Analisis Fundamental Trigo
Enviado por rodrigoale • 12 de Junio de 2015 • 5.004 Palabras (21 Páginas) • 283 Visitas
Análisis de la perspectivas del trigo en Argentina.
SITUACION ACTUAL DEL TRIGO. FEBRERO 2011.
AUTORES: ING. AGR. DANIEL AGÜERO
ING. AGR. RODRIGO MARTINEZ
2011
A inicios del presente año se produce un cambio en el escenario de Trigo, pero lejos del 2008, en la actualidad el escenario es diferente. En 2008 el campo discutía la política arancelaria y, con ella, el modelo económico. Hoy los productores trigueros reclaman por la rentabilidad de su cultivo.
Los actores son los mismos, pero el problema es distinto y puede ser una oportunidad para detectar potenciales problemas de gestión. Los productores no siembran mucho trigo, pero no lo hacen por el 23 por ciento que pagan de retenciones, sino por un problema de “apropiación del excedente del eslabón superior”. Lo que sucede en el mercado del trigo es una típica situación de mercados oligopsónicos; que se produce cuando existen unos pocos compradores para una gran cantidad de oferentes, lo que para los compradores, se traduce en la posibilidad de fijar un “precio de oligopsonio”.
La cadena triguera tiene básicamente tres actores: los productores primarios, los molineros y los exportadores. Sólo en unos pocos casos, como Cargill, el molinero es también exportador. Este ciclo, existen unos 60.000 agricultores que producen, que generan 14,5 millones de toneladas. Una parte de este trigo se exporta y siete empresas exportan alrededor del 90 por ciento de ese total.
De estos tres actores hoy sólo se queja el eslabón primario. De las 14,5 millones de toneladas, se calculó que para abastecer el mercado interno se necesitan 6,5 millones. Cualquiera sea el nivel de producción, sólo puede exportarse el excedente sobre el abastecimiento interno, lo cual implica que los molinos sólo estarían comprando, según los productores, poco más 500.000 toneladas por mes. Como no hay competencia entre el trigo que va a mercado interno y el que se exporta, la demanda se regula y se evitan los costos de tener stock.
Además las exportaciones no son automáticas, por cuanto requieren una doble autorización, primero en el Ministerio de Agricultura y la Aduana y luego se tramita un R.O.E. (Registro de Operación de Exportación), ante la Oncca, que debe ser aprobado por Comercio Interior, que determina los cupos de importación en función del abastecimiento del mercado interno. Finalmente, los cupos son distribuidos por el Centro de Exportadores de Cereales.
Estos factores son los que debilitan la demanda por la producción primaria, sea para consumo externo o exportación, brindándoles un gran poder de fijación de precios a molineros y exportadores. Para 2,6 millones de toneladas, que son las que se destinan a la fabricación de pan, existe un precio de abastecimiento y uno de mercado. Se estima que para tener el kilo de pan en 2,5 pesos, la bolsa de harina debe costar unos 70 pesos, lo que significa que ese trigo vale unos 440 pesos la tonelada. Por eso, el Estado subsidia a los molinos con la diferencia entre esos 440 pesos y el FAS teórico (el precio internacional menos el 23 por ciento de retenciones y los costos de fobbing, que son los gastos de embarque), hoy en poco más de 800 pesos. Los productores dicen que si bien los molinos son subsidiados, ellos no siempre reciben ese FAS, pues por las condiciones de mercados se les hacen diferencias, por ejemplo haciéndolos cargo del flete hasta el molino.
Los productores primarios dicen que todos estos problemas, esta apropiación de rentabilidad vía precio por parte de los molineros y exportadores, se limitaría bastante si se dejase de lado el cupo para el mercado interno. Es decir, si se permitiese que la demanda para el mercado interno compita con la demanda para exportación. El Gobierno, en cambio, considera que esto entraña el riesgo de desabastecimiento. Los productores contra argumentan que en 2009 se firmó un convenio entre el Ejecutivo y los exportadores según el cual, si en algún momento falta trigo para el mercado interno, los exportadores se obligan a importarlo, lo que significa una autorregulación de las ventas externas.
En virtud de esto, se pueden precisar dos aspectos:
1. El esquema actual supone apropiación de rentabilidad primaria, con lo que hay ganadores y perdedores al interior de la cadena triguera.
2. Las razones del paro agrario no son comparables a las de 2008. Desde lo económico no se discuten aranceles, sino muy posibles abusos en la comercialización. No es una disputa por recursos entre el sector público y el privado, sino al interior del privado
Cada eslabón de la cadena triguera tiene un grado distinto de concentración. El 92 por ciento de los productores, son responsables de algo más de la mitad de la cosecha y la otra mitad está en manos del 8 por ciento restante, siendo obvio el mayor poder negociador de este último grupo. Tres molinos (Cañuelas, Lagomarsino y Cargill) compran el 30 por ciento del trigo para harina; los otros 160 molinos, que manejan el 70 por ciento restante son empresas familiares y/o pymes. Las diez grandes traders comercializan nueve de cada diez toneladas (también aquí Cargill, más Bunge, ADM, Dreyfus, ACA, Toepfer, Oleaginosas Moreno, Nidera, Aceitera General Deheza y Noble), mientras otras treinta y tres se disputan la tonelada restante. Otros actores son los acopiadores, que embolsan la diferencia entre el precio reducido al que liquidan las operaciones con los pequeños productores y el pleno que le pagan molinos y exportadoras. Esta cartelización de los actores principales, que se reparten los cupos, es un dato histórico, que recién se denuncia ahora, porque hay un Estado presente. En otros países los gobiernos difunden cuál es el costo de producción, al que le suman un porcentaje de rentabilidad. En la Argentina, en cambio, se publica el valor en el mercado internacional, que es un arma en defensa del productor.
El Estado exige la documentación completa sobre las circunstancias de cada operación, lo que incluye el pago de impuestos, como condición para el cobro del llamado precio pleno. La solución propuesta por Sociedad Rural bajaría aún más los precios que recibe el productor, ya que se duplicaría la oferta, de 7 a 14 millones de toneladas, frente a una demanda muy concentrada. Y al mismo tiempo aumentarían los alimentos, porque las comercializadoras impondrían al mercado interno el precio internacional.
Tambien es importante mencionar la incidencia del proceso de la sojización. El avance de la soja no es malo en si mismo, sino en tanto se tienda al monocultivo. Desde la economía, la tendencia al monocultivo es un problema de rentabilidades relativas. Entre otras razones, se
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