Antibioticos
Enviado por claudianavil • 20 de Julio de 2013 • 2.648 Palabras (11 Páginas) • 308 Visitas
antibiótico La utilización de antibióticos sin control médico puede crear resistencia y sensibilización. de actuación a nivel molecular se dividen en los que tienen su acción a nivel de la síntesis de la pared, a nivel de la membrana ci-toplasmática, sobre la síntesis proteica, etc. Por último, según su estructura química se agrupan en familias que tienen características comunes, no sólo químicas sino también en el mecanismo de acción, y espectro semejante. Estas familias son: penicilinas y cefalos-porinas, aminoglucósidos, macró-lidos, polipeptídicos, de amplio espectro como el cloranfenicol y te-traciclinas y otros. El uso de los antibióticos comporta ciertos peligros, entre los que destaca la sensibilización de gran número de individuos de la población, que puede dar lugar a: hipersensibilidad al antibiótico (anafilaxis, erupciones, fiebre, trastornos sanguíneos, diversos tipos de hepatitis y, posiblemente, enfermedades del tejido conectivo); aparición de cambios en la flora normal del organismo produciéndose una superinfección debida al crecimiento de organismos resistentes a dicho antibiótico; enmascaramiento de una infección grave sin eliminarla; toxicidad farmacológica directa por el uso de ciertos antibióticos, que puede causar, por ejemplo, una anemia aplásica o lesiones renales o del nervio auditivo, y desarrollo de la resistencia a ciertos antibióticos al eliminar dicho antibiótico las cepas sensibles, quedando los organismos resistentes, hecho que ocurre con frecuencia en los hospitales con la utilización indiscriminada de antibióticos. Los antibióticos también pueden ser utilizados combinados entre sí, lo que, aunque no exento de desventajas, resulta indicado en el tratamiento de enfermos graves en los que se desconoce el organismo causal-para retrasar la aparición de (ilutantes resistentes a un fármaco en el caso de los tratamientos a largo plazo, como en la tuberculosis; en el tratamiento de infecciones mixtas, y para conseguir un sinergismo bactericida, hecho que se basa en la idea de que la asociación de dos fármacos tiene mayor probabilidad de eliminar al organismo que uno solo. Los principales inconvenientes de la asociación de antibióticos entre sí son el falso sentimiento de seguridad, la mayor probabilidad de aparición de reacciones a fármacos, el coste innecesariamente elevado y el hecho de que un fármaco antagonice a otro. Los antibióticos no sólo son útiles en el tratamiento de infecciones establecidas, sino también en la profilaxis de determinadas infecciones, tanto en individuos sanos como en individuos con mayor susceptibilidad. Esto se conoce por quimioprofilaxis, y se centra en la administración de un determinado fármaco para una determinada infección. Sin embargo, hay que tener en cuenta la posibilidad de que aun así se contraiga la infección, m. Sustancia producida por un microorganismo, capaz de matar o inhibir el crecimiento de otro ser vivo a dosis terapéuticas inferiores a la dosis tóxica para el huésped. En la actualidad muchos antibióticos son sintetizados, por lo que para simplificar se denomina antibiótico a toda sustancia antimicrobiana cualquiera que sea su origen o mecanismo de acción. Se han de tener en cuenta varios parámetros para un tratamiento antiinfeccioso adecuado. El objeto de un tratamiento antibiótico es conseguir la suficiente concentración en el órgano o tejido afectado, a fin de obtener el efecto curativo deseado, y mantener este nivel continuamente o con escasas variaciones en ciertos intervalos hasta que se supere la infección. Para que el tratamiento sea efectivo es necesario conocer: la mínima concentración necesaria del antibiótico para inhibir o matar al germen infectante; la concentración alcanzada en sangre; el tiempo de permanencia de la dosis efectiva en el lugar de la infección; la tasa de eliminación de la droga de la cual dependerá su dosificación, y la penetración del fármaco en el foco para permitir el contacto bacteriano.
Introducción
Las enfermedades infecciosas han causado la muerte de millones de seres humanos a lo largo de la historia de la humanidad. Con el descubrimiento de los antibióticos, esta realidad comenzó a ser modificada y, en los años ochenta del siglo XX, podía hablarse de una victoria prácticamente total frente a las infecciones por microorganismos. Esta victoria, que algunos denominaron pax antibiótica, remedando la conocida pax romana de los tiempos del imperio de los césares, fue destruida por la devastadora propagación de una nueva enfermedad, que desafió el saber médico contemporáneo: el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, que conocemos hoy por sus las cuatro letras de sus siglas: sida.
En la actualidad, las enfermedades infecciosas muestran una tendencia emergente, por lo que el conocimiento de los antibióticos, a quienes se prefiere denominar en la actualidad como drogas antibacterianas, resulta de suma importancia para los interesados en los temas de salud.
El origen de la palabra antibiótico es griego: anti significa contra, y bios, vida. Los antibacterianos son sustancias naturales, semisintéticas o sintéticas, que a concentraciones bajas, inhiben el crecimiento o provocan la muerte de las bacterias. Pero popularmente se les conoce a todos como antibióticos, aunque en realidad, estos son únicamente las sustancias producidas de forma natural por algunos microorganismos.
Breve historia
La historia de los antibióticos comienza en 1928, cuando un científico británico, Alexander Fleming, descubre accidentalmente la penicilina, en el curso de sus investigaciones sobre la gripe. Fleming notó que un moho que contaminaba una de sus placas de cultivo había destruido la bacteria cultivada en ella. No obstante, transcurrieron diez años hasta que pudo ser concentrada y estudiada gracias al trabajo del bioquímico británico Ernst Boris Chain, del patólogo también británico Howard Walter Florey (barón Florey), y de otros científicos.
Sin embargo, la utilización de compuestos orgánicos para el tratamiento de enfermedades infecciosas es conocido desde la antigüedad. El hombre utilizó indistintamente extractos de plantas y aún el hongo de algunos quesos en el tratamiento tópico de ciertas infecciones, pero desconocía la base científica del beneficio de tal proceder. En el siglo XIX, el prestigioso científico francés Louis Pasteur descubrió que algunas bacterias saprofíticas podían destruir gérmenes del ántrax. Justo al finalizar el siglo, en 1900, el bacteriólogo alemán Rudolf von Emmerich aisló una sustancia que podía destruir los gérmenes del cólera y la difteria en un tubo de ensayo, pero fue incapaz de hacerlo en el tratamiento de las enfermedades.
Paul Erlich, físico y químico alemán, ensayó en los primeros años del siglo XX la síntesis
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