Condicionamiento clásico

Desde que el hombre tuvo uso de razón cuestionó el por qué y para qué de las cosas, la observación y el razonamiento que ésta hacía, lo llevó a construir una amplia gama de ciencias a fin de responder a sus interrogantes. Con el tiempo éstas llegaron a tener una mejor estructura como con la que actualmente cuenta. Una de estas ciencias es la Psicología la cual ha causado gran revuelo desde su creación, ésta a diferencia de las ciencias naturales, no es comúnmente estudiada en laboratorios, ya que su objeto de estudio es la conducta humana, algo que varía en cada individuo. La aplicación de ésta ciencia se remonta al siglo V a.c., Desde ese entonces, existía la curiosidad por conocerle y estudiarle, a fin de entender, describir, predecir y mejorar cómo la gente se sentía, pensaba y se comportaba. Con el tiempo se pudo descubrir que el campo de acción de esta ciencia era mucho más amplio de lo que se creía, haciendo presencia en el aspecto clínico, educativo, laboral y social.

En muchas ocasiones ignoramos la presencia de la psicología en la vida cotidiana, háblese de nuestro entorno o vida personal, porque tenemos una creencia falsa de que su aplicación corresponde única y exclusivamente a los expertos. Se pueden enunciar varias muestras de su uso, pero a modo de ejemplo puedo citar uno de ellos.

Mi familia consta de cinco integrantes y una mascota, un perro llamado Oudrey, a quien se le ha aplicado el famoso “condicionamiento clásico” propuesto por Ivan Pávlov, esto para que él realizara una serie de trucos. En un inicio pude observar la dificultad que representaba lograr este condicionamiento, pero con la constante práctica se pudo conseguir que el perro respondiera a ciertas acciones. Esto no quiere decir que sin el condicionamiento clásico el perro no hubiese podido lograr o responder ante tales actos, la diferencia sería que se trataría de un acto independiente y no de una acción diseñada para obtener una conducta de él.

Ahora bien, en la vida personal también puedo hacer mención de otra muestra más. El ser humano responde a las situaciones que se le presentan, las emociones son un reflejo de aquello que le agrada, disgusta, enoja, provoca preocupación, tristeza, etc. Pero, ¿En qué medida podemos controlar lo que sentimos? A decir verdad es una tarea difícil, un ejemplo de ello se expone en una frase incluida en el libro de Daniel Goleman titulado “Inteligencia Emocional”, la cual dice: “Cualquiera puede ponerse furioso… Eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto y de la forma correcta… Eso no es fácil.

Cuanta verdad encierra esta frase, cuántas veces no hemos optado por enojarnos sin ver que en ocasiones lastimamos más a quienes menos lo merecen o que lo hacemos con mayor intensidad de la que verdaderamente merece el problema.

Es así como se puede ejemplificar cuál es la

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