Ciencia Maya

Con fundamento en el libro se presenta un ensayo que pretende presentar los contenidos principales con criterios de integración, organización y secuencia para darle unidad de pensamiento al recorrido que se hace por el tema en estudio.

El mito del Eterno Retorno.

El autor de este libro, se adentra en el estudio de las formas simbólicas (mitos y símbolos) de las sociedades primitivas, en especial, la cultura arcaica, a la cual le da un valor sagrado, ya sea un objeto o una piedra, que adquiere sentido y valor, y por tanto un carácter sagrado, al ser una hierofanía. Pero también los hechos humanos por su parte adquieren su valor, ya que cada acción del hombre no es vista como un simple acto necesario para su supervivencia, sino que el hombre le confiere un valor, y se convierte en un prototipo que se reitera cuando provienen de algo mítico.

En los pueblos mesopotámicos, tenían una manera de nombrar a sus lugares, ya que sus nombres derivaban de los campos celestes y sus montañas tenían un prototipo ideal en el cielo.

Los iraníes, de tradición zervanita, asociaban cualquier fenómeno con un término celestial, cada cosa se representaba en su doble aspecto, conocidos como el menok y el getik; en donde todas las cosas del getik, nuestro mundo material, están íntimamente relacionadas a un arquetipo espiritual en el menok.

Es así como el ser humano construye según un arquetipo. Esto no ocurre solo con los templos, sino también con los ríos, los cuales consiguen su realidad y validez al ser una fuente de alimento, en babilonia la ciudad se encuentra en el centro de de un territorio circular del río Amargo, en donde los sumerios se representaban como en el paraíso.

Para esta cultura, un lugar antes de que se le confiera como cosmos es caos, por el acto divino de la creación, como cuando los conquistadores tomaban un lugar en nombre de Jesucristo, con la instalación de la cruz, consagración de la religión que representaba un nacimiento y por tanto se repetía un bautismo y esta era la justificación a su conquista.

El simbolismo del centro.

Arquitectónicamente, un templo se convierte en el medio, en donde se comunica el cielo y la tierra, visto así como un lugar sagrado ó montaña sagrada, donde la creación comenzó y que a la vez se transforma en un centro. Un templo viene siendo así el lugar en donde se encuentran el cielo, la tierra, y el infierno; en el templo de Barabudur, cuando un peregrino lo escalaba se acercaba al centro del mundo. Y es que el simbolismo del centro se adquiere por la creencia de que Dios creó al mundo como a un embrión, que crece a partir de un ombligo: la tierra, y de allí se propagó por todo lado. Para los mesopotámicos el primer hombre:

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