Coronavirus

1. Las enfermedades infecciosas son enfermedades transmisibles, es decir que los agentes patógenos pasan de personas infectadas a personas no infectadas. Algunas de ellas se contagian directamente de una persona a otra, pues el agente patógeno no puede sobrevivir fuera del cuerpo humano. Pero otras enfermedades infecciosas se transmiten indirectamente a través de agentes que viven en el agua, en el aire, los alimentos, en los excrementos o en el cuerpo de animales.
2. Un portador asintomático es aquel en el que la persona infectada puede ser portadora del agente patógeno, pero no padecer la enfermedad y es complejo detectarlo como fuente de la infección. Sí, se da esta situación en con el SARS-CoV-2. Si, puede ser muy peligroso.
3. La primera línea de defensa con que se enfrentan los microorganismos está integrada por la piel que recubre al cuerpo exteriormente y por las mucosas que revisten los conductos internos. Esta primera línea de defensa es innata ya que nacemos con ellas, es inespecífica porque no distingue entre un patógeno y otro, no posee ni necesita memoria por exposición previa e involucra células y moléculas de distribución general en el organismo.

La capa más superficial de la piel, el órgano más grande del cuerpo, constituye una barrera impenetrable si no está lesionada. El sudor, el sebo (o grasa) que tiene la superficie de la piel, la saliva y las lágrimas contienen sustancias químicas que destruyen los microorganismos.

Las paredes internas de los conductos digestivo y respiratorio están recubiertas por la mucosa que puede atrapar los microorganismos y la suciedad que entran al cuerpo por esas vías. Además, las células que revisten las vías respiratorias contienen en su superficie prolongaciones finas, los cilios, que, al agitarse, expulsan microorganismos y partículas extrañas que entran con el aire. El estómago produce una sustancia ácida que, además de actuar en el proceso digestivo, tiene función bactericida, es decir que puede matar bacterias que entran con el alimento.

Además de las barreras anatómicas, nuestro organismo cuenta con ciertas bacterias que viven en distintos lugares del cuerpo como por ejemplo en el intestino, en la garganta, en la piel y que dan protección. Estas bacterias son inofensivas para el organismo y ayudan a su defensa.

Todo esto mencionado anteriormente son mecanismos de defensa que actúan ante cualquier agente extraño y todas las hacen de igual forma: constituyen una barrera que impide la entrada de ese agente.

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1. El SARS-CoV-2 burla la barrera respiratoria para ingresar al cuerpo. Ingresa penetrando en nuestro organismo generalmente a través de las gotitas en suspensión que aspiramos por la nariz o la boca. Una vez llega a la célula del huésped, penetra en sus células a través de una proteína llamada ACE2, que le sirve de ‘apertura’ de la cerradura celular. Una vez allí el virus empieza a replicar su material genético gracias a la maquinaria celular humana, que, una vez infectada, se pone al servicio completo del patógeno. El virus deposita su ARN en el citoplasma de la célula, y allí toma contacto con los ribosomas, los centros celulares de traducción del material genético y en los que se sintetizan las proteínas. De manera normal en los ribosomas se lee el ARN y se transforma en una secuencia de aminoácidos que acaban formando las proteínas. He aquí donde se produce la ‘confusión’. La célula humana interpreta el ARN viral como propio, y sigue las instrucciones para replicar el ARN viral como si fuera propio.

Cuando el material genético vírico ya se ha multiplicado, la célula humana también produce las proteínas que complementarán la estructura vírica, hasta completar la formación los nuevos virus.

Una vez están listos destruyen la célula y salen al exterior para infectar nuevas células. Cada coronavirus es capaz de crear hasta 100.000 réplicas, que se van multiplicando exponencialmente según avanzan por el cuerpo humano hasta causar estragos en el organismo del huésped.

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