Describe los mandamientos del abogado y como debe manejar la publicidad
Enviado por julimark • 11 de Mayo de 2015 • Trabajo • 1.923 Palabras (8 Páginas) • 276 Visitas
Describe los mandamientos del abogado y como debe manejar la publicidad.
1° ESTUDIA: El derecho se trasforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.
(La Justicia de nuestra querida argentina, está plagada de Códigos, leyes, decretos, reglamentaciones, resoluciones, artículos, incisos, ordenanzas y jurisprudencia. Y partiendo de la base que las normas se transforman, nacen y mueren otras, como la vida misma. Un gran magistrado decía que los abogados, como los héroes de la independencia, frecuentemente perecen en la demanda. La abogacía se vive en un perpetuo aprendizaje ya que su estudio sólo concluye con la vida misma).
2° PIENSA: El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
(El derecho es como un partida de ajedrez si no piensas y analizas la partida perderás la contienda. El abogado recibe la confidencia profesional como un caso de angustia humana y lo trasforma en una exposición tan lúcida como su pensamiento se lo permite. Generalmente la tarea del Juez consiste en una de las dos soluciones que los abogados desarrollan en el expediente o en su defecto hallar una tercera con lo mejor de ambas. "El abogado trasforma la vida en lógica y el juez trasforma la lógica en justicia" - dijo una gran letrada - Es por ello que el gran día para el abogado no es cuando le notifican la sentencia que le da la victoria sino que su gloria es cuando el cliente le relata lo que le ocurre y luego de escuchar decidió aceptar el caso. Ese fue el día en que después de ese relato humano el letrado con total libertad podía rechazarlo. Pero dijo si y ahí quedo labrada para el el compromiso maravilloso de pensar en el mejor resultado para su cliente. Lo grande en el pensamiento del abogado es que en esa obra de trasformación del drama humano en expediente o causa, tanto como la inteligencia, juegan la experiencia y la intuición. Algún juez, en un arrebato de sinceridad, ha dicho que la jurisprudencia la hacen los abogados. Esto es así, porque en la formación de la jurisprudencia, y con ella del derecho, el pensamiento del juez es normalmente un posterius; el príus corresponde al pensamiento del abogado).
3° TRABAJA: La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.
(La opinión pública juzga el trabajo del abogado y su dedicación a él, con el mismo criterio con que otorga el título a los campeones olímpicos: por la reserva de energías para decidir la lucha en el empuje final. Sin tomar en cuenta todo lo que este profesional realiza antes de llegar a la meta, ni cual ardua fue la preparación para la competencia).
4° LUCHA: Tu deber es luchar por el derecho; pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.
(No sólo en los viejos textos se atribuye a la abogacía una significación guerrera; el carácter naturalmente belicoso de buena parte de la humanidad; el endiosamiento de la lucha por el derecho que se hace en el libro fascinante de Ihering; todo esto y mucho más, ha hecho que a lo largo de los siglos al abogado se lo conciba como un soldado del derecho. Pero la lucha por el derecho plantea, cada día, el problema del fin y de los medios. Los asuntos no se dividen en chicos o grandes, sino en justos o injustos. Ningún abogado es tan rico como para rechazar asuntos justos porque sean chicos, ni tan pobre como para aceptar asuntos injustos porque sean grandes. La confusión del fin y los medios podrá pasar inadvertida en algún caso profesional. Pero a lo largo de la vida entera de un abogado no puede pasar inadvertida. Nuestro mejor cliente, aquel rico y ambicioso cuya amistad es para nosotros fuente segura de provechos, cuando nos propone un caso en que no tiene razón. El abogado necesita, frente a esa situación, su absoluta independencia moral. Bien puede asegurarse que su verdadera jerarquía de abogado no la adquiere en la Facultad o el día del juramento profesional; su calidad auténtica de abogado la adquiere el día en que le pueda decir a ese cliente, con la dignidad de su investidura y con la sencillez afectuosa de su amistad, que su causa es indefendible. Hasta ese día, será sólo un aprendiz).
5° SE LEAL: Sé leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que tú le invocas.
(Unamuno, en El sentimiento trágico de la vida, escribía estas palabras: “Lo propio y característico de la abogacía es poner la lógica al servicio de una tesis que hay que defender, mientras que el método
rigurosamente científico parte de los hechos, de los datos que la realidad nos ofrece, para llegar o no a la conclusión. La abogacía supone siempre una petición de principio y sus argumentos son todos ad probandum. El espíritu abogadesco es, en principio, dogmático, mientras que el espíritu estrictamente científico es puramente racional, es escéptico, esto es, investigativo”. De esta proposición a la de Vaz Ferreira, cuando afirma en Moral para intelectuales, que la profesión de abogado es intrínsecamente inmoral, por cuanto impone la defensa de tesis no totalmente ciertas o de hechos no totalmente conocidos, no hay más que un paso. El error es grave, porque la abogacía no es dogmática. La abogacía es un arte; y el arte no tiene dogmas. La abogacía es escéptica e investigativa. El abogado al dar el consejo, a orientar la conducta ajena, al asumir la defensa, comienza por investigar los hechos y por decidir libremente su
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