicos Nanohíbridos
Enviado por MAVE • 30 de Junio de 2011 • 2.378 Palabras (10 Páginas) • 701 Visitas
La adecuada selección de los dientes artificiales es sin duda un paso clave para el éxito en la confección de nuestras prótesis completas, no sólo desde el punto de vista estético, el cual dado a la demanda cada vez más exigente por parte de nuestros pacientes es importantísimo, pero no lo es menos su funcionalidad y comportamiento a lo largo del tiempo, lo cual es lo que nos dará a largo plazo el éxito definitivo.
En la actualidad, podemos encontrar en el mercado una gran variedad de materiales, en lo que se refiere a la elaboración de dientes preformados para la confección de prótesis. Los más destacados son la porcelana y la resina acril-vinílica, siendo este último un líder indiscutible dada su facilidad en la modificación por parte del clínico de los dientes de resina, su unión química de la base, posibilidades de caracterización y su coste reducido, frente a los grandes inconvenientes de los dientes de porcelana, tales como el ruido, la unión a las bases, la complicación de su compostura y su mayor coste económico.
Durante los últimos años, la tendencia de uso e investigación ha sido enfocada hacia materiales resinosos mejorados, elaborando resinas trenzadas más resistentes, mejorando así su escasa resistencia a la fricción; principal desventaja de estos materiales. Pero este mayor grado de trenzado reduce la unión a las bases y aumenta la solubilidad en el medio bucal por la aparición de monómeros líquidos. Esto ha llevado a los fabricantes a incorporar rellenos de diversos tamaños de partículas, con la finalidad de aumentar la resistencia a la abrasión y por consiguiente disminuir su tendencia al desgaste. Por otro lado, la incorporación de partículas pequeñas, no sólo aumenta la resistencia al desgaste sino que permitiría un pulido similar al esmalte y al no perder volumen de la matriz se evitaría la decoloración interna típica de la hidratación del composite en la cavidad bucal.
Estos materiales, los composites nanohíbridos, ya han demostrado sus grandes ventajas en el campo de la odontología conservadora, siendo ahora utilizados en prótesis para la confección de dientes artificiales. Sus propiedades no sólo parecen dar buenos resultados en cuanto a la resistencia a la abrasión, sino también en cuanto a la estética final de la prótesis dado a la gran variedad de formas y mayor gama de colores que ofrecen, permitiendo realizar montajes aún más personalizados. La elección del color es un factor fundamental a tener en cuenta, pero no lo es menos su estabilidad en el tiempo. Los dientes de acril-vinílico, al no tener una superficie con un pulido similar al esmalte, pueden experimentar cambios de coloración a lo largo del tiempo debido a la hidratación propia del medio bucal. Esto puede producir un fracaso en el tratamiento y rechazo por parte del paciente. La incorporación en el mercado de dientes de composite nanohíbrido, parece que pueda solventar dicho problema, ya que el tamaño de sus partículas proporciona un pulido excelente, evitando así las tinciones superficiales.
Con el fin de comprobar las ventajas que pueden aportar estos nuevos materiales a la confección de dientes artificiales, se está llevando a cabo en la Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Prótesis I, un estudio clínico experimental evaluando el comportamiento clínico de los dientes preformados confeccionados con composite nanohíbrido en comparación con dientes de resinas convencionales, cuyo protocolo se explicará a lo largo de este artículo.
Antecedentes
Como ya se ha mencionado en la introducción, a lo largo de la historia se han empleado numerosos materiales en la fabricación de dientes artificiales, como otros dientes humanos o animales, marfil, maderas, huesos, metales, cerámicas, acrílicos, etc.
Así, se han encontrado cráneos de aproximadamente unos 10.000 a 12.000 años (en el yacimiento de Faid Sourard, Argelia, concretamente), en el que aparecen huesos de la falange de un dedo, sustituyendo a un diente perdido. Los mayas y aztecas, que manipulaban sus dientes limándolos y adornándolos con piedras preciosas y semipreciosas, en el año 600 d.C., aproximandamente, también daban gran importancia a la pérdida de dientes, y tal y como aparece en la literatura, probablemente por creencias religiosas (2, 4).
A través de la arqueología, también hemos podido conocer, por ejemplo, las de los fenicios y etruscos, consistentes en dientes humanos o de marfil o hueso, sujetas con aros o hilos de oro. Albucasis, en el siglo X, describió la forma en la que fijaban los dientes con movilidad mediante hilos de oro y también los artificiales, técnica descrita por distintos autores hasta el siglo XVIII (2-4) . Todas las prótesis dentales descritas hasta el momento eran puramente estéticas, dejando la funcionalidad de las mismas en un segundo plano.
Las primeras notas que aparecen en la literatura sobre las prótesis no sólo estéticas sino también funcionales, son las escritas por Pierre Fauchard (1678-1761), autor de Le Chirurgien Dentiste en la que sobre las prótesis dentales cita: “Es menester que sea liviana, y no sirve sino para cosmética y para la pronunciación, sin embargo, una vez acostumbrado, se puede además comer como yo mismo he visto”. Aunque también practicaban la técnica de los hilos de oro para fijar dientes artificiales a dientes adyacentes, también describió la confección de prótesis completas de marfil sobre una base metálica esmaltada, que se mantenían en boca mediante varillas planas de acero que actuaban de muelles. Este dispositivo y los resortes espirales de presión fueron los más difundidos hasta que, a mediados del siglo XIX, se desarrollaron mejores métodos de retención (1, 4). Para ello fue necesario el desarrollo de las técnicas de impresión, iniciadas por Pfaff (1756), con impresiones en cera y vaciado posterior del modelo en yeso.
Los dientes artificiales fueron de hueso y marfil, hasta que a finales del siglo XVIII, el farmacéutico Alexis Duchâteau y el dentista Nicolás Dubois de Chémant experimentaron con pastas minerales hasta conseguir prótesis de porcelana. El paso siguiente fue gracias a Giusepppangelo Fonzi (1808), quien ideó modelos de dientes aislados de porcelana que fueron el punto de partida de las prótesis modernas (1, 3, 4). Estos dientes se sujetaban mediante un clavo a bases de plata u oro, y tenían por tanto un elevado coste. Se hicieron intentos con diferentes metales y otros materiales hasta que Nelson Goodyear inventó el caucho vulcanizado (1851), que se convirtió en el material más importante de las bases de las prótesis, siendo solamente desplazado, ya el segundo tercio del siglo XX, por las resinas acrílicas.
En Estados Unidos,
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