CARACTERISTICAS DE LA MATERIA
Enviado por 05161611 • 22 de Junio de 2015 • 814 Palabras (4 Páginas) • 235 Visitas
SON TUS PERJUMENES, MUJER…
El vertiginoso siglo XX -entre guerras, avances tecnológicos y conmociones políticas- se ha llevado consigo las tradiciones. ¿Quién recuerda el nombre de todos y cada uno de los panes y bizcochos mexicanos? Hace mucho tiempo que todos se llaman igual: Tía Rosa. Las piñatas, por ejemplo, ya no son exclusivas ni de las posadas ni de México. La típica canción de dale, dale, dale ahora termina más o menos así: ... ya le diste tres y tu tiempo se acabó. Ya no hay serenatas, la gente ya no habla en el camión, las tortillas y el pan se compran en el súper, el cine se ve en la casa, etcétera.
Hasta la ciencia es diferente. El científico de ahora es algo así como un hombre de negocios ... pero sin negocio ni ganancias. El científico al igual que el hombre de negocios vive angustiado por la productividad: ¡hay que producir mucho y rápido!. Antes no. Antes la ciencia se saboreaba, se disfrutaba, se rumiaba.
Así la química, por arte y magia del progreso, se ha convertido en un conjunto de jeroglíficos blancos que se prenden y se apagan sobre un enorme pizarrón verde. Pero la química de a deveras no es así. La química se ve, se siente. Es de colores, a veces caliente, a veces fría. La química tiene mucho sabor. Y olor. La química huele. Huele a recuerdos: la casa de los abuelos, el viaje a Acapulco, el hocico del Pickles, aquel Chapultepec, los pliegues de la piel. ¡Ah, la piel! ¿Qué rico huele la piel!
Y es que el olfato, más que ningún otro sentido, tiene la capacidad de revivir el pasado. El olfato -quizá nuestro sentido más primitivo- funciona en forma diferente a como lo hacen los otros cuatro. La información que envían estos sentidos se interpreta en el tálamo, una región profunda del cerebro. En cambio, los mensajes del olor llegan directamente al área del cerebro que determina las emociones, la creatividad y la memoria. Por eso un olor puede desatar instantáneamente un sentimiento, una emoción o un lejano recuerdo.
La química de antes se hacía con las manos. Por eso los antiguos aprendieron a capturar los olores. Ponían a remojar las olorosas flores en grasa fundida. Cada determinado tiempo (varias horas), las flores se iban reemplazando por otras frescas, hasta saturar la grasa con las sustancias químicas responsables del olor, constituyentes del llamado aceite esencial. Luego dejaban enfriar y agregaban alcohol. Después separaban la grasa y ahí estaba ya, prisionero en el alcohol, un recuerdo o un sentimiento.
El proceso de maceración, que así se llama esta antigua técnica es ¡pura química! Las sustancias del aceite esencial sólo son solubles en la grasa cuando ésta está caliente. Por eso, en la primera etapa, abandonan la flor y se disuelven en la grasa fundida. En cambio, son muy solubles en el alcohol. Por eso, al enfriar y agregar este disolvente, abandonan la grasa y se disuelven en él.
La solubilidad de las
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