Conceptos Olga

Cuando un niño no puede permanecer sentado por mucho tiempo, es impulsivo, le gusta gritar e imponerse en el grupo, podría presentar un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), una dificultad en el desarrollo que puede advertirse desde la educación inicial.

En la adolescencia esa desatención puede agravarse haciéndolos vulnerables a las drogas y el alcohol. Estamos hablando de una de las causas más frecuentes de fracaso escolar.

"El papel del docente en la detección temprana es clave no sólo para que pueda manejar la situación dentro del aula sino para que especialmente los padres de familia actúen tempranamente a fin de evitar dificultades mayores", afirma Patricia Tori, sicóloga y psicoterapeuta.

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) no es una enfermedad sino una dificultad en el desarrollo cuya sintomatología se manifiesta según la edad.

A los tres años muestran gran actividad motora, son muy inquietos, quieren hacer varias actividades al mismo tiempo, juegan empujando y gritando, y no pueden controlar su impulsividad.

Sostiene que cuando el menor es muy pequeñito esas manifestaciones suelen confundirse con la hiperactividad, por lo que se recomienda que el diagnóstico definitivo se haga en la etapa escolar y no en la preescolar.

A los cinco años de edad el niño con TDAH no logra entender ni focalizar la atención al maestro.

Son los niños que se olvidan rápidamente, son muy desordenados y tienen dificultad para escribir. Son aquellos que salen con la mochila olvidando todo lo que deben regresar a casa.

Según la especialista, el niño que no fue tratado oportunamente en la adolescencia se vuelve motoramente más tranquilo. Tanto, que muestra mucha dejadez y abandona el estudio. "Estos estudiantes son los que repiten de año, sufren accidentes y optan por las drogas y el alcohol", advierte.

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