Análisis del libro "La Sociedad sitiada" de Zygmunt Bauman
Enviado por Soyunpan • 8 de Diciembre de 2013 • Resumen • 855 Palabras (4 Páginas) • 1.439 Visitas
En los ambientes de las ciencias sociales el nombre de Zygmunt Bauman está en la cúspide y su último libro, La sociedad sitiada, parece marcar su mejor momento.
Este profesor de las universidades de Lodz y de Varsovia, nacido en Polonia en 1925 desempeña un papel de traductor social. Sintetiza lo que está pasando y lo que es importante, para presentarlo a los sociólogos y especialistas de manera que puedan proseguir por sí mismos los debates consecuentes.
Este texto es un extracto de uno de los capítulos del libro mencionado, editado en Buenos Aires por Fondo de Cultura Económica (pág. 205-219).
Alain Ehrenherg, el sociólogo francés, eligió un miércoles de octubre de 1983 para establecer la fecha de un hito cultural (al menos en la historia de Francia)1. Ese día, una mujer de nombre Viviane, que no era una celebridad ni nadie que por alguna otra razón estuviera en el candelero, sino solamente una mujer “común” como los millones de franceses que la vieron, apareció frente a las cámaras para anunciar que su marido, Michel, sufría de eyaculación precoz y que por esa razón nunca había sentido ningún placer con él. Se trataba, ciertamente, de un hito: el encuentro de la televisión –esa encarnación final de lo público– con la intimidad del dormitorio –el mayor símbolo de lo privado–. Puede que el anuncio de Viviane haya conmovido a los televidentes, y que haya tenido sus repercusiones por algún tiempo en el amplio espectro de los medios franceses, pero los miles de Vivianes y Michels que desde ese momento han seguido los pasos de la Viviane original, han dejado hace mucho de suscitar comentarios. Los talk shows, las confesiones públicas de cuestiones privadas, se convirtieron, a partir de ese momento, en los emprendimientos televisivos más comunes, triviales y predecibles, además de ser los que invariablemente ostentan los más altos ratings. Hoy vivimos en una sociedad confesional. Hemos instalado micrófonos en los confesionarios y los hemos conectado a una red de acceso público, y ventilar en público la propia intimidad se ha vuelto la tarea sine qua non de toda figura pública y la obsesión compulsiva de todos los demás. Como lo expresó el gran ingenio de Inglaterra, Peter Ustinov: “Este es un país libre, señora.
Tenemos derecho a compartir nuestra intimidad en lugares públicos”. Los periodistas menos ingeniosos se disfrazan de guardianes del interés público y defienden el “derecho a saber de la gente”.
Esa tarde de miércoles fue, ciertamente, un momento de agitación cultural para Francia (otros países tendrán sus propias fechas); y por una serie de razones estrechamente conectadas.
La primera razón ya fue mencionada: los corredores entre lo privado y lo público han sido abiertos de par en par, la línea que alguna vez había separado ambos espacios ha sido borrada y se ha puesto en marcha el proceso de renegociación,
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