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Biografía del jurista y matemático Aurelio Angel Baldor


Enviado por   •  26 de Enero de 2014  •  Biografía  •  3.768 Palabras (16 Páginas)  •  569 Visitas

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Aurelio Angel Baldor fue un abogado y matemático cubano, nació en La Habana el 22 de octubre de 1906 y falleció en Miami (Estados Unidos) el 2 de abril de 1978.

Es un conocido educador en Latinoamérica gracias a su obra Algebra (1941), aunque publicó otros títulos tales como Aritmética, Trigonometría y Geometría Analítica. Vivió como acomodado en las playas de Tarará, en La Habana, hasta la revolución cubana de 1959. Un año y medio después huyó a México mientras vendía los derechos de su obra Algebra a la editorial Publicaciones Cultural. Luego, se trasladó a Nueva Orleáns, donde no soportó la segregación racial que imperaba en la época y luego a Brooklyn, Nueva York donde vivió en carne propia, aunque temporalmente, la pobreza.

Enseñó cátedra en el Saint Peters College, de Nueva Jersey.

La depresión por la nostalgia hacia su país natal afectó su salud, problema que empeoró con el paso de los años.

Finalmente, se retiró a Miami, donde falleció de enfisema pulmonar. Su familia todavía vive en el exilio y su fundación, el Colegio Baldor (del cual fue fundador, profesor y director) está en manos del gobierno cubano con el nombre de Colegio Español, donde sólo acceden estudiantes de la Unión Europea.

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Ningún régimen ni poder que disgrega a las familias y las aleja de su país puede ser bueno para nadie... quizás podemos abrir caminos nuevos de éxitos pero la tristeza del alma no tiene precio... el que es exitoso por esfuerzo propio será exitoso en cualquier lugar del planeta, el que sólo espera a que le den para tener no triunfara jamás en ningún área por que sencillamente no se respeta a si mismo... viva la vida y que maravilloso es disfrutar cada cosa que conseguimos por ¡esfuerzo personal!

Historia de Baldor ÁLGEBRA

Aurelio Baldor, el autor del libro que más terror despierta en los estudiantes de bachillerato de toda Latinoamérica, no nació en Bagdad. Nació en La Habana, Cuba, y su problema más difícil no fue una operación matemática, sino la revolución de Fidel Castro. Esa fue la única ecuación inconclusa del creador del Álgebra de Baldor, un apacible abogado y matemático que se encerraba durante largas jornadas en su habitación, armado sólo de lápiz y papel para escribir un texto que desde 1941 aterroriza y apasiona a millones de estudiantes de toda Latinoamérica.

El Álgebra de Baldor, aun más que El Quijote de la Mancha, es el libro más consultado en los colegios y escuelas desde Tijuana hasta la Patagonia. Tenebroso para algunos,misterioso para otros y definitivamente indescifrable para los adolescentes que intentan resolver sus "misceláneas" a altas horas de la madrugada, es un texto que permanece en la cabeza de tres generaciones que ignoran que su autor, Aurelio Ángel Baldor, no es el terrible hombre árabe que observa con desdén calculado a sus alumnos amedrentados, sino el hijo menor de Gertrudis y Daniel, nacido el 22 de octubre de 1906 en La Habana, y portador de un apellido que significa "valle de oro" y que viajó desde Bélgica hasta Cuba.

Daniel Baldor Reside en Miami y es el tercero de los siete hijos del célebre matemático.Inversionista, consultor y hombre de finanzas, Daniel vivió junto a sus padres, sus seis hermanos y la abnegada nana negra que los acompañó durante más de cincuenta años, el drama que se ensañó con la familia en los días de la revolución de Fidel Castro.

Aurelio Baldor era el educador más importante de la isla cubana durante los años cuarenta y cincuenta. Era fundador y director del Colegio Baldor, una institución que tenía 3.500 alumnos y 32 buses en la calle 23 y 4, en la exclusiva zona residencial del Vedado. Un hombre tranquilo y enorme, enamorado de la enseñanza y de mi madre, quien hoy lo sobrevive, y que pasaba el día

ideando acertijos matemáticos y juegos con "números", recuerda Daniel, y evoca a su Padre caminando con sus 100 kilos de peso y su proverbial altura de un metro con noventa y cinco centímetros por los corredores del colegio, siempre con un cigarrillo en la boca, recitando frases de Martí y con su álgebra bajo el brazo, que para entonces, en lugar del retrato del sabio árabe intimidante, lucía una sobria carátula roja.

Los Baldor vivían en las playas de Tarará en una casa grande y lujosa donde las puestas de sol se despedían con un color distinto cada tarde y donde el profesor dedicaba sus tardes a leer, a crear nuevos ejercicios matemáticos y a fumar, la única pasión que lo distraía por instantes de los números y las ecuaciones. La casa aún existe y la administra el Estado cubano. Hoy hace parte de una villa turística para extranjeros que pagan cerca de dos mil dólares para pasar una semana de verano en las mismas calles en las que Baldor se cruzaba con el "Che" Guevara, quien vivía a pocas casas de la suya, en el mismo barrio.

"Mi padre era un hombre devoto de Dios, de la patria y de su familia", afirma Daniel. "Cada día rezábamos el rosario y todos los domingos, sin falta, íbamos a misa de seis, una costumbre que no se perdió ni siquiera después del exilio". Eran los días de riqueza y filantropía, días en que los Baldor ocupaban una posición privilegiada en la escalera social de la isla y que se esmeraban en distribuir justicia social por medio de becas en el colegio y ayuda económica para los enfermos de cáncer.

El 2 de enero de 1959 los hombres de barba que luchaban contra Fulgencio Batista se tomaron La Habana. No pasaron muchas semanas antes de que Fidel Castro fuera personalmente al Colegio Baldor y le ofreciera la revolución al director del colegio. "Fidel fue a decirle a mi padre que la revolución estaba con la educación y que le agradecía su valiosa labor de maestro...,

pero ya estaba planeando otra cosa", recuerda Daniel. Los planes tendría que ejecutarlos Raúl Castro, hermano del líder del nuevo gobierno, y una calurosa tarde de septiembre envió a un piquete de revolucionarios hasta la casa del profesor con la orden de detenerlo. Sólo una contraorden de Camilo Cienfuegos, quien defendía con devoción de alumno el trabajo de Aurelio Baldor, lo salvó de ir a prisión. Pero apenas un mes después la familia Baldor se quedó sin protección, pues Cienfuegos, en un vuelo entre Camagüey y La Habana, desapareció en medio de un mar furioso que se lo tragó para siempre. "Nos vamos de vacaciones para México, nos dijo mi papá. Nos reunió a todos, y como si se tratara de una clase de geometría nos explicó con precisión milimétrica cómo teníamos que prepararnos.

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