Bajo tierra estarás
Enviado por paugoicoo • 3 de Febrero de 2015 • 395 Palabras (2 Páginas) • 1.598 Visitas
SAFO Bajo tierra estarás
Bajo tierra estarás,
nunca de ti,
muerta, memoria habrá
ni añoranza; que a ti
de este rosal
nada las Musas dan;
ignorada también,
tú marcharás
a esa infernal mansión,
y volando errarás,
siempre sin luz,
junto a los muertos tú.
La muerte es algo que nadie puede evitar y aunque no nos guste con la muerte viene el olvido, y aunque no sea fácil es inevitable.
A Teóxeno de Ténedo pindaro
En su tiempo se debe cosechar
amores, alma mía, siendo joven;
pero aquel que los rayos que destellan
los ojos de Teóxeno ha mirado
sin sentir un oleaje de deseo,
forjado en hierro o en acero tiene
el negro corazón
con una fría llama, despreciado
por Afrodita, de vivaces párpados;
o bien violentamente por ser rico
se afana, o con audacia femenina
lleva su alma por siempre como esclavo.
Pero yo a causa de ella,1 como cera
de las santas abejas
mordida por el sol, ya me derrito
al ver jóvenes cuerpos de muchachos;
y así pues es que Gracia y Persuasión
en Ténedo hoy habitan con aquel
Lucrecio
Pero nada hay más grato que ser dueño
De los templos excelsos, guarnecidos
Por el saber tranquilo de los sabios,
Desde do puedas distinguir a otros
Y ver cómo confusos se extravían
Y buscan el camino de la vida.
Vagabundos, debaten por nobleza,
Se disputan la palma del ingenio,
Y de noche y de día no sosiegan
Por oro amontonar y ser tiranos.
�Oh míseros humanos pensamientos!
�Oh pechos ciegos! �Entre qué tinieblas
Y a qué peligros exponéis la vida
Tan rápida, tan tenue! �Por ventura
No oís el grito de naturaleza,
Que alejando del cuerpo los dolores,
De grata sensación el alma cerca,
Librándola de miedo y de cuidado?
Horacio
¡Oh fuente de Bandusia, más clara que el cristal,
digna del dulce vino puro! Mañana, y no sin flores,
te inmolaré un cabrito, cuya frente, ya hinchada
de sus primeros cuernos, busca amor y pelea.
En vano, pues tus frescas aguas teñirá con su sangre roja
este retoño de la alegre cabra.
No es capaz de alcanzarte la hora implacable
de la ardiente Canícula; tú ofreces
un frescor amable a los bueyes cansados
de arar y a la manada errática.
Te contarás entre las fuentes célebres,
pues he cantado el roble que se yergue
sobre tus peñas huecas, de donde
brotan tus linfas parlanchinas.
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