Calentamiento Global

El cambio climático no es un problema. Es un proceso natural del planeta buscando un estándar de temperatura. El problema está en la “intervención” del hombre. Éste, con su constante búsqueda del desarrollo –que no está mal-, no ha medido la contaminación que genera.

A fines de los 80, la comunidad científica internacional alertó al mundo sobre la estrecha relación entre el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de las actividades humanas y la alteración del clima mundial. Como reacción a este problema actual, se creó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo y luego, en 1992, la Convención de Cambio Climático. Actualmente 171 países son parte de este tratado internacional.

Según esta Convención, el cambio climático es principalmente producto de la industrialización y patrones de consumo de los países desarrollados, por lo que el tratado obliga a éstos y a las economías en transición a reducir sus emisiones. La fecha límite para realizar la reducción era el año 2000, pero sólo se cumplió un 34%.

La mayoría de países desarrollados no han cumplido con reducir sus emisiones. Sólo Finlandia, Noruega, Alemania e Inglaterra han cumplido con las reducciones, al igual que las economías en transición por razones de recesión. Ningún país ha cumplido con la transferencia de tecnología comprometida. A pesar de ello, cada vez hay más presiones de los países desarrollados para los países en vías de desarrollo estabilicen o reduzcan sus emisiones. Por ejemplo el Senado Norteamericano se pronunció en forma unánime por no aceptar nuevos compromisos a menos que algunos países en desarrollo también reduzcan emisiones.

Ahora entró en vigencia el Protocolo de Kyoto, que fue negociado desde 1995 y suscrito en Diciembre de 1997, buscando mejorar los resultados de la Convención de Cambio Climático por el periodo 2000-2020, con políticas y medidas que los países desarrollados deben llevar para garantizar cada vez más reducciones. Lamentablemente, muchos países no quisieron participar en este Protocolo, especialmente los Estados Unidos, por su terquedad o talvez, su indiferencia debido a su nivel industrial.

Ahora la solución está al alcance de todos. Desde el Presidente hasta el niño más pequeño pueden ayudar. Necesitamos crear una cultura de conservación que permita desarrollar capacidades en las nuevas generaciones y en las futuras, porque ya las antiguas no intervienen, sino son las que deben orientar el cambio. La cooperación internacional debe monitorear y propiciar un nuevo uso de la tierra, organizar medios de conservación y otras estrategias de desarrollo. También podemos colaborar desde nuestras organizaciones interviniendo en nuestras ciudades y países propiciando la educación ambiental en todos los sectores.

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