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Coherencia


Enviado por   •  25 de Mayo de 2011  •  486 Palabras (2 Páginas)  •  1.185 Visitas

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EL ARBOL DE MANZANAS.

Este era un enorme árbol de manzanas al cual un niño amaba mucho. Todos los días jugaba a su alrededor, trepaba hasta el tope, comía sus frutos y tomaba la siesta bajo sus sombra. El árbol también lo quería mucho. Paso el tiempo, el niño creció y no volvió a jugar alrededor del árbol. Un día regreso y escucho que este le decía con cierta tristeza:

- ¿Vienes a jugar conmigo?

Pero el muchacho contestó:

- Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de los árboles. Ahora quiero tener juguetes, y necesito dinero para comprarlos.

– Lo siento – dijo el árbol -.

No tengo dinero, pero te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas; así podrás comprar tus juguetes. El muchacho tomó las manzanas, obtuvo el dinero y se sintió feliz. También el árbol fue feliz, pero el muchacho no volvió. Tiempo después, cuando regresó el árbol le preguntó:

- ¿Vienes a jugar conmigo?

– No tengo tiempo para jugar; debo trabajar para mi familia y necesito una casa para mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?

– Lo siento – repuso el árbol - .

No tengo una casa, pero puedes cortar mis ramas y construir tu casa. El hombre cortó todas las ramas del árbol, que se sintió feliz, y no volvió. Cierto día de un cálido verano, regresó. El árbol estaba encantado.

– ¿Vienes a jugar conmigo? – le preguntó.

– Me siento triste, estoy volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar, ¿puedes dármelo?

El árbol contestó:

- Usa mi tronco para construir uno; así podrás navegar y serás feliz. El hombre cortó el tronco, construyo su bote y se fue a navegar por un largo tiempo. Regresó después de muchos años y el árbol le dijo:

- Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte, ni siquiera manzanas. El hombre replicó:

- No tengo dientes para morder ni fuerzas para escalar, ya estoy viejo. Entonces el árbol, llorando, le dijo:

- Realmente no puedo darte nada. Lo único que me queda son mis raíces muertas. Y el hombre contestó:

- No necesito mucho ahora, solo un lugar para reposar. Estoy cansado después de tantos años…

- Bueno – dijo el árbol - , las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa. El hombre se sentó junto al árbol y este, alegre y risueño, dejo caer algunas lágrimas.

Esta es la historia de cada uno de nosotros: el árbol son nuestros padres. De niños, los amamos y jugamos con ellos. Cuando crecemos los dejamos solos; regresamos a ellos cuando los necesitamos o cuando estamos en problemas. No importa lo que sea, siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Usted puede pensar que el muchacho es cruel con el árbol, pero ¿no es así como tra

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